domingo, 5 de abril de 2015

The man who wouldn´t die

El hombre que no moriría, al que alude 'The man who wouldn´t die' (1942), de Herbert I Leeds, quinta intriga detectivesca, de la serie de siete producida por la Fox , protagonizada por Lloyd Nolan, en la piel del investigador privado Michael Shayne, parece que tiene el don de la resurrección. O quizás tenga truco. Es de lo que se encargará de dilucidar Shayne, cuando soliciten sus servicios, ya que su amiga Catherine (Marjorie Weaver) teme que esa siniestra figura quiera volver a disparar sobre ella mientras intenta dormir. Si su padre, Dudley (Pau Harvey), está convencido de que todo se debe a una pesadilla de su hija no es sino porque la noche anterior él, y tres amigos suyos se habían encargado de enterrar el cadáver de ese hombre. O eso había dictaminado uno de esos tres hombres, el doctor Haggard (Henry Wilcoxon). Shayne no cree en lo sobrenatural sino en los trucos, ya empezando con el hecho de que no es muy habitual que los fantasmas hagan uso de pistolas.
'El hombre que no moriría' combina con habilidad la atmósfera tenebrosa, como refleja esa secuencia inicial de figuras en la noche bajo la lluvia coreografiada con dilatados movimientos de cámara, o la aparición de esa figura siniestra, una sombra con ojos iluminados, como si fuera una aparición espectral de ultratumba, con los toques de humor, destilados por la aguda sorna del personaje de Shayne, el contraste con el torpe inspector de policía, Meek (Olin Howlin) o a través de secuencias planteadas sobre los equívocos, en la genuina tradición de la screwball comedy: Marjorie le pide a Shayne que se haga pasar por su marido, con el que se acaba de casar (por lo que su padre aún no le conoce), para así investigar en la casa sin necesidad de que sepa su padre que es un investigador privado: era de esperar la secuencia en la que aparece el marido, lo que propicia una secuencia resuelta con vivaz ingenio a tres bandas porque está también presente el perplejo padre.
El equilibrio con que transcurre la obra se evidencia en cómo realiza la transición a la siguiente secuencia recuperando la investigación detectivesca, o en cómo conjuga ambos aspectos, lo cómico y lo siniestro, en la secuencia en la que Shayne está a punto de electrocutarse con una de las máquinas del laboratorio del doctor Haggard. Esta producción es un ejemplo de las series de intriga de serie B, de una hora duración, habituales en la década de los treinta y cuarenta, como las protagonizadas por The falcon, The saint, Mr Moto o Charlie Chan, entre otros. Michael Shayne fue una creación literaria de Brett Holiday, quien escribiría cincuenta obras con este personaje entre 1939 y 1958, pero 'The man who wouldn't die' adapta 'No coffin for the corpse', de Clayton Rawson, protagonizada por otro detective, The great Merlini, algo habitual en estas series. De hecho, en la séptima de la serie 'Time to kill' (1942), también dirigida por Leeds (quien dirigió las cuatro últimas de la serie) se adaptó 'La ventana' de Raymond Chandler, cuya novela 'Adiós muñeca' también había servido de inspiración para la tercera producción de la serie 'The falcon'.

1 comentario:

  1. Ni punto de comparación con "Ben Hur" de Wyler que supongo habrá seguido esta tarde de domingo en la 1. ¿No...? ¡Usted es un hereje!

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