lunes, 14 de febrero de 2011

Plácidas pausas de rodaje: King Vidor y James Murray

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King Vidor sonríe sosteniendo el 'violincello' para James Murray, protagonista de '...Y el mundo marcha' (The crowd, 1928), unas de las más grandes obras maestras que ha dado el cine, y no sólo, aún hoy, una de las más modernas e inventivas, sino que sigue siendo el más afinado retrato del 'hombre entre la multitud o el hombre que es multitud', con sus aspiraciones de encontrar su casilla en el puzzle social, con la colisión entre la 'música' esos anhelos con las adversidades, decepciones y accidentes, entre su sentimiento de sentirse diferente, 'especial', y la asunción de que es 'periférico', de que no eres el centro del mundo sino una figura más en el tráfico, y de que puedes verte impelido a 'vender' los sueños y convertirte en 'mercancía', de que la adaptación e integración social implica ser uno más entre la indiscernible multitud, en la que uno 'es' según su posición, e incluso de que puedes quedar al margen, sea por adversidad o por enfrentarse o rechazar ajustarse al 'modelo'. Un portento.

Mis cinco preferencias de uno de los más grandes cineastas estadounidenses, King Vidor: '...Y el mundo marcha' (1928), 'El manantial' (1949), 'Guerra y paz' (1956), 'Pasión bajo la niebla' (1952) y 'El gran desfile' (1925), aunque podrían en igual medida ser consideradas 'Cenizas de amor' (1941), 'Paso al noroeste' (1940), 'La calle' (1931), 'El pan nuestro de cada día' (1934), sin olvidar 'Stella Dallas' (1937), 'La ciudadela' (1938), 'Noche nupcial' (1935), 'Pradera sin ley' (1955) o 'Aleluya' (1929).

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