viernes, 3 de julio de 2015
Los minions
Ya están aquí. Por fín llegan Los Minions a nuestras pantallas. Si hubieran sabido de cierta ley no se hubieran ido a Londres en busca del mejor villano o de la mejor villana a la que servir sino a este país. A alguien escuché al salir de la sala, cuando le preguntaron qué le había parecido 'Los minions' (2015) de Kyle Balda y Pierre Coffin: Ya sabes, para niños. Pues él se lo pierde. Un disfrute de parecido calibre al de las dos partes de 'Gru, mi villano favorito'. Hay gags memorables en esta odisea de Kevin, Stuart y Bob en busca de un villano al que servir tras permanecer durante siglos en una cueva helada en un inhóspito paraje en el que sólo aparece algún que otro yeti. Algunos de esos admirables gags ya se desvelaban en el trailer: la sucesión de amos villanos a los que matan accidentalmente, desde que se origina la vida en la Tierra (entre ellos Dracula y Napoleón). Son así, son serviciales, son felices siendo sirvientes o esclavos, pero duran más que cualquier arrogante que quiera dominar el universo o la comunidad de su barrio. Y hasta pueden acabar de reyes sin pretenderlo, y sacar la espada de Excalibur, y ser gigantes que se pasean por Londres como un amarillento King Kong. En 'Los minions' Tiene lugar el partido de futbol más hilarante visto, con permiso del de 'La bruja novata' (1971), de Robert Stevenson. Y hay un momento, el de Bob cantando a una rata el 'Aud lang syne' cuando tienen que separarse que puede entrar en cualquier antología de lo que sea. Los minions son un universo aparte, y dota de vida a este lívido universo humano
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