miércoles, 14 de agosto de 2013

Expediente Warren

 photo OIR_resizeraspx5_zps5d43efcf.jpg ¿Los que califican a 'Expediente Warren' (The conjuring 2013), de James Wan, como la perfecta película de terror, la mejor obra del género en años y la renovación del mismo, cuántas han visto de terror antes?¿ Tres, cuatro? Evidentemente, es una pregunta retórica, porque no ha dejado de recibir parabienes entre la crítica y ha sido saludada entre los entusiastas del género casi como la llegada del mesías, así que películas han visto decenas de miles antes de emitir tal caluroso juicio. Quizá sea el hambre de encontrar una nueva obra de culto. No hay género como el del terror en el que sus entusiastas, cual secta religiosa, esperen afanósamente la llegada de otra iluminación siniestra. Ya hubo quienes quisieron proclamar a Wan como la gran esperanza renovadora del género, con su obra previa, 'Insidious' (2010). Mi perplejidad proviene de que haya suscitado tanto estratosférico entusiasmo una obra que navega entre las más transitadas convenciones y sin particular complejidad dramática ni conceptual. Pero no porque me parezca una obra deficiente, ni carente de secuencias brillantes. Es una obra irregular que, como la anterior, promete más de lo que ofrece,y que pierde fuelle en su último tramo al incurrir en la misma mecánica convencional. Aunque consigue, en los pasajes centrales, tensar el relato eficazmente, y sabe crear, aun puntualmente, una atmósfera perturbadora.  photo OIR_resizeraspx7_zpsfb6cb387.jpg  photo OIR_resizeraspx66_zpsa68c03aa.jpg Es una obra estimable, y más si la comparamos con una obra de mimbres parecidos, de casa aislada en zona rural amenazada por hostiles presencias sobrenaturales, que se estrena también ahora, como es el caso de 'Exorcismo en Conneticut' (2013), de Tom Elkins. Aunque hay que decir que en esta la sesión de exorcismo no posee particular relevancia dramática, mientras que en la obra de Wan se reserva como traca final. No deja ser curioso el que ambas obras incidan que se basan en sucesos reales (de hecho, la de Elkins, con total desparpajo lo remarca en un letrero al inicio). Y ambas finalizan con fotografías de las personas reales en las que se han inspirado para los personajes de la película. Es decir, los fantasmas o espíritus sobrenaturales existen y las posesiones se dan cada dos por tres, por si alguien no se había enterado. Y mañana, por favor, acerquémonos a la iglesia más cercana para bautizarnos, realizar la confirmación o poner algún cirio a algún santo con expresión de convertido. Por otro lado, ambas tienen su perrito correspondiente. En la de Elkins es el primero en sufrir un cierto sobresalto que ya le mantiene en tensión para echar a correr por patas en cuanto se huele tufo a fantasma. En la de Wan, oh, dechado de originalidad, es el primero en ser muerto. Este es uno de los componentes que empieza a encender la mecha de la sospecha. Aquí huele a fantasma podrido. O estos pasillos ya los he recorrido miles de veces.  photo OIR_resizeraspx3_zps4aafa224.jpg Enseguida se han mencionado a obras de culto como 'El exorcista' (1972), de William Friedkin o 'Al final de la escalera' (1979), de Peter Medak, que tampoco, he de decirlo, me parecen ese no va más en el género. Desde luego no se ha mencionado a Kiyoshi Kurosawa que ha realizado a mi parecer las más turbadoras y sugerentes obras del género en la última década. Todas las obras de Wan me han parecido interesantes, en un grado u otro, por planteamiento o por logros parciales, sea ''Saw' (2004), 'Silencio desde el mal' (2007), 'Sentencia de muerte' (2007) o, especialmente, las dos últmas obras con espectro amenazador. Pero, en la actualidad, dentro del género, aunque no haya recibido ni de lejos los mismos entusiasmos, prefiero las atmósferas turbadoras en suspenso, sin quitar el pie del pedal narrativo, de dos obras de Scott Derrickson, 'El exorcismo de Emily Rose' (2005) y 'Sinister' (2012). Resulta fascinante de qué modo le da una corporalidad a la oscuridad, como si fuera un personaje más, y cómo le saca una potencia turbadora al sonido. Wan recurre más al convencional sobresalto sonoro, a la música fustigante que busca encresparte. Pero no hay esa sobrecogedora modulación constante que se asienta sorda y subterráneamente y va propagándose paulatinamente como un virus que se apodera del cuerpo de la narración, como en la última de Derrickson.  photo OIR_resizeraspx4_zps8cff6adb.jpg 'Expediente Warren' funciona a sacudidas. Hay secuencias o pasajes brillantes en donde exprime afinadamente recursos del repertorio más conocido como el uso de los sonidos en la distancia (en la quietud de la noche), la profundidad de campo (unas manos surgiendo del interior del armario o de la oscuridad y dando palmas) o apariciones súbitas (la primera aparición del hostil fantasma sobre el citado armario).Su entraña tampoco tiene particular densidad. No hay ningún denso trayecto dramático. Es un enfrentamiento entre maternidades. Una mujer, Carolyn (Lili Taylor) con su prolífica prole (cinco hijas) y marido de complemento, se asienta en una casa rural Unos sucesos inquietantes propician el que descubran que en esa casa, el siglo anterior, una mujer acusada de bruja se dedicó a la practica de la carnicera con sus vástagos. Desde entonces su influencia maléfica ha provocado suicidios maternos y de infantes. Entra en juego otra madre, Lorraine Warren (extraordinaria Vera Farmiga) una medium quien junto a su marido, Ed (Patrick Wilson) se dedican a esclarecer posibles casos de ocupación fantasmal.  photo 6_zps575f28b3.jpg  photo OIR_resizeraspx6_zps614b6957.jpg Desafortunadamente, este personaje, Lorraine, el más interesante (por lo que es capaz de ver, 'lo innombrable', cada caso la va erosionando íntimamente, como si fuera extrayendo su energía) no está desarrollado como sería deseable. Cuando parece que comienza a dotar la narración de más relieve dramático llega el carrusel del desenlace, incluida amenaza para su hija en una secuencia que parece más bien la ejecución primorosa de la convención del salvamiento en el último minuto, y que reafirma la sensación de que la amenaza tampoco será fatalmente peligrosa por mucho ajetreo de sesión de exorcismo que acaezca, con levitaciones, sangrías, forcejeos de wrestling catch y mutaciones provisionales. Así como que todo finalizará en un colorín colorado con todas las familias bien abrazaditas (menos el perro, que ya estaba muerto, por cometer la torpeza de ladrar a los fantasmas). El 'expediente Warren' es, finalmente, un hábil cumplimiento de expediente, el de la aplicación de las convenciones, con sótanos oscuros, pelotitas que aparecen botando de la oscuridad, cuerpos que son movidos en la cama por alguna fuerza invisible, miradas debajo de la susodicha cama, moratones que aparecen misteriosamente en la piel, puertas que se cierran bruscamente, muñequito siniestro que se desplaza como si dispusiera de teletransportador, pasadizos secretos o brujas de miradas trastocadas (que recuerda a la de la insulsa 'Arrástrame al infierno', 2009, de Sam Raimi). Si esto es la renovación del género quizá haya una versión del director que no he visto. PD Ya habrá oportunidad de seguir proclamando que Wan es el renovador del género cuando se estrene este otoño la secuela de 'Insidious'. Y, por supuesto, ya se prepara la secuela de 'Expediente Warren'. ¿Superarán ambas en secuelas a 'Saw'?

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo con todo lo que has vertido excepto en que "El exorcista" y "Al final de la escalera" no son de tu estima. A mi me parecen dos pilares fundamentales que han dejado huella como demuestra el constante llamado a sus imágenes por parte del cine actual.

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