jueves, 13 de junio de 2013
Otras pantallas: La espesura fatal de la luz de domingo
'Sé que ocurrió aquella mañana. Había hablado con mi madre a primera hora de ese domingo. Sentía que el tiempo se me escapaba. Necesitaba escuchar su voz. Lograba que recuperara el paso, que dejara de sentir el peso de los días que encorvaban mis animo. Aunque fuera por un instante. Su voz era como las cuerdas de un violín que me hacía volver a creer en lo posible. Mis hermanas también sentían lo mismo. Eran tiempos dificiles. Aunque quizá no supiéramos cuánto le costaba a nuestra madre suministrarnos confianza, ánimo, impulso para encontrar nuestro lugar en el mundo. Los médicos nos dijeron que todas aquellas emociones que ella no podía expresar, compartir, conjugadas con las que tenía que cargar de los demás, se habían espesado como un red de luz plomiza sobre ella, y la habían asfixiado. La encontraron frente al fregadero, con la mirada fija en el horizonte, ese que nos enseñó a volver a imaginar. Tardaron horas en lograr penetrar en aquella espesura de luz plomiza que la cubría como un ambar. Dicen, cuando llegaron a ella, que sonreía'. (Fotografía: 'Sunday morning, Paul Lewis Anderson)
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