sábado, 10 de julio de 2021

El liquidador

                            

Ellos disponen de todos los medios para tener todo lo que quieren, pero no saben lo que necesitan, por eso prueban cosas distintas, como esta casa, explica Bubba (Maury Cahykin), en una secuencia de El liquidador (The adjuster, 1991), de Atom Egoyan, a Noah (Elias Koteas), dueño de la casa, o del hogar, una casa piloto, en un yermo paisaje, de una urbanización que no se construyó. Un hogar que es imagen tipo de hogar, la idea potencial de un hogar, rodeado de carteles publicitarios, imágenes. En uno se puede leer Nothingam. Una afición de Noah, cual Robin Hood, es disparar flechas a esos carteles. Noah es liquidador de seguros de incendios, provee de asistencia a quienes han perdido sus medios, su hogar, por un incendio. Unos disponen de todos los medios pero no saben cómo habilitar, habitar, la realidad, y otros, de modo repentino e imprevisto, pierden todo, convertidos en seres desplazados, impelidos a reiniciarse, a reconstruir su modo de habitar la realidad. Hay quien califica a Noah de ángel, por su preocupación, por esforzarse en hacer sentir bien, consolar, a quienes han perdido todo, a quienes se sienten perdidos (aunque hay quien ya se sentía perdida, como reconoce una de las mujeres que asiste, o se deduce de sus palabras cuando llega a reconocer que no impidió que el incendio se propagará cuando advirtió la primera chispa por un cortocircuito, como si el azar posibilitara que ardiera una configuración de realidad que le resultaba insuficiente). Noah no es un mero agente que tramita. Se involucra, incluso en exceso, como si él se disolviera en la misma asistencia que realiza. Su sentido de la empatía es tal que incluso llega a asistirles con el sexo, sin distinción de género.  Noah clasifica sus pertenencias, para que cobren el seguro. Su esposa, Hera, es otra liquidadora o clasificadora, en su caso de imágenes a censurar. Ambos, como señala ella, indican lo que vale o no vale. En su relación parecen apreciarse desajustes entre lo que uno u otra consideran que vale o no vale, debido a la desorientación de Noah, el hombre que con su arca de empatía intenta hacer sentir que no se han quedado fuera de la realidad a los que han perdido su hogar pero parece desconectarse progresivamente de su propia hogar, como si él mismo fuera una nave a la deriva.

La construcción narrativa se trama sobre los enigmas, o sobre lo equívoco de las apariencias, cómo algo puede parecer lo que no es según cómo se presente, o según qué aspectos, acciones o comportamientos se destaquen en primera instancia, como manera de asentar la concepción de desajuste. ¿Cómo logramos crear vínculos con la realidad y los demás más allá de las representaciones, modelos e imágenes? La interrogante narrativa crea una atmósfera incierta, quebradiza, de extrañamiento, que interroga sobre cómo se habita la realidad, cómo nos relacionamos con los demás, qué representan los otros, o cómo conseguimos sentir la sensación de hogar y, por otro lado, cómo transmitir esa sensación de habitar un hogar, la realidad, a los demás mediante la actitud empática. Bubba es presentado como un indigente en un vagón de metro, que parece borracho, creando una situación incómoda, desconcertada, entre los pasajeros, incluida Hera, y más cuando una mujer, Mimi (Gabrielle Rose), se acerca a él, coge su mano y la coloca en su entrepierna mientras prorrumpe en una risa de alocado júbilo. Aunque Bubba no es lo que parece. Es un hombre rico, pero se siente extraviado. Complace a Mimi creando esas puestas en escena (probar situaciones que rompan lo convencional, como cuando alquila un estadio, y contrata unos jugadores de rugby, mientras Mimi, como animadora, baila ante ellos, hasta que elige a uno para que la satisfaga sexualmente).

Hera realiza una acción enigmática, graba las imágenes de las películas que se califican para censura. Cuando es descubierta, explica que las graba para su hermana mayor, que vive con la familia, para que ella conozca, entienda, cómo es su trabajo (algo que no podría transmitir únicamente con palabras), pero para su superior parece algo inconcebible, ya que según la perspectiva convencional su acción debe estar motivada por el morbo y ser otro reflejo de la hipocresía de los que censuran (los deseos o impulsos que se ocultan, como los de él mismo), por lo que le tiende una trampa, a la que ella reacciona colocando la mano de su compañero, quien la ha posado en su muslo, en su entrepierna, y prorrumpe en otra carcajada cuando entiende el mezquino absurdo de la maniobra (como la previa escena del metro también ejerce como desconcertante conmoción para la hipocresía de quienes se sentían violentos por la presencia de un tambaleante indigente, sin que nadie se esforzara en acercarse para preocuparse por él).

Imágenes, fotografías; sean de los objetos y de las pertenencias perdidas en los incendios; del pasado de la hermana de Hera, quien las quema porque no guarda nunca nada (en inglés save dispone de esa doble acepción, guardar y salvar); de las películas a censurar ( que nunca vemos, sólo escuchamos); o las que realiza Bubba en la casa de Hera y Noah (y a ellos mismos, porque son representación de lo que quisiera ser, aquellos que habitan un hogar, aunque Bubba desconozca cuán quebradiza es la relación entre ambos, y cómo se ha agudizado el extravío vital que también siente Noah). Los demás son representaciones, la realidad está cruzada y tramada con y sobre representaciones, imágenes. En la primera secuencia Noah, en la oscuridad de su dormitorio, acaricia la mano de su esposa dormida, escucha ruidos fuera, y enfoca con su pequeña linterna (no vemos el afuera, sólo su gesto de alumbrar). Lo visible y lo no visible, lo equívoco y las puestas en escena; las miradas que buscan entre representaciones, las miradas que buscan sentirse, y sentir a los demás, que son presencias. En la secuencia final, la casa de Noah y Hera arde, tras la autoinmolación de Bubba. Un breve flashback revela cómo Noah conoció a su esposa, el hijo de ésta y su hermana cuando sufrieron un incendio, y cómo en aquel momento posó su mano sobre el hombro de Hera, y cómo miró su propia mano. Es un gesto que le revela: ¿Qué sintió en ese momento?; ¿Ofusca la necesidad de sentirse presencia a través de otro? ¿Qué le distingue a Hera de aquellos y aquellas a quienes asiste, aunque no conviva con ellos y ellas? ¿Qué le distingue a él del extravío de Bubba? ¿Qué es la identidad cuando no sientes hogar, cuando sientes que no habitas la vida o ésta y los demás revelan tu yermo paisaje interior, porque todos son uno y cualquiera, espejos en los que no logras reconocerte aunque lo buscas denodadamente?. El último plano es el gesto de la mano de Noah superpuesta sobre las llamas de lo que era su hogar (¿o su no hogar era el incendio que le abrasaba en su interior?).

Un pasaje de la magnífica banda sonora compuesta por Mychael Danna

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