miércoles, 21 de agosto de 2013
The Bletchley circle
Cuatro mujeres sepultadas en la vida ordinaria, cuatro mujeres que abrieron brechas en las líneas enemigas con su inteligencia durante la guerra. Cuatro mujeres que sabían descifrar los códigos secretos alemanes, cuatro mujeres que quedaron cifradas en una posición subalterna en la vida por su condición de mujeres. Aquel pasado quedó interrumpido, como si sólo hubiera una dirección que tomar para ellas. Hasta que, nueve años después, descifrar los patrones de conducta, las pautas, de un asesino en serie que secuestra a mujeres, y las encierra en subterráneos, para matarlas y violarlas después, se convierta en la oportunidad de resucitar, de sentirse que son alguien, que no están sepultadas por las circunstancias, por su rol, por la posición, invisible (como ama de casa o en trabajos subordinados), adjudicada por los hombres.
El círculo de Bletchley al que alude el título de esta notable serie británica compuesta por tres episodios de 45 minutos, 'The Bletchley circle' (2012), escrita por Guy Burt, es el que conforman las cuatro protagonistas, distanciadas desde que trabajaron para el Gobierno británico en Bletchley descifrando, con éxito, los códigos alemanes como por ejemplo, en el prólogo, los relacionados con los desplazamientos de los ejércitos. La vida de estas cuatro mujeres,, tras la guerra ya no se desplaza, queda inmóvil. Susan (Anna Maxwell Smith) relega su agudeza a la resolución de crucigramas y palabras cruzados. Un día, en 1952, despierta porque cree deducir unas pautas en los cuatro crímenes realizados sobre mujeres, convencida de saber dónde encontrarán un quinto cadáver, de lo que informará al jefe de policía, gracias a los contactos de su esposo, Timothy (Mark Dexter). El error de su deducción le hace tomar conciencia de que necesita al resto de sus compañeras, al equipo: le falta la retentiva minuciosa, cual base de datos, de Lucy (Sophie Randle), la capacidad de gestión para acceder a toda la información de Jean (Julie Graham) y la visión de conjunto de Millie (Rachel Stirling). Las cuatro, con sus vacilaciones iniciales, se entregarán a la investigación del caso, pese a las reticencias del marido de Susan, Timothy (Mark Dexter), o la agresividad del marido de Millie.
Las investigaciones abrirán una hendidura que sacará a la superficie los traumas sepultados de la guerra. Heridas del pasado que se han convertido en violencia. Se abrirán compuertas a los sumideros de la inteligencia británica, se destaparán las turbias tácticas que utilizaban para desequilibrar a las fuerzas enemigas, cómo utilizaban a las mujeres del enemigo para propiciar su desesperación. Se enfrentarán a vidas sepultadas que no lograron ponerse en pie de nuevo, que permanecen aún bajo los escombros pese a que se desplacen como tantos otros en la ciudad. Bombas en forma humana que no superaron las explosiones que destrozaron su interior. El asesino toma contacto con las víctimas en los trenes. Pero como otras realidades en el país, hay vidas que permanecen detenidas, por los traumas, o simplemente por ser mujeres. Como hay miradas que deben permanecer en el silencio, como las que dirige Millie a Susan, porque hay deseos que aún no se pueden reconocer. Las cuatro protagonistas se exponen, hurgan en las sórdidas profundidades, para enfrentarse a un desequilibrio que se ha maquillado, un espejismo de orden que las ha convertido, por otro lado, en cautivas. Su decisión, su firmeza y su inteligencia, su sentido del equipo, propiciará que salgan a la superficie sacando los fantasmas de un pasado cuyas heridas aún supuran.
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