sábado, 31 de diciembre de 2016
14 Bandas sonoras 2017
1. El renacido. Ryuichi Sakamoto, Alva Noto, Bryce Dessner
2. La llegada. Johan Johansson.
3. Animales nocturnos. Abel Korneziowski.
4. Carol. Carter Burwell
5. Midnight special. David Wingo
6. Spotlight. Howard Shore
7. Comanchería. Nick Cave & Warren Ellis.
8. Un holograma para el rey. Johnny Klimek &Tom Tykwer.
9. El contable. Mark Isham
10. Brooklyn. Michael Brook
11. Anomalisa. Carter Burwell
12 . The neon demon. Cliff Martinez
13. Passengers. Thomas Newman
14. Mi amigo el gigante. John Williams.
viernes, 30 de diciembre de 2016
Animales nocturnos
¿Qué relación hay entre un psicópata que te aparta de la carretera en mitad de la nada y de la oscuridad para violar y matar a tu pareja e hija y la pareja que te abandonó, en la cuneta donde las ilusiones se convierten en chatarra, porque su perspectiva de la vida, pragmática, no se ajustaba a la tuya, que consideraba ilusa por pugnar por desarrollar tus inquietudes creativas a través del arte literario? ¿Qué relación hay entre un psicópata que en nada aprecia las vidas ajenas y un modo de vida de diseño que habla de despidos como si se diera una capa de maquillaje o realizara una nueva operación de cirugía estética o comprara cada mes el correspondiente modelo nuevo de móvil?: Reflejos distorsionados. 'Animales nocturnos' (Nocturnal animals, 2016), de Tom Ford, comienza con la danza de varias mujeres desnudas, cuyo físico no se ajusta al canon de belleza instituido: cuerpos rebosantes de grasa. Son parte de una exposición, son reflejo distorsionado de un mundo que se nutre de fetiches y absorbe la denominada fealdad como peculiaridad, y también de una mirada, la de Susan, una próspera propietaria de una galería de arte, una mirada en la que pugnan fisuras y maquillaje, distorsión y enajenamiento, remordimiento y vanidad, pesar y entumecimiento.
Su relación parece convertida en una sesión de maniquíes: el gesto adusto, desprovisto, de su marido, Hutton (Armie Hammer), refleja indiferencia y mustia inercia, una relación que parece precipitarse hacia la disgregación pero aún se sostiene sobre el maquillado hilo de la apariencia. Una fisura brota del pasado para demoler definitivamente su vano presente, cautivo de puros blancos que no son sino reflejo de vacío, cuerpos suspendidos en la nada, en la futilidad de sus mascaradas, entre espejos y cristales que nada tienen que ver con la transparencia ni con el discernimiento sino con el ensimismamiento: La fisura adopta la forma de la novela que ha escrito quien fuera su primer marido, Edward (Jake Gyllenhaal); rasga su telón y conmociona su mirada, como si la despertara a base de convulsiones; interrumpe la lectura como quien buscara una bocanada de aire, y advirtiera, entre fogonazos, que no ha dejado de mirar la vida a medias, como quien rehuye mirarla de modo frontal y completo.
El relato de la novela que lee se combina con su presente y la evocación de pasajes de la gestación, consolidación y ruptura de su relación con Edward. Cómo llegó a ser su madre, como le indicó ella misma, Anne /Laura Linney), que llegaría a ser; cómo desplegó, cual cola de pavo real, una vida próspera rebosante de huecos y de carencias. En la novela Edward, refleja en el espejo distorsionado de la alegoría, su estado emocional, hecho de resentimiento y desamparo, tras la ruptura, o más bien tras el abandono de Susan, quien llegó a provocar un aborto, para apuntalar la separación (que en principio quería su madre, no ella). La muerte de la esposa y la hija en el relato no representa sino la muerte de la vida que pudo ser, la vida que ella negó porque no creía en sus aspiraciones creativas, en su consistencia, aunque más bien justificaba su incapacidad de desplegar las propias a través de la excusa de la perspectiva pragmática de la vida. El relato de la novela está surcado por la desesperación y la muerte, como el mismo cáncer terminal que padece el detective de polícia Andes (magnífico Michael Shannon), quien incentiva tomarse la justicia por su mano, reflejo de la justicia poética de la propia novela, apuntalada por el desplante final al que somete Edward a Susan cuando no acude a la cita de reencuentro que le había planteado.
