viernes, 12 de octubre de 2018
Un héroe singular
La vida y sus hemorragias. En tu vida todo parece en su sitio, y además con la calidad deseada. Tu vida funciona. Y satisface tus expectativas. Pero asoma la amenaza de una hemorragia que pueda convertirla en un desecho, y el sueño tornarse en cadáver, la ilusión en despojo. Un héroe singular(Petit paysan), opera prima de Hubert Charuel, comienza con un sueño. Pierre (Swann Arlaud) despierta y se desplaza entre las estancias de su casa, en las que se hacinan las vacas. Su vida son sus vacas, las vacas de su granja. Su sueño es su realidad. Es el centro de su vida, su único escenario. Es un pequeño campesino (petit paysan) para quien su granja es el más inmenso universo. Sin su granja sería nada. Aunque no sea la más productiva, pese a todo es la tercera, sí es la que que tiene más calidad. Las piezas parecen encajar en su vida, aunque su madre insista en que alguien le falta, y más porque ya tiene 35 años. por eso insiste en que se cite con la panadera. Un héroe singular puede evocar la también excelente The rider, de Chloe Zhao. Tu vida parece diseñada para una dedicación, pero en un caso un accidente, y en otra la amenaza de una epidemia, cuyo primer indicio son las hemorragias, desmontan el único escenario para el que no sólo te sentías útil sino que dotaba de sentido, estructura, a tu vida. ¿Qué puedes ser si te despojan de ese escenario, de esa dedicación? ¿Cómo reajustas tu vida? Charuel conoce bien esa vida. De hecho, se usa la granja de su familia como principal localización, y su padre interpreta al padre de Pierre. Conoce bien los colapsos de la industria ganadera en Francia, que propiciaron centenares de suicidios entre ganaderos y granjeros.
En principio, Pierre es acusado de paranoico por su hermana, Pascale (Sara Giraudeau), la veterinaria de la zona. Piensa que se alarma con cualquier minucia. Pero Pierre no se siente seguro desde que ha sabido de la epidemia que está afectando a la vacas en Bélgica y Francia. Siente que puede ser en cualquier momento ese granjero al que escucha, en su canal en Youtube, cómo perdió en un sólo día todo su ganado, tras el primer indicio de infección en una vaca. Su desgracia puede ser la suya. Vida y muerte, sus ciclos, o la súbita interrupción que mutila tu vida. En las primeras secuencias, ayuda a parir a una de sus vacas, y llama con insistencia a su hermana, para exasperación de ésta, cuando cree advertir signos inusuales de debilidad en la vaca. Pero en cuanto de verdad irrumpa, como una herida abierta, el primer indicio de que puede propagarse esa epidemia en su granja, Swann recurrirá a cualquier estrategia y acción para que no sólo atajar la posibilidad de que se extienda sino de que se sepa, de que sea visible de modo público. Si lo fuera sabe que todo su ganado sería sacrificado. Su vida se convierte en escenificación, en simulaciones y tretas, pero, sobre todo, desesperación, como el condenado que se resiste a que la guillotina caiga sobre su cuello. Y así se construye, con afilada precisión, y un admirable sentido de la síntesis, un relato sin vaselina sobre la resistencia al vaciado de una vida, como el agujero negro que absorbe una realidad entera, de la que puedes salir despedido por una onda expansiva.
En esta sociedad en la que las vacas, los terneros, son nutriente básico, en la que son sacrificadas miles cada día para alimentarnos, resulta singular una obra centrada en la preocupación por la vida de unas vacas. No sólo es por la falta de indemnización que sufriría Pierre (como denuncia el otro granjero, que un año después aún la espera), lo cual acentúa el desvalimiento de un modo de vida ( y hace comprensible tantos suicidios). No sólo es porque tu vida pueda derrumbarse y desvanecerse, y así quedar expuesto a la intemperie que carece de contornos y difusas opciones de subsistencia. En el resistente gesto de cuidar, y evitar la muerte, del ternero que ayudó a dar a luz, se condensa, también, un recordatorio de nuestra indiferente condición carnívora en todas las facetas de nuestra vida.
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