martes, 23 de abril de 2013
Ángeles sin brillo
Espejos distorsionados, organilleros ciegos, aviones de feria. Las emociones se arrastran entre reflejos que les han cegado, o que les impiden discernir. Máscaras que disimulan lo que hierven en su sangre, o que simplemente ocultan un vacío. ‘Pilón’ es la novela de William Faulkner, adaptada por George Zuckerman para ‘Ángeles sin brillo’ (The tarnished angels, 1957), una de las obras maestras de Douglas Sirk. Faulkner la consideraba la mejor adaptación de sus obras. En las ferias, los aviones competían doblando tres pilones, con riesgo de estrellarse, de perder la vida. Burke Devlin (Rock Hudson) es un periodista que se quedó cautivado por la profesión de periodista por un cartel, en el que se refería las entrevistas de un periodista en el frente de la primera guerra mundial.
Ahora ha quedado cautivo por otro ‘frente’, por una historia, la de unos ‘errantes’, un cuarteto que conforman un niño, Jack (Christopher Olsen), de quien otros pilotos se ríen preguntándole quién es su padre, Roger Schuman ( Robert Stack), héroe de guerra que abatió catorce aviones y padre de Jack, el mecánico, Giggs (Jack Carson), de quien enseguida se percibe en su mirada por qué se ha comprado unas botas nuevas cuando, como le reprende Roger, tienen tan poco dinero. Porque su mirada gira alrededor de un ‘pilón’ de quién está enamorado, LaVerne (Dorothy Malone), quien también fascina a un competidor, un magnate que la codicia, Ord (Robert Middleton).
Devlin queda enganchado de una historia: ‘Esos feriantes voladores se nos parecen pero no son seres humanos. No doblarían esos pilones si tuvieran sangre humana. No se atreverían con un cerebro humano. Si les quemas, sin siquiera gritan. Si se estrellan ni siquiera pierden sangre. Son una raza de personas que no llevan sangre en las venas. Sólo aceite de motor.’ Y parece que lo corrobora la historia que le relata LaVerne sobre cómo Roger le propuso matrimonio, echando los dados, y obligando a Jiggs a hacerlo. Pero no todo es tan claro. Y que ese flashback se inicie desde el reflejo de los tres en el espejo lo evidencia.
El mismo Devlin se engaña doblemente, o está ciego, aunque sea precisamente lo que achaque a Roger, al que califica de águila en los cielos, pero ciego a ras de tierra. Devlin también gira alrededor de un pilón porque, ante todo, se ha quedado prendido, enamorado, cautivado, por LaVerne, y hay un instante en que sus intimidades doloridas están a punto de unirse, pero la irrupción de una máscara, de uno de los participantes en la fiesta de carnaval en la puerta de al lado, les atraviesa, separa, como si la muerte y el anuncio de la decepción irrumpieran como un filo oxidado.
Porque ella echa en falta alguien que la eche de menos. Porque aunque sea un pilón alrededor del que vuelan tantos hombres fascinados, no lo hace aquel a quien venera, Roger, aquel que no muestra que la eche de menos, aquel que, tras estrellar su avión, del mismo modo que exige a Jiggs que arregle la avería del avión de Ord, para poder competir en la carrera del día siguiente, le pide a LaVerne que arregle otra avería, que convenza a Ord de que le deje pilotar el avión (ya que le golpeó tiempo atrás por insinuarse con LaVerne). Roger es su pilón, pero siente que ya está rozándose demasiado con el mismo y siente que se va a estrellar.
Pero los espejos están distorsionados, la carne oculta bajo una rígida máscara, hosca, que disimula una fragilidad, una inseguridad. Roger vuela, ha convertido a la máquina en el centro de su vida, porque ahí siente que la domina, que la controla, aunque sea dando vueltas en círculo alrededor de tres pilones, porque a ras de suelo se siente torpe, perdido, no a la altura de la mujer que se ha convertido ya en parte de él, de su vida, en su pilón, aunque no lo exprese, como si fuera a la vez su lazo con la vida y a la vez el reflejo de su fracaso, que lo aboca a desafiar a la muerte en el cielo.
Reflejos distorsionados: No es un hombre arrogante que trate con indiferencia a quien ama, que la utilice sin escrúpulos, sino alguien con una sangrante inseguridad que no sabe reconocer que venera a quien le ama y venera. Sentir esa vergüenza supondrá su despertar, su resurrección, realizar el primero de sus actos heroicos, reconocer cómo la ama, y después, por primera vez, no subordinar a los seres humanos a la máquina (en la que casi él se había convertido).
Cuando el avión se estropea, y no puede aterrizar, porque la playa está abarrotada de espectadores expectantes, opta por estrellarse en el mar. Una máscara porta uno de los hombres que agarra a una desesperada LaVerne que intenta lanzarse al agua, mientras su hijo, grita desolado, en el avión de feria que sigue dando vueltas. Como en la oscuridad de la intemperie se estrellará, extraviado, Jiggs esa noche tras las exequias como homenaje a Roger, en uno de los planos más demoledores que ha dado el cine, solo en la oscuridad, preguntando si hay alguien ahí, cuando la desesperación le ha dominado al ser consciente de que LaVerne ha podido irse con el ‘dragón’ Ord, como si el último resquicio de la ilusión fuera degradado irreversiblemente por la corrupción.
Pero si Roger logró por una vez convertirse en el caballero que surcó el horizonte, en vez de quedarse atrapado en el círculo de su ensimismamiento, también, pese a su derrota, al rechazo de la mujer que ama, Devlin se convertirá en todo un caballero que, cual Orfeo, rescatará a una catatónica dama abandonada a la resignación y el horizonte roto. Una dama que se había quedado fascinada doce años atrás también por un cartel, el de un piloto, Roger. Dejó de leer un libro, ‘My Antonia’ de Willa Cather, historia sobre granjas perdidas, y amores desperdiciados. Y después dejó de recordarse, se olvidó de aquella que fue, de aquella que aún se ilusionaba. Pero ahora puede reiniciarse, proseguir la lectura de aquel libro, que Devlin le regala. Despega, ahora con la mirada despejada, hacia una nueva vida que ya no será perderse en círculos, una vida quizás sin máscaras ni espejos distorsionados.
Una grandiosa y tristísima película. Junto a "Sólo los ángeles tienen alas", de Hawks, y la posterior "Los temerarios del aire", de Frankenheimer, se podría hacer una contundente sesión temática sobre el peculiar mundo de los aviadores.
ResponderEliminarUn saludo.
Un trío de extraordinarias películas.
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