Ford navega en esos senderos en los que concurren abstracción, alegoría, esteticismo y pregnantes atmósferas en una combinación en la que trama y caracterización psicológica se replantean desde otros ángulos en los que no son el conductor primordial. Se sitúa entre 'The Neon demon' de Nicolas Winding Refn y 'La llegada' de Denis Villeneuve. Mientras este propulsa la atmósfera, la escurridiza narración líquida, musical, en la senda de David Fincher, por lo tanto alcanzando cotas más complejas, Refn prioriza el componente estético, el diseño de plano, la composición, el decorado, la configuración espacial, y su turbiedad, que gusta deleitarse en lo tremendista, le acerca a su compatriota Lars Von Trier; como este también restringe la complejidad al impacto. Ford busca su sendero entre ambos, sin buscar tanto la turbiedad ni tampoco deslizar la narración en inmersiones que transgreden de modo más profundo, e hipnótico, la perspectiva de un relato que, aparte de parecer un ajuste de cuentas de Ford contra ese pragmatismo que siempre ha intentado e intenta anular las inquietudes creativas, cuestiona la misma construcción de la vida como relato, sobre todo cuando queda atrapada en la pasarela de las vanidades de las apariencias.
abel korzeniowski compone una extraordinaria banda sonora para 'Animales nocturnos', como refleja esta bellisima composición para los títulos de crédito iniciales.
domingo, 25 de diciembre de 2016
Silencio
Enajenación: Obcecación en que la realidad, y la voluntad de los otros, de la persona amada, se ajuste a una idea, una necesidad, un deseo, un modelo, un dogma, un sentimiento. La relación de la la realidad, por tanto, como si fuera un escenario, un espejo. Quien predica una doctrina, quien centra su vida en el modelado de otra voluntades, en su conversión a la percepción y representación que predica, caso de un sacerdote, no deja de ser la quintaesencia de ese desquiciamiento: Su fantasía es una Verdad. Su enajenación: la convicción de que porta y transmite la Verdad incuestionable. Instruye, salva y guía, cree que dota de consciencia de la realidad. Su dogma, su programa, es la partitura y el patrón que oriente y conduzca las voluntades ajenas. Es transmisor de la voz que le dicta, que sí sabe escuchar, para compartir el relato que instituye la forma de habitar la realidad y de relacionarse con la misma y los otros. Su enajenación es de tal envergadura que afirma que lo desconocido, la muerte, la interrupción de la película de la vida, es un tránsito a otra dimensión, otra película u otro escenario, además culminación. No sólo la realidad presente es dominada por el relato sino también la misma muerte, que no es interrupción sino continuidad. Quien predica una Verdad, quien se cree detentador de la misma, interviene en la realidad, y pretende propagarla y germinarla en cualquier otro ámbito geográfico y cultural.
En 'Silencio' (Silence, 2016), de Martin Scorsese, los sacerdotes católicos Rodrigues (Andrew Garfield) y Garrpes (Adam Driver) se obcecan en viajar a Japón, aunque les remarquen que allí los sacerdotes católicos son torturados y hasta ejecutados. Su empecinamiento se apuntala en el hecho de que no pueden aceptar la versión que enuncia que quien fuera su instructor, el padre Ferreira (Liam Neeson), ha renegado de sus convicciones y creencias y se ha amoldado al modo de vida japonés. Aceptar esa posibilidad sería como negar su Verdad. No creen que sea verdad, sino una falacia utilizada de modo conveniente para disuadirles de que no insistan en el adoctrinamiento en aquellas otras tierras, en el afán de iluminación de su verdad a aquellos 'otros' que ignoran la transcendencia y la verdad. 'Otros' que aspiran a que se conviertan en su reflejo en el espejo, por forma de pensar la realidad, como aspiran a que aquel 'otro' escenario sera reflejo del propio, como la quintaesencia del comercial, Belfort (Leonardo Di Caprio) disuade a otras voluntades para que adquieran lo que les vende, y toca la adecuada tecla del deseo: no difieren demasiado: venden una Verdad, un modelo de vida deseable, comparten enajenamiento y obcecación, sus propósitos les desquicia, aunque unos parezcan definirse sobre la pureza y el otro sobre la corrupción material , unos por la privación y el otro por el exceso, uno por la desposesión y el otro por la acumulación voraz, la hostia sagrada de uno es como el billete de dólar del otro, ambos representan una concepción de la realidad ( y su determinación). El propósito del viaje de Rodrigues y Garrpes, por tanto, es la doble demostración de una verdad, la de su doctrina y la de que Ferreira no ha modificado su concepción de la realidad. Se asemeja al viaje de Marlow con el propósito de encontrarse con Kurtz, en 'El corazón de las tinieblas', de Joseph Conrad, que Francis Coppola adaptaría en 'Apocalipsis now' (1979). Su trayecto, efectivamente, será apocalíptico.
En el cine de Martin Scorsese se pueden apreciar variaciones sobre la enajenación, la ofuscación por una meta o propósito (el éxito, ser el mejor, ser o sentirse 'alguien' aunque sea por delegación o emulación, convertir a otros, o sea modificar su visión de la realidad), cuyo reverso suele ser la incapacidad de saber desenvolverse con las emociones o sentimientos, que deriva en agresividad o violencia, en avasallamiento de los otros (el mundo), incluso en enfrentamiento armado, caso de 'Taxi driver', 'Toro salvaje', 'El rey de la comedia', 'Casino', 'El aviador' o 'El lobo de Wall Street', pero también 'La edad de la inocencia' o con otro trayecto, por la consecución de una liberación de la enajenación, 'Al límite'. 'Taxi driver' es la culminación de una enajenación, la de Travis (Robert De Niro), transmutado en un impostor con ínfulas de profeta salvador, ofuscado, en el vacío que le domina, por realizar un gesto de 'limpieza' o 'salvamiento'. primero colectivo ( su frustrado intento de asesinar al aspirante político), después individual, en pequeña escala, con el 'rescate' del personaje de la prostituta menor de edad, Iris (Jodie Foster), que no deja de representar, en cierto modo, un intento de suicidio, una precipitación en los abismos, que parece posibilitar que abandone la obcecación de sus fantasías previas, así como logre la superación de la frustración del rechazo que acrecentó su enajenamiento: su desapego en su reencuentro final con el personaje de Cybil Shepard, a quien había idealizado como fetiche trascendente sentimental: En su desquiciamiento, había desviado la humillación sufrida con el rechazo de quien anhelaba (como lo más elevado posible que dotará de sentido y propósito a su discurrir como espectro indiferenciado en el tránsito de la urbe) hacia la autoafirmación en otro tipo de salvamentos: debía liberar al mundo de su corrupción para no confrontar sus propias carencias y miserias.
