martes, 22 de junio de 2010

Ann Todd, la emoción quebradiza

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Dentro de la gran galería de personajes del cine de Alfred Hitchcock merece una mención destacada la gran interpretación que realizó Ann Todd en una de sus mejores obras, aunque no lo suficientemente reconocida, 'El proceso Paradine' (1947). En su rostro se agita toda la convulsión que suscita el ver cómo el hombre que ama, interpretado por Gregory Peck, se está progresivamente fascinando por el misterio de una mujer, a la que defiende por asesinato. De la radiante cómplice intimidad que transmiten en las primeras secuencias, la relación se va trastornando por las sombras de esa ceguera que va poseyendo a su marido. Sobre el rostro de Ann Todd late la desesperación de la lucidez que no destierra lo ecuánime (la consciencia de que es una fascinación) pero cohabitando con la pesadumbre. Aunque Ann Todd iniciara su carrera a principios de los 30 no fue hasta 1945 cuando despuntaría, con 'El septimo velo' , de Compton Bennett, junto a James Mason. Aparte de la obra de Hitchcock, brillaría en las tres obras que interpretó para su marido hasta 1957, David Lean, en 'La barrera del sonido' (1952), 'Madeleine' (1950) y 'Passionate friends' (1949), en ésta reflejando con intensidad la tumultuosidad de sentimientos ante los que se siente escindida, entre la vida plácida con su marido y el sentimiento expandido, pero con el que se siente indefensa, por el hombre con el que se reencuentra intermitentemente a lo largo de los años. No se prodigó mucho en el cine desde entonces, con colaboraciones con Joseph Losey en 'Time without pity' (1957) o 'El factor humano' (1979), de Otto Preminger, centrándose a partir de mediados de los 60 en producir, escribir y dirigir documentales.

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