lunes, 1 de diciembre de 2014
We dive at dawn
El mismo año que se estrenó la obra que marcó el patrón de las películas que transcurren en un submarino, 'Destino Tokio' (1943), de Delmer Daves, también lo hizo la estimulante producción británica 'We dive at dawn' (1943), de Anthony Asquith. El dúo protagonista podría verse como la representación de la convención y de las singularidades de esta obra. Por un lado, el eficiente capitán Taylor (John Mills), figura siempre próxima para su tribulación sin remarcar su autoridad. Es una extensión del propio submarino, y transmite la necesaria firmeza que mantiene la cohesión de su tripulación y su ánimo en los momentos adversos. En la obra no faltan secuencias características del género: el desafío de cruzar una zona de minas flotantes o una red que se hace necesario rasgar; el ataque con torpedos a un acorazado, el Branderburgo, la misión que están destinados a realizar, una secuencia de medida tensión (como la misma minuciosa medición de distancias que realiza el capitán con el periscopio); el lanzamiento de cargas profundidad; la artimaña para hacer creer que han sido hundidos; o la forzosa permanencia en las profundidades por problemas de suministro o técnicos. Por otro lado, el responsable del sonar, Hobson (Eric Portman). Es el personaje que se desmarca del resto de la tripulación y quien sufre el más remarcable conflicto personal. En las secuencias iniciales, antes de que inicien su misión, queda evidenciada su distancia con su esposa, lo que hace plantearse si tomar la decisión de separarse, aunque es manifiesto, por su actitud, que no es su deseo. En estas secuencias se reflejan las precariedades o indeterminaciones en la vida civil, en la retaguardia, que serán solucionadas tras la conclusión de la misión.
Reflejo, al fin y al cabo, de unos tiempos de guerra en los que podía tenderse al desaliento. Se hacía necesaria la cohesión y la determinación. Hay otros personajes en los que se refleja esto también, aunque con un tono menos grave. Las reticencias del artillero Corrigan (Nial McGinnis) sobre casarse ya, que la novia toma como falta de interés cuando su boda es frustrada por la imprevista llamada a servicio. O el duelo entre otros tripulantes por una mujer, y el ocurrente uso que se da al tatuaje de su nombre como particular estrategia de 'combate'. Hobson es alguien que resulta crucial en varios momentos de la misión. Es quien tiene conocimientos de la lengua alemana, por lo que es capaz de entender lo que discuten los tres pilotos alemanes que capturan. Y en la secuencia climática es quien plantea la solución para no tener que entregarse y en cambio sí conseguir el necesario suministro para el submarino, lo que implica su incursión en la base alemana de una isla danesa. La conclusión, como apunta el capitán, el relevo de otro submarino, como el autobús de cada línea, para realizar otra misión. Y en la retaguardia, los lazos consolidados con más firmeza.
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