lