miércoles, 14 de agosto de 2013
Womb
Un barco varado en la orilla desde el que intentar contemplar el horizonte, aunque esté dominado por las brumas. Una casa de madera construida en mitad de una solitaria playa. Ausencias que son presencias. Rebeca (Eva Green) está embarazada, vive en ese hogar en mitad de la nada, un hogar que genera vida, una luz en medio de una inmensidad nublada. 'Womb' (2010), parece obra de otro director distinto al de su posterior, y también estupenda, 'Sólo el viento' (2012), pero ambas pertenecen al húngaro Benedek Fliegauf. Ambas comienzan por el final, una por la vida que ha desafiado a la muerte, la otra con la supervivencia que se ha librado de la muerte. La cámara móvil, la rugosa inmediatez de los planos de 'Sólo el viento', aquí son refinadas composiciones en planos dilatados y estáticos. El buscado desaliño de 'Sólo el viento' como si la cámara se tropezara con la hostil realidad aquí es elaborado pictorialismo, la ceremonia de una abstracción, el sueño de un imposible, que se hace posible, se pervierte, y se libera en la perversión, como una ceremonia de la transgresión.
¿Qué puede suceder si copias genéticamente a quien amabas porque este ha fallecido? ¿Qué puede suceder si haces una replica genética que darás a luz tú misma?. Tommy (Matt Smith) el chico que Rebeca amaba desde hacía doce años, desde que eran niños, y que no había olvidado pese a haberse ido a vivir a Japon, fallece atropellado cuando su amor comienza a consolidarse, cuando comienza a fluir. Tommy es un activista contra la biogenética. El se va a convertir en una de sus aplicaciones. Los caracoles están acostumbrados a la hierbas, a las plantas. De repente, se encuentran en una mesa, como si estuvieran en otro planeta. Tommy no dio un regalo a Rebeca cuando se marchó a Japón porque se quedó dormido, el caracol . Ella se iba a otro 'planeta', pero el propio, el que había sido configurado por el amor que ya se gestaba en ellos, se mantuvo girando alrededor de ese sol, a la espera de un reencuentro. El caracol un día no se asomó; su amor, doce años después, pudo asomarse. Pero la gestación quedó pronto interrumpida. No había casi dado tiempo a asomar los cuernos de su amor al sol. Se quedó, pronto, demasiado pronto, varado en la orilla. Y el sol se desvaneció en la vida de Rebeca. Las brumas eran su horizonte. A no ser que gestara a quien había muerto.
Un viento surca la banda sonora de casi toda la narración, como si fuera el del interior de un útero (Womb), el de ese hogar, el de ese amor, el que da a luz de nuevo al hombre que amaba, aunque no es el mismo, pero ¿qué es?¿Quién es? ¿Qué se puede sentir por alguien que a la vez posee los rasgos del hombre que amabas pero es tu hijo? El niño crece, se hace hombre, ama a otra mujer, con la que folla en la habitación de al lado.¿Qué sientes? ¿Qué es lo que siente él que ofusca sus sentimientos, su discernimiento? Eres un caracol en otra realidad, como si habitaras en otro planeta, como si se entrecruzaran realidades. La extrañeza surca el relato, como si habitáramos otra dimensión. Las miradas se tantean, se interrogan, se escoran en lo que no saben o no se atreven a nombrar, como cuando se cruzan las miradas de la madre, el hijo y la mujer que este no sabe que es su abuela y que le mira como si se encontrara ante su hijo muerto porque es su réplica exacta. Las miradas, los cuerpos, se adhieren a los paisajes.
La lluvia resuena en el techo cuando Rebeca tiene que comunicar a su hijo que nadie acudirá a su cumpleaños. Como lágrimas porque el ser humano no acepta lo que se sale de los códigos convencionales, y sus miradas se convierten en siembra de estigmas. No se aceptan las copias, lo que es diferente, no se acepta lo que es transgresión. Rebeca se aísla en ese hogar en una intemperie, un útero en mitad de la nada, aunque se siente cercada por sus deseos y sentimientos cuando crecen a la par que su hijo. Una red que ella mismo tejió y que comienza a extenderse sobre y dentro de ella atrapándola. Los límites se quiebran, cuando no hay nombres, sólo fluyen los deseos y los sentimientos. Cuerpos que se entregan a su confusión. Quizá un hijo no sepa que desvirga a su madre. El hijo abandona el hogar, el hombre que amaba se desvanece como un sueño, aunque la luz permanece en la intemperie como un barco varado rodeado de bruma.
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