lunes, 14 de noviembre de 2016
Sully
En la elección de un título, 'Sully' (2016), de Clint Eastwood, se adivina la resonancia de una serie de preguntas. ¿Quién es Sully? ¿Qué representa? ¿Qué hizo o dejó de hacer? ¿Su logro fue consecuencia de la pericia o un golpe de suerte? ¿Es un héroe o un incompetente al que le sonrió la fortuna? 'Sully' se inicia con los miedos, con los dilemas, con las turbulencias del yo que se cuestiona a sí mismo. Comienza con la conmoción y el temblor, con el pánico posterior que piensa en la catástrofe que pudiera haber sido. Comienza con la onda expansiva emocional que sacude a Sully (Tom Hanks), como el vapor que emana en el cuerpo que amenaza con derrumbarse tras la tensión vivida. Comienza con las interrogantes sobre lo que hizo o dejó de hacer porque sus decisiones son puestas en cuestión por el Comité que investiga el accidente. El mismo se pregunta si reaccionó como debiera. Salvó las vidas de 155 pasajeros y la de los tripulantes del avión que pilotaba realizando un amerizaje de emergencia sobre las aguas del río Hudson. En los más de cuatro minutos que duró el trance entre que una bandada de aves colisionó con el avión, averiando los dos motores y ese amerizaje no consideró que fuera posible realizar un aterrizaje en dos aeropuertos cercanos, porque hubiera supuesto un desastre.
'Sully' comienza con las interrogantes, prosigue con las versiones ajenas, con las perspectivas de otros durante el vuelo y amerizaje (los pasajeros) y la puesta en duda de su decisión basadas en simulaciones, y concluye con el contraste cuando la simulación aplica las variables de las turbulencias y convulsiones de lo real (el factor humano, la tensión del momento, la conmoción ante lo imprevisto, el tiempo de reacción: en las simulaciones hay previsión de lo que va acontecer). ¿Cómo se interpreta la realidad si no se vive, cómo se interpreta desde la distancia que sólo ve un cuadro de factores, un entramado de ingeniería? ¿Qué apariencia tiene la realidad si no se es el otro? Sully en principio es calificado como héroe, pero la matemática de los factores que no considera la variable humana (la capacidad de reacción y las decisiones por reflejo y conocimiento intuitivo) de Sully, pone en cuestión la lucidez y pertinencia de sus reacciones (en cierta medida, por la ofuscación de los intereses: el error humano favorecería los intereses de las aseguradoras como eximiría de responsabilidad a la empresa).
En el cine de Eastwood se ha explorado y analizado tanto las figuras individuales que son consideradas como héroes. Ha explorado sus sombras, sus contradicciones, miedos y heridas. Sully es alguien que simplemente sabe realizar su trabajo, alguien con cuarenta y dos años de experiencia como piloto que, en una circunstancia excepcional de peligro, sabe reaccionar con los suficientes reflejos que provienen del conocimiento de su tarea. Pero no deja de preguntarse si hizo lo correcto. En el cine de Eastwood también se ha explorado cómo las instancias del poder manipulan y distorsionan la representación de los hechos, o cómo la sordidez de sus intereses intentan superponerse, como es este caso. No basta con que haya 155 vidas salvadas, hay intereses que deben protegerse. Su turbiedad pone en entredicho la capacidad de entrega de quien supo, sin pensárselo, salvar la vida de otros realizando su tarea. Por eso, lo que representa Sully es una integridad que destaca en un paisaje de turbios intereses mercantiles y financieros.
Su figura se convierte en un emblema de cohesión, que sutura las heridas de un conflicto que se arrastra desde el 2001 cuando dos aviones se estrellaron contras las Torres gemelas. En la pesadilla inicial de Sully, en la que imagina en la primera noche, tras el amerizaje, que el avión se estrella contra un edificio de New York, resuena las huellas de un temblor pero también los fantasmas de corresponsabilidad de los intereses turbios del propio país en aquellos hechos. ¿Se hizo todo lo que podía hacerse o se dejó hacer? Y también ¿Por qué pensar lo peor? ¿Por qué dejarse dominar por el miedo o por el recelo ante otra posible catástrofe? En 'Francotirador' se ponía el dedo en la llega con respecto al necesario olvido de ese ansía de vengar la afrenta. Ya desde el 2003, desde 'Mystic river' no ha dejado de poner el dedo en esa llega, cuando indicó los cadáveres enterrados que la ciega ansia de venganza oculta tras los desfiles celebrativos. Desde el dueto 'Banderas de nuestros padres/Cartas de Iwo Jima' a 'Gran Torino' ha planteado cómo la amenaza no proviene del exterior, de otras razas u otras nacionalidades, que quizá la corrupción está en el interior, como evidenciaba 'El intercambio'. El modelo que representaba el político sudafricano, en 'Mandela' se contrastaba con su opuesto, el político estadounidense Hoover en, 'J Edgar', otro implacable análisis de los abusos de poder, como en 'Ruta suicida', 'Sin perdón' o 'Poder absoluto'. En 'Sully' apuntala que es necesario mirar en la dirección que señala hacia el rescate de la unión. Y la figura aglutinadora es una mirada que no deja de interrogarse sobre lo que realiza, que tiembla con expresión de liberación cuando le notifican que todas las vidas que dependían de él están a salvo. La mirada que hizo firmeza de su temblor para convertir el agua en cimiento, en suma, lo que no parecía concebible. Quizá haya que reconstituir con otros parámetros la mirada sobre la realidad.
La excelente banda sonora está compuesta por Christian Jacob y The Tierney Sutton Band, y el tema principal por Clint Eastwood.
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