viernes, 1 de marzo de 2024

Dune: Parte Dos

 

Uno de los más memorables instantes de Dune (1984), de David Lynch, era aquel en la secuencia climática en la que pelean a muerte Paul (Kyle McLachlan) y Feyd-Rautha (Sting) y la voz interior del primero dice, Hay que ser flexible como un junco, justo antes de inclinarse para de ese modo aparentemente ceder con su cuerpo y conseguir así asestarle la puñalada mortal. Una expresión no solo relacionada con la resolución de ese combate sino que condensaba el trayecto de aprendizaje de Paul. Ese detalle no existe en la adaptación dirigida por Denis Villeneuve, Dune: Parte dos (2024), o más bien continuación de la primera (ya que en aquella parecía que interrumpían la narración; en este caso, no es tan brusca la conclusión; es un final parcial que deja abierto a una continuación). En este caso, no hay voz interior ni alusión a la flexibilidad por parte de Paul (Thimothee Chamalet) en la resolución de su combate con Feyd-Rautha (Austin Butler). ¿Cuál es la evolución del personaje de Paul? ¿Es más flexible o se acusa una enajenación? En un principio, es alguien que representa algo distinto para unos y otras: para Stilgar (Javier Bardem), líder de los Fremen es el elegido o mesias, el símbolo encarnado que conseguirá que realicen aquello a lo que aspiran; para su madre, Lady Jessica (Rebeca Ferguson) es la posibilidad de ser un emperador, la rectificación de una circunstancia de desposesión, que implicó la muerte de su marido, y padre de Paul; para Chani (Zendaya), que discrepa con la visión de Stilgart, es un hombre a ras de suelo y a la vez el hombre que ama. Paul, en principio, quiere aprender de los Fremen. Su proceso de definición colisiona, o entra en forcejeo, con lo que representa para otros.

La reverenda Madre Ramallo (Charlotte Rampling) expresa en cierto momento, cuando es cuestionada por sus apoyos, que realmente no hay bandos. Paul comprenderá que no solo es un Atreides sino también quienes son supuestamente sus enemigos: es un Harkonnen, porque Lady Jessica (y ella también acaba de descubrirlo) es hija de Vladimir Harkonnen (Stellan Skasgard), y además se integra como Fremen, hecho que se afianza cuando realiza lo que solo pueden realizar los Fremen, montar un gusano. Por tanto, es Atreides, Harkonnen y Fremen. ¿Quién o qué es? ¿Es lo que dicen otros, porque quieren que sea lo que desean que sea? También Paul realiza lo que se supone que ningún hombre puede realizar sin que pierda la vida, ingerir el agua de la vida. Pero recobrará la consciencia (la vida) cuando se mezcle con las lágrimas de Chani, la mujer que ama (y le corresponde). Pero aún así cuando los propósitos y los proyectos se aúnen para crear un escenario colectivo la decisión de Paul subordina su amor al matrimonio de conveniencia con Irulan (Florence Plugh), la hija del emperador (Christopher Walken), circunstancia en la que Paul se afirma como Atreides, tras asesinar a su abuelo, Vladimir, y matar en pelea a quien era hermanastro, Feyd-Rautha. Se define de un modo, y establece unas decisiones, de acuerdo a un objetivo, un inminente combate con las otras Casas. ¿Es más flexible como un junco o se desorienta en la aparente definición que no es sino enajenación, como revela la posición de sublevación y discrepancia de Chani en la conclusión?¿En qué se fundamenta la construcción de una identidad?¿En qué medida es determinante la flexibilidad y en qué medida la enajenación?

Como suele característica del cine de Villeneuve, la narración fluye como una inmersión, y deslumbra con su diseño visual. Aunque, particularmente, carezca de la hondura y conmoción de los trayectos emocionales de sus previas grandes obras, de Polythecnique (2009) a Blade Runner 2049 (2017) pasando por Prisioneros (2013) Sicario (2015) o La llegada (2016). Chalamet es un excelente actor, pero siento que quizá le falta la necesaria presencia para dotar de poderío a la evolución de su personaje (presencia que sí dispone su contrincante Austin Butler). Quizá los límites provengan del mismo material dramático de la misma novela, por mucho que se vertebre, con sutileza, la reflexión sobre las proyecciones: somos también cómo los otros nos perciben ¿y en qué medida, además, puede influir en nuestra propia definición? Este aspecto se amplía, de modo específico, a la configuración de una figura de poder. ¿Es un proceso de conocimiento o de enajenación el que vive Paul? Resulta sugerente el contrapunto discrepante que encarna el personaje de Chani, que ya anticipa que será el que determinará como interrogante decisiva la definición del itinerario particular de Paul, enturbiado por su condición de figura representativa para un colectivo, en la próxima obra, en proceso de escritura, de elocuente título, Dune: Mesías. ¿Es un mesías o es Paul? ¿Y quien, o con quién, es realmente Paul?

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