martes, 27 de julio de 2010

Cuatro de infanteria

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Primera constatación: El cineasta alemán George Wilhelm Pabst es un ilustre desconocido que permanece en el limbo del olvido, algo inaudito si consideramos que es el autor, cuando menos, de varias grandes obras como, por ejemplo, 'La caja de Pandora' (1929), 'Tres páginas de un diario' (1929), 'La opera de cuatro cuartos' (1931) y de ésta 'Cuatro hombres de infantería' (1930). Segunda constatación: Circunscribiéndonos al cine bélico, como pasa en otros géneros, hay películas que se mantienen durante décadas en el podium o altar del prestigio ( y a veces sin admitir el cuestionamiento) y otras, por que se vieron o se han visto poco, o porque en su momento no fueron reconocidas ( o vistas), sobre todo por los que confeccionan los valores en alza o a la baja de la historia del cine, permanecen en el citado limbo. Es el caso de esta magnífica y cruda 'Cuatro de infanteria'. En aquellos años se realizaron obras de altura que aún son más o menos recordadas, caso de 'Sin novedad en el frente' (1930),de Lewis Milestone o la sublime 'Adiós a las armas' (1932), u obras posteriores que se centran en el conflicto bélico de la primera guerra mundial, como 'Senderos de gloria' (1956), de Stanley Kubrick. El título en español no es que sea muy preciso, ya que son dos soldados los que tienen un mayor protagonismo. El título original es 'Westfront 1918', ya que es la descarnada vivencia de lo que es estar en el frente, además del añadido de ser en los últimos coletazos de la guerra (lo que acentúa el aspecto desolador, porque el absurdo y horror se amplifica con el cataclismo de una derrota ya inminente), el punto nuclear de esta película que, como pocas, incide en la locura desquiciada y horror de la vivencia bélica. Por supuesto, no es de extrañar que fuera prohibida por el régimen nazi por alentar el derrotismo ( como pasó con la película de Milestone, o con la novela en que esta basada ésta, de Erich Maria Remarque, que fue quemada en las hogueras). Pabst estructura con suma inteligencia la obra.
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A una secuencia inicial de talante armónico, con varios soldados alemanes compartiendo comida y bebida con una familia francesa, tras un súbito apagón, por un ataque aereo, pasamos a una sucesión de secuencias nocturnas en el frente bélico, hecho de trincheras, alambradas y barro, regidas por el caos y la confusión ( unos soldados pugnan por no quedar enterrados en uno de los refugios sosteniendo como pueden las maderas que lo sostenían). Uno de los soldados, apodado 'el estudiante' se ofrecerá voluntario para una peligrosa misión, el llevar un mensaje al cuartel, sólo porque desea encontrarse con la mujer de la que se ha enamorado, la chica francesa . En su vuelta a las trincheras se encontrará con otro soldado que se va de permiso ( ambos hablan sentados al borde de un cráter, como sus vidas suspendidas sobre ese abismo que les puede devorar). Es uno de los pocos soldados que ha conseguido un permiso porque, como dicen los oficiales, en una sombrñia secuencia, es contraproducente el darlos ya que cuando vuelven, al ver la pobreza y desolación en retaguardia, desmoralizaría a los compañeros. Desolado sí se quedará el soldado cuando llegue a su hogar y se encuentre a su esposa con otro hombre, y no se vea capaz de comprender la soledad que sentía ella en ese año y medio sin verle ( Como no se ha percatado de las largas colas de gente para el racionamiento de comida, en la que esta su madre, cola que no puede abandonar para saludarle,porque lleva toda la mañana haciendo cola para disponer algo de comida). Entremedias, una secuencia en una representación, con canciones y payasos (que se puede ver como antecedente de una de las mejores secuencias de 'Senderos de gloria', la final); brillante el modo en que se encadena su música con la militar en la secuencia siguiente con los soldados de marcha. Y es el trabajo con el sonido una de las grandes virtudes de esta obra, y más considerando que estamos ante una de las primeras obras del cine sonoro.
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Modélico aún en día, como su uso en las secuencias bélicas que propicia una atmósfera opresiva y crispada; o ese excepcional momento en que la chica francesa se aleja en el cuadro, gritando por su amor, 'el estudiant'e'; el encuadre se queda vacío, dilatándose su duración, mientras se sigue oyendo la voz desesperada de la chica. Además, las secuencias bélicas del último tramo, modélicas aún hoy en día, son estremecedoras, conjugando la planificación fragmentada con largos travellings, y hasta cámara subjetiva. Pocas veces se ha sentido que ese espacio,casi informe, es como un infierno, de figuras indiscernibles, entre explosiones y cadáveres como una alfombra en el barro. Momento sobrecogedor: Uno de los soldados grita cuando dentro de uno de los cráteres ocultan con tierra una mano que sobresale del barro. Son los gritos de mentes ya rotas los que dominan las últimas secuencias, en los hospitales en la retaguardia,voces y mentes ya trastornadas que han vivido el horror y han quedado inmersas en el mismo. Hay obras que siguen siendo necesarias, y más cuando son un prodigio creativo como esta dolorosamente hermosa obra.

‎'Cuatro de infanteria' (Westfront 1918, 1930), de George Wilhelm Pabst es una poco conocida pero extraordinaria obra, una de las más descarnadas obras antibelicistas jamás rodadas, con un magnífico guión, y un prodigio de inventiva expresiva, pocas veces superado, y que termina con la palabra 'Fin' entre interrogantes.

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