sábado, 2 de diciembre de 2017
De amor también se muere
Los dos planos iniciales de 'De amor también se muere' (Humoresque, 1946) ya anuncian el refinamiento estilistico de este brillante melodrama dirigido por Jean Negulesco, la intensidad pautada a través de opuestos en colisión, y el talento interpretativo de John Garfield. Dos movimientos de cámara, dos travellings. El primero en la entrada de un teatro, hasta encuadrar el cartel de que se ha suspendido el concierto del violinista Paul Boray (Garfield). El segundo, un travelling, ahora en retroceso, desde un primer plano del rostro de Boray, con hondo gesto sombrío, apesadumbrado (parece que la luz se ha ausentado de sus ojos), hasta que es encuadrado en plano general, contemplando desde su terraza la ciudad, una atalaya en la que las sombras acentúan su soledad; esa atalaya desde la que le reprochan que ha contemplado el mundo. Sin variar el gesto, recibe la reprimenda de su agente por su decisión. Cuando se marcha, en un primer plano, de nuevo, Boray se lamenta sobre cómo ha errado en sus decisiones, y añora cuando era feliz y sencillo, cuando era un niño.
La obra se estructura, por tanto, sobre un largo flashback, como la posterior 'Cuerpo y alma' (1947), de Robert Rossen, también con Garfield como protagonista. Contrastar ambas interpretaciones sirve para delimitar aún más nítidamente su talento. En la obra de Rossen, es un brutote boxeador, ingenuo y más elemental, honesto pero manipulable,y que pierde el norte de la integridad momentaneamente por los cantos de sirena de los lujos del éxito. En la de Negulesco también encarna el ascenso al éxito, en este caso, el de un violinista. Su carácter es más bien susceptible, suspicaz, muchas veces inflexible, subordinando la música a cualquier otro aspecto o sentimiento. El fuego que le define es reflejo de su talento único pero también se refleja en cierta intransigencia, en estallidos temperamentales no exentos de cierta crueldad con la gente que le quiere. Aunque también hay que apreciar su expresión cuando su compañera de estudios musicales, Gina (Joan Chandler), le besa impulsivamente, apuntando que espera no se ría de ella. La honda y admirada expresión de él cuando le repite que no se reirá de ella, es elocuente de la integridad de su emoción. Aunque muchas veces la subordina más al sentimiento de no ser 'comprendido' por el mundo. Es una cuestión de aprender a mirar a los demás.
Humoresca (título original) es un género de música romántica con un imaginativo sentido del humor en su ambientación. Si la música impulsa la obra (con interpretaciones de composiciones de Dvorak, Bizet, Wagner, Mendelsshon,Grieg o Bach, entre otros), la vista es otro componente que trama el subtexto. Véase el detalle de que Helen (Joan Crawford) necesite gafas para ver de lejos, y ese singular plano que culmina la secuencia en la que conoce a Paul, en la fiesta que ha organizado con su marido Victor (Paul Cavanaugh). Helen acaba de pedir que le den las gafas cuando empieza a escuchar, cautivada, la música que interpreta Paul. Poco a poco, en plano general, se va aproximando, hasta ponerse cerca de Paul, a la que vez que se quita las gafas. La citada secuencia culmina con un plano en el que en primer término vemos el vaso que porta en su mano Helen, y distorsionada por el vidrio, en segundo término del encuadre, la figura de Paul. Helen, que se queja de que todos los hombres han querido cortarle las alas, 'desenfocará' su mirada cuando no logre aceptar que él ame más la música que a ella (lo mismo que Paul hizo con Gina; siempre ajeno a los sentimientos de los demás). De hecho, en la larga y bellísima secuencia final, que alterna el concierto de Paul con la desesperación de Helen, cuando asume que no podrá ser el prioritario y excepcional foco de atención que anhela, ella es encuadrada a través del agujero del cristal que rompe con su vaso. La distorsión ha derivado en vacío, en ruptura (ahora es ella la que ha querido cortar alas).
Detalles de la sutileza de la puesta en escena: en el citado plano general en el que Helen se acerca a Paul (en fuera de campo) cautivada por su música la primera vez que le escucha, al principio es seguida por su marido, quien, al apreciar lo que significa e implica que ella se vaya 'aproximando', abandona la sala y el encuadre. Es fascinante este personaje 'periférico', en el plano, en la vida de los otros, sobre todo de su mujer, que se reconoce carente del fuego que tiene Paul, más bien alguien cobarde, frustrado vitalmente, que ha tenido la suerte de vivir de una posición privilegiada que le ha dado no sólo estabilidad sino el acceso a uno lujos (esplendida la secuencia en la que lo expresa, con contenida desesperación, a Helen, concluyendo con que puede separarse, desprenderse de él, cada vez más periférico en su vida). Un opuesto a Paul, como opuesto son los ambientes de lujo de Helen y Victor y la extracción humilde de la familia de Paul.
También son reflejo de ese refinamiento estilistico algunas de las ingeniosas transiciones de secuencias, como aquella en la que se 'sella' la relación de mecenas de Helen, y la cámara realiza otro movimiento de cámara hasta una pequeña estatua; el siguiente plano es un contrapicado sobre una estatua bajo un elevado edificio que se perfila tras ella; la cámara realiza un breve travelling de ascensión sobre una de sus ventanas, tras las que se ve a Helen y Paul con el agente que les ha presentado. Estatuas que no tomarán cuerpo, elevaciones que se frustrarán. Al final quedará la inmensidad del vacío, como esa calle desierta, en un sombrío amanecer, en la que camina Paul, quien ha tenido que 'caer' de la atalaya de su talento para recuperarse como alguien que quizá ahora sea capaz de amar a alguien tanto como a la música.
No hay comentarios:
Publicar un comentario