sábado, 7 de diciembre de 2013

Gladiatorerna

En 1969, los gobiernos de las principales potencias del mundo, alineadas o no-alineadas, para evitar una guerra nuclear, han decidido realizar, para descargar los instintos agresivos, unos Juegos de la paz, una variación del circo romano, en la que soldados de diversos ejércitos, tanto de la facción occidental (en la que se incluyen países africanos o asiáticos, como Vietnam) como de la oriental (que se restringe a China) tienen que superar una prueba, alcanzar cierto objetivo. Para ello tienen que sortear los obstáculos, con munición real, que interponga el Sistema, administrado por un par de operarios del país neutral donde se realicen la prueba, en este caso, Suecia. Los principales cargos de cada ejercito son espectadores del desarrollo de la prueba que, al mismo tiempo, es televisada en varios países, con el apoyo pertinente de unos sponsors (verbigracia, una marca de pasta italiana). Recientemente, la premisa argumental de 'The purge' (2012), de James DeMonaco partía también de la idea de un día en el que se permitía cualquier crimen sin que ninguno fuera sancionado, para liberar los instintos agresivos, y así de este modo reducir el porcentaje de acciones delictivas durante el año. Es un ejemplo del carácter adelantado y visionario no sólo de esta producción sueca, 'Gladiatorerna' (1969), sino de la obra en general de Peter Watkins.
Hay algo muy inquietante y preocupante en el hecho de que su cine haya tenido tan escasa difusión, tanto en cadenas televisivas (esta misma no se ha emitido en ninguna cadena sueca), como en ediciones de dvd. Quizás no haya un cine de resistencia más incisivo que desde los sesenta haya puesto, con más precisión, agudeza y contundencia, el dedo en la llaga de una estructura social erigida sobre la opresión y la manipulación mediática. Causa de que se exiliara de su país, Gran Bretaña, tras las abundantes reacciones hostiles contra 'Privilege' (1967), convirtiéndose en un cineasta nómada, que ha encontrado sobre todo posibilidad de continuar su obra en los países nórdicos, como Dinamarca o Suecia. La estrategia narrativa es la misma que en producciones precedentes como 'Culloden' (1964), 'The war game' (1965), o la citada 'Privilege, o posteriores como 'Punishment park' (1971) o 'La commune' (2000). Ficciones articuladas con estilemas del documental. Porque la percepción de la realidad se mediatiza con estilemas ficcionales. La realidad, tal como la conocemos o como nos la presentan, es una pantalla.
Un equipo de reportaje, de nuevo, como casi siempre, invisible, entrevista a los participantes, los soldados, tanto en la presentación (en la que evidencian que tampoco saben muy bien por qué hacen lo que hacen y para qué), o durante el desarrollo de la prueba. Una voz en off, la del mismo Watkins, puntúa la acción. En ocasiones lanza informaciones como granada de manos, como cuando apunta lo que se gastaba en la muerte de los soldados en la epoca de Esparta, 50 dolares, o en la segunda guerra mundial, sesenta mil dolares, o los billones que se han gasto en armamento militar en esa década. En otras, adelanta la muerte de algunos de los ocho soldados que intervienen en la acción, como si se remarcara un fatal determinismo, ese que apuntala en la secuencia final el operario , al joven francés que se ha introducido en la zona para destruir el sistema, con su aseveración de que todos los sistemas son o serían igual de represores.
El punto de fricción que quiebra el desarrollo de esta ficción o liturgia que cumple el papel de purga social por delegación acaece cuando componentes de las facciones enfrentadas, un soldado inglés y una soldado china, rompen la dramaturgia de rivalidad, y revientan o violentan el escenario con su complicidad y posterior fuga, que será sancionada con el correspondiente apalizamiento, narrado por Watkins con un montaje de fotos fijas. Una realidad que se fractura. Esa realidad que no se muestra. Peckinpah incidiría, con imágenes congeladas en los títulos de crédito, en la misma idea ese mismo año en una película de espíritu afín, 'Grupo salvaje', otra película que refleja, quizás como ninguna otra, como muy bien me apuntaría Hilario J Rodriguez, la resistencia y disidencia que se agitaba en esos años, y que fue amordazada y anulada, o marginada y silenciada ( y ya se sabe que de lo que no se habla no existe), como la revulsiva voz cuestionadora y resistente de Watkins que no ha dejado de incitar a la revolución a través del despertar de la mirada.

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