En 'Toro salvaje', La Motta convierte su vida íntima, sus relaciones sentimentales, en otro cuadrilátero, que se diferencia poco del boxístico. Su compulsión de control, su recelo crónico, desquicia su percepción, incluso llega a pensar que su esposa mantiene un relación con su hermano. Arrolla y atropella a los que les rodean, convirtiendo la convivencia en la amenaza de un apalizamiento. La conclusión, un recitado ante un espejo, ya que ante un espejo siempre vivió siempre incapaz de discernir la realidad y a los otros,empecinado en que el mundo fuera un mero reflejo de su necesidad, un escenario a ajustado a su voluntad. En su sótano tiene construido, recortados, remedos de figuras y decorados que recrean un estudio de televisión, ante los que actúa, como si escuchara sus carcajadas, Rupert Pupkin (De Niro), reflejo de su empecinado objetivo, para el cual cualquier medio es válido, tal es su ciego y desquiciado obcecamiento: llegar a ser un comediante de éxito, el rey de la comedia. Vive una ficción, vive para ella. Rodrigues se mira en el reflejo del agua en un arrollo y se superpone sobre su rostro el icono de Cristo. Es lo que siente que representa, es su intermediario con la realidad, sin comprender que es la máscara, la distorsión perceptiva, que le enajena,
En 'Casino', Rosenthal (De Niro), el hombre que todo lo parece dominar y gestionar en el escenario del juego, un casino, y que llega a afirmar que “hay 3 maneras de hacer las cosas: la correcta, la incorrecta y la mía”, no logra que su esposa, Ginger (Sharon Stone), le ame como quiere que le ame. Scorsese vuelve a diseccionar la enajenación y la obsesión, la compulsión de quien no asume que la realidad no sea como quiere (como las gafas de culo de botella que porta al final). Puedes controlar la banca, pero siempre habrá alguna una fisura. Escenarios: casinos, cuadriláteros, estudios de televisión, las mismas calles de una ciudad, los espacios naturales de un país extranjero. En 'Silencio', Rodrigues no mantiene una relación sentimental, su amor abstracto es la idea de Dios, quien piensa que existe y que por tanto le habla. Los otros, los que tienen que adaptarse a su mirada, extensiones de sí mismos, son los campesinos pobres del Japón, que sufren los abusos de sus señores feudales. En los primeros pasajes de su estancia en Japón, Rodrigues y Garrpe viven las privaciones, la miseria de vida de esos campesinos. Las primeras interrogantes azotan la conciencia de Rodrigues: Por qué su Dios permite que vivan en esas condiciones desoladoras y paupérrimas. También: ¿por qué debe permitir que sufran las torturas de quienes les instan a que renieguen de su concepción de la realidad y de la transcendencia?. ¿Importa más la fidelidad a una idea abstracta que el padecimiento físico, incluso la muerte? ¿Qué derecho tiene a determinar la vida de otros?
En 'A limite' (1999), Frank (Nicolas Cage), es un conductor de ambulancias y sanitario, desesperado porque parece que lleva una racha en la que no logra salvar vidas. Un anhelo exasperado ya por no contrarrestar tanta desolación a su alrededor logrando ya no sólo el hacer sentir bien a otros, sino incluso salvarles, ayudarles a superar su dolor y extravío, y ese último límite de vulnerabilidad que es la muerte. Su inspiración es la piedad, por eso, la narración culmina con ese bellísimo último plano de Frank abrazado a la mujer que ama, Mary (Patricia Arquette), inspirado en la figura de la escultura de 'La piedad' de Miguel Ángel: el símbolo de esa piedad que es empatía al otro. Rodrigues quiere salvarles, pero ¿les ayuda a superar el dolor o más bien propicia que lo sufran predicando su doctrina o dogma? ¿Les salva o simplemente les conduce a la muerte a aquellos que son ajusticiados? Quizá lo buscan ese mero alivio, quizá si sacrifican sus vidas no es por la idea abstracta, una concepción religiosa, un Dios, sino por la figura referencial, el sacerdote, que les transmite alivio con sus promesas de una vida posterior, tras la muerte, que será más prospera y menos dolorosa que la presente. Lo que necesitan es una Ilusión que sientan como Verdad, la promesa de una futura vida carente de precariedades, privaciones y sinsabores. El sacerdote logra 'venderles' la certeza de que así será.
En la sublime 'La edad de la inocencia', Archer (Daniel Day Lewis) es incapaz de rebelarse a un entorno social, tan codificado como rígido, tan atento a las apariencias como a las arteras estratágemas sociales, un espacio de conveniencias y contratos, de intercambios sociales interesados, y, por ello, proclive a la doblez y a la hipocresía: otro cuadrilátero de doctrinas y dogmas que se imponen a sus habitantes. Archer es un sumiso social, que no se ve capaz de salirse de la línea uniformizadora, de liberarse de la fuerza de la representación, del teatro social de máscaras. También se ofusca con la dramatización de la sublimación romántica, incapaz de materializar su amor con la mujer que ama, la condesa Oleskaya (Michelle Pfeiffer). De hecho, no es presentado espectador de una opera; el Ideal es un escenario, una proyeccíón en la distancia, Pero con la emoción se desenvuelve torpe en la proximidad, y el dogma del escenario social le convierte en prisionero de unas pautas de comportamiento y elecciones convenientes, como lo fue de los fulgores de una atracción romántica, quizá el mero fulgor de una ilusión que vivió como un sueño. Quizá por eso en la secuencia final, años después, prefiere no reencontrarse con la mujer amada, ya envejecida, y sí quedarse con los brillos de un reflejo en la ventana, y alejarse de lo que no fue capaz de vivir. En 'Silencio', Rodrigues, que no sublima el amor romántico sino una idea o entidad religiosa, y una figura, la de Ferreira, se enfrenta a la decepción, a la disolución de la película montada como Verdad trascendente, cuando se confronta con quien le instruyó. ¿Quién eres, qué disciernes, si quien te injertó una concepción de la vida, ha modificado su perspectiva? ¿Cuál es la verdad, cuando hay diversos ángulos? ¿A qué Dios escuchabas cuando según qué cultura hay uno u otro, cuando no varios? Intentabas modificar una realidad ajena, pero eras incapaz de preocuparte por su mirada, por sus valores, ignorante de que tienen su particular Díos, de que tienen otra concepción de la realidad. Invadías su realidad, como un intrusión violenta que capturaba mentes que convertía en cautivos de su concepción de la realidad. La violencia de aquellos que intentabas convertir defendían de manera expeditiva su particular feudo del mismo modo que querías imponer tu feudo con la convicción de que detentas una verdad incuestionable.
En la extraordinaria secuencia culmen en la que Rodrigues se enfrenta a la decisión de negar su creencia, pisando el símbolo de su Verdad, una imagen de Cristo, para salvar la vida de unos acólitos japoneses que son torturados cabeza abajo, cubiertos por un saco, mientras lentamente gotea sangre de una herida abierta en su cabeza, la banda sonora se hace silencio, con la excepción de una voz que él identifica como la de Jesucristo, pero esa voz, que es invención, la distorsiona, para creer que es real, con la voz de su superior en la Orden, el Padre Valignano (Ciaran Hinds). No conoce otra voz superior, es la más alta instancia institucional que conoce, tiene que dotar de realidad a la voz que no responde sino con el silencio. Posteriormente, afirmará que en el silencio de Dios se escucha precisamente su voz, otra forma de engañarse para no asumir que su Verdad no lo es. En los años posteriores, hasta su muerte, seguirá negando ante los otros, sus creencias, pero en su interior, aunque se haya abrasado su concepción de la realidad, por las pruebas que esta misma le indica, persiste el reducto del enajenamiento, la fantasía de que hay una entidad trascendente que le transmitió una Verdad. Simplemente, aceptó una derrota en vida, la vergüenza de su negación, pero no se desprendió en su feudo interno la convicción de que su versión, su escenario, su espejo, es la Verdad. Niega el silencio que revela lo real. Por eso, cuando arde su cadáver, en sus manos sostiene un crucifijo. Aunque ante los otros aparentó lo que no pensaba ni sentía, en su interior siguió sangrando boca abajo aunque creyera que miraba en silencio hacia las alturas.
sábado, 24 de diciembre de 2016
Trolls "Sound of Silence"
Una de las secuencias que integrarán la antología de lo mejor de este año sin duda es el momento musical de 'The sound of silence' de 'Trolls' (2016), de Mike Mitchell y Walt Dohr. La nueva entrega de 'Ice age' brillaba en las secuencias protagonizadas por la ardilla Scratch, no carecía de buenos momentos 'Buscando a Dory', pero en animación, junto a 'Anomalisa', de Charlie Kauffman y la alabada 'Kubo y las dos cuerdas mágicas', de Travis Knight, la poco atendida, cuando no ignorada con adusto desprecio de adulto fosilizado, 'Trolls' me ha parecido la muestra de animación más estimulante de este año (entre lo que he visto, incluidas producciones japonesas como la apreciable 'El recuerdo de Marnie', de Hiromasa Yonebayashi y la ferviente y unanimamente admirada 'El cuento de la princesa Kaguya', de Isao Kagahata, la cual reconozco que se me indigestó). 'Trolls' es una obra que combina el impulso vital de quien siente inclinación a celebrar la vida con una canción y un abrazo y el humor negro de quien sabe que la vida no es sólo cupcakes y arco iris. Y no es sólo para niños a no ser que seas un Bergen, o sea un muerto en vida.
viernes, 23 de diciembre de 2016
Radiohead - Daydreaming
Extraordinarios videoclpis como este superan al 90 % de lo que se estrena en las pantallas...Buscar, soñar...Seguir buscando, seguir soñando...el umbral en algún lado...dormir, soñar, tal vez arroz con leche...Me voy a Bilbao por unos días, por lo menos para variar la dirección por un instante... algún día la bellota será mía...
martes, 20 de diciembre de 2016
Passengers
Planificamos la vida como si pensáramos que la realidad se amoldará a nuestra voluntad, pero quizá sólo seamos pasajeros del curso de los acontecimientos, destino o aleatoriedad. En algún momento, quizá necesitamos romper con una dinámica de vida, que más bien nos parece rutina mecánica, en la que sentimos que vivimos con figuras y acciones sustitutivas. Y sentimos la necesidad de renovar nuestro escenario de vida, dar un volantazo a la inercia en la que parece sumida nuestra existencia, que puede no estar carente de comodidad, y saltar al vacío en la apuesta por una nueva dinámica de vida con la que sintamos que es nuestra voluntad y disposición la que construye desde la nada. Pero la ruptura con la cómoda familiaridad, por mecánica que nos parezca, puede estar expuesta a unos imprevistos que se pueden definir por la contrariedad. Duermes en vida, despiertas, o intentas despertar transformando tu escenario vital, y quizá ese despertar sufre la contrariedad que se asemeja a una condena, un vacío. En 'Passengers'(2016), de Morte Tyldum, Jim (Chris Pratt) viaja en estado de hibernación, acompañado de otros 5000 pasajeros, rumbo a un planeta distante, tanto que el recorrido durará 120 años. Pero por una imprevista avería, un fallo que no se concebía siquiera posible, despierta cuando tan sólo han transcurrido treinta años. Se enfrenta a la perspectiva de noventa años de soledad. Y a la dilatación del tedio porque las posibilidades recreativas además de limitadas pronto se angostan en la recurrencia. Cual náufrago en una isla que es una nave espacial en el espacio desespera. Su única compañía, el robot camarero (Michael Sheen), es el reflejo de aquel de quien ha huido en sí mismo, su dedicación pretérita de mecánico en una vida configurada como serie de sustituciones. Soñaba con convertirse en una figura que transcienda esa vivencia a ras de suelo, pero el nombre del robot, Arthur le devuelve un reflejo de caustica sonrisa congelada, como la de la indiferencia de la aleatoriedad.
La nave se asemeja a una flecha o a un volante, pero no parace que la duración se defina por la dirección ya que amenaza la circularidad del vacío. La nave se llama Avalon, como la isla mítica en la que las leyendas dicen que reposa el cadáver del rey Arturo. Jim no reposa sino que despierta y se enfrenta al vacío, es rey de la nada, en la que parece destinado a surcar en la repetición hasta su muerte. Como rey de su isla en forma de nave estelar dirime si, para aliviar su irreparable circunstancia, influye en el destino de otra vida. Dirime si despierta o no a una mujer, con nombre de bella durmiente, Aurora (Jennifer Lawrence). Dirime si determina la vida de otra persona en función de su circunstancia. Es un trance en el que nos encontramos en el curso de la vida, cuando queremos que la realidad se acomode a nuestras necesidades, y eso puede implicar que exijamos que la voluntad de los otros se subordinen a la nuestra. Puede ser que esa apuesta propicie una conjugación de voluntades que comparten la reciprocidad amorosa. Quizás los acontecimientos los vivas como si surcaras una constelación de fuego de nombre Arturo. Te sientes un rey, y tu circunstancia resplandece. Puede, en cambio, que sean dos personas que colisionen, con lo cual puedes propiciar otro tipo de condena en un viaje que durará toda tu vida.
Puede que a la otra persona, si se da el primer caso, no le importe demasiado que hayas decidido en su lugar, marcando inexorablemente su destino, o puede que le parezca una acción semejante a un crimen. Eso puede suscitar otro grave cortocircuito. Disfunciones del sistema. Alteración del centro de gravedad. Y su arreglo supondría el mayor desafío. Implica solucionar una avería que afecta a todo tu sistema, la definición del propio escenario que puede no ser el que soñabas, o es una derivación imprevista que puede convertirse tanto en sueño realizado como en pesadilla siniestra. El curso de la vida pasa por lograr superar las contrariedades, y ajustar las circunstancias sobre la conjugación de la voluntad propia con las ajenas. A veces, se realizan decisiones desesperadas que se sabe que no son las más justas, y los resplandores pueden convertirse en llamas, pero quién sabe cuál será el curso de los acontecimientos si sabes rectificar con otros gestos que hagan sentir que el escenario no sólo se define en función de uno mismo. En esa ecuación funambulista entre pasajero y rey son necesarios los sacrificios para que el viaje no sea solitario.
El excepcional talento de Thomas Newman vuelve a brillar en esta banda sonora.
lunes, 19 de diciembre de 2016
Frantz
Desearías sustituir al cuerpo muerto cuya vida extrajíste. Deseas que otro cuerpo reemplace al cuerpo muerto del que amaste como si se dotara de vida de nuevo al sueño de amar. Ante una lápida, miras el espacio que desearías ocupar por el remordimiento de haber infligido un daño irreparable. Ante la lápida donde yace el hombre que amaste ves a un hombre que deja flores. De la muerte puede brotar vida, una figura que es otra podría ser la misma en el escenario de los sueños. Es otra, pero al sentir que es la misma, la ilusión de continuidad conjura la interrupción y la pérdida. Las ficciones pueden aliviar el dolor, las ficciones pueden dotar de vida a la desesperación que empuja a precipitarse en la muerte. Los sueños son cantos ante la oscuridad y el vacío. Los relatos, la disidencia de la imaginación ante lo que inevitablemente desaparece. El pulso del latido de la ilusión que injerta música en lo que la finitud derrumba. Francois Ozon realiza con 'Frantz' (2016) una muy sugerente variación de la excelsa 'Remordimiento' (Broken llulaby),de Ernst Lubitsch. Amplifica las perspectivas en una sucesión de ficciones que contrastan con su color y música la desolación y el silencio de la pérdida y la aflicción. El relato dota de vida, no importa que sea pura invención. El color se alterna con el blanco y negro, un forcejeo entre la vida y la muerte: Los instantes de armonía, la ilusión de plenitud, de música que rebosa, la vibración de la naturaleza, de la invención que reemplaza en la evocación al vacío de la pesadumbre, al recuerdo de una muerte.
Frantz es el nombre del cuerpo ausente, del cuerpo muerto, de la emoción dañada, del amor truncado. Es la pantalla o el hueco para Anna (extraordinaria Paula Beer), su novia, y para Adrien (Pierre Niney), el hombre que le mató en una trinchera en un combate durante la pasada I guerra mundial. Frantz es, representa la herida, la falta. Ambos cruzan un túnel que desean superar, para que no sea un abismo en el que sumirse. Anna observa a aquel cuerpo vivo ante la lápida del cuerpo muerto, y se interroga sobre quién será. Un cuerpo irrumpe para la mirada que había dejado de soñar. Un cuerpo que ilusiona. Un cuerpo que relata a ella y a los padres los momentos compartidos con, respectivamente, su amado y su hijo, la música que compartieron. El color irrumpe fugaz cuando él toca el violín como lo hacía Frantz, pero él sufre un desmayo, como si el centro de gravedad de la realidad le dominara. El padre deseará que sea quien ahora posea el violín que aquel tocaba: música que se reemplaza, es la misma pero es otra, vida de nuevo. Pero aquel color que acompaña las evocaciones es ilusorio como los relatos inventados. El ansia de no infligirles pesar forcejea con la necesidad de revelarles la verdad, porque busca su perdón.
Una presencia que le hace sentir a Anna de nuevo viva. Ese cuerpo que observa cuando surge del agua, esas heridas cicatrizadas, las cicatrices de quien sí sobrevivió a la guerra, como un muerto que ha revivido. Un cuerpo que revelará que fue el que extrajo la vida del hombre que amaba. Una presencia que se convertirá en ausencia cuando desaparezca. Una desaparición que determina que ella quiera desaparecer, como si una doble desaparición fuera demasiado insoportable, por lo que opta por sumergirse en las aguas, como sus emociones siente ahogadas. Un cuerpo ausente que buscará, cuando viaje a Francia. Una ilusión que perseguirá, rastreará, como un vértigo que la arrastra con la promesa de un refugio, el refugio del sueño. Un cuerpo que temerá también haya desaparecido irremisiblemente, que haya sido arrebatado también por la muerte. Ante una lápida descubrirá que aquel apellido no corresponde sino a un familiar. Pero el sueño también se trunca cuando descubra que otro cuerpo ocupa su vida. Aquel cuerpo ante una lápida es ahora un cuerpo con otra mujer. Y la pregunta brota: ¿A quién ama? ¿Necesitaba reemplazar el vacío, la falta, cicatrizar la herida? ¿Ama a este hombre? ¿Le ama él a ella? ¿Le impide hacerlo los remordimientos, el revivir en aquella mujer el daño que infligió? Los sentimientos se confunden, los labios se buscan, pero a la vez se distancian.
Una pintura de Manet sobre un hombre que se ha suicidado se diversifica en los reflejos. Es un cuadro que ella observa en el Louvre. Es una pintura con la que se reencuentra en la habitación en la que le alojan en la mansión de la familía de Adrien. Una habitación en la que la otra mujer en la vida de Adrien irrumpe para señalizar que aquel escenario es el suyo no el de ella. Intuye que ilusión ansia realizar, como también la madre cuando les observa interpretar a los tres música. Anna pierde el compás, porque siente que su sueño lo pierde. Cuerpos muertos, ilusiones que intentan dotar de vida, reflejos que confunden, relatos que alivian la pesadumbre o la decepción. Para qué saber lo que sólo puede aportar dolor. Para qué relatar que no se cumplieron los sueños. Ante la pintura del suicida de Manet, junto a un hombre que se asemeja a Adrien, el color se enciende en la mirada de Anne. En los relatos y en los reflejos se afirma la vida.
Esta excelente obra se estrena el 30 de diciembre.