lunes, 21 de abril de 2014
El viento se levanta
El viento se levanta, y un sombrero, una sombrilla o un avión de papel se convierte en el lazo de un hilo invisible que une a dos corazones que despegaran juntos como si el sueño, provisionalmente, desafiara al tiempo, y lograra superarlo. El viento se levanta, ¡hay que intentar vivir! claman los versos de Paul Valery, pista de despegue de 'El viento se levanta' (Kaze tachinu, 2013), de Hayao Miyazaki, una obra de otro tiempo, el de antaño y el de los sueños. Es una obra que parece surgida de los pliegues del tiempo, como si hubiera brotado directamente de la década de los cuarenta. Entonces, Leslie Howard dirigió 'El gran Mitchell' (1942), una obra centrada en un ingeniero aeronáutico que diseñó el avión 'spitfire', decisivo para la resistencia aérea británica frente a los alemanes, tan dedicado a su tarea que puso en peligro su salud. 'El viento se levanta' se centra en Jiro Horikoshi otro célebre diseñador de aviones, como el Mitsubishi A5M y el Mitsubishi A6M Zero. Cuatro años antes, Frank Borzage había rodado una de sus numerosos hermosos melodramas, 'Tres camaradas', en el que la protagonista femenina padece tuberculosis, la enfermedad que padece el amor de Jiro, Naoko.
Entre los sueños navega Jiro, entre la realidad y la imaginación, en la que dialoga con su referente, el ingeniero aeronáutico italiano Caproni. La narración oscila entre ambos territorios. A veces, ambas se conjugan, como los momentos que surcan juntos él y Naoko, como si se elevaran sobre la vida, desafiando a toda caída. Su vínculo desafía a la lógica. Ella reza para que él aparezca, junto a un estanque, y él aparece. Él piensa que ella no quiere que permanezca junto a ella, pero su seria expresión no es sino la del asombro ante la realización de lo inconcebible. Por eso, las lágrimas que brotan de su rostro son las de la felicidad. A veces, parece que una pesadilla irrumpe en la realidad como el devastador terremoto de 1925 que asola Tokio. Una ola que sacude los cimientos de la vida, como si pusiera la realidad del revés, minutos después de que la vida de Jiro se haya visto sacudida, conmocionada, por un terremoto que vincula realidad con el sueño, tras que haya conocido a Naoko, quien ha recuperado el sombrero de Jiro que un golpe de viento se había llevado.
Oscila la vida entre despegues y caídas, sueños y pesadillas. Sombras que irrumpen, como el judío que es perseguido en las calles alemanas. Jiro quiere vivir en un mundo con pirámides, un mundo que se eleve con la belleza, como representan para él los aviones. Aunque pesaroso, tenga que lamentar como sus inventos sean utilizados como arma de destrucción, como el sueño con Naoko tiene un fin, una derrota anunciada por una tuberculosis que implacable arrasa el cuerpo de Naoko, como aquel terremoto arrasó la tierra cuando la conoció años antes. Jiro hace de la creación de criaturas aladas una victoria de la imaginación, una celebración de la belleza, de la superación de los límites, como vive intensamente cada instante que comparte con Naoko, porque en cualquier momento puede ser último. En esos instantes 'El cielo se levanta' se entronca con aquel cine de antaño, aquel que respiraba con una emoción que despegaba en cada aliento narrativo en el cine de Borzage.
Mira hacia atrás, y saluda a los que diseñaron naves aéreas de celuloide que surcaron los vientos de la imaginación con el esplendor de la emoción. Sacrificios que se deslizan discretos en un fuera de campo. Golpes de viento que anuncian un silencio, el de la pérdida. Un movimiento hacia la ausencia irreparable. Naves aéreas conquistan el firmamento, a la par que otro firmamento se desvanece, un fulgor de luz que ya habitará sólo los sueños que se trenzan en los recuerdos. Y aunque haya habido destrucción, y la enfermedad venciera al cuerpo, Jiro realizó sus sueños, diseñar una nave que surcara el cielo como ninguna hasta entonces, y surcar la vida junto a Naoko, como si juntos crearan un firmamento, ese que vivían cuando se levantaba el viento, el viento que brotaba de su luminosa unión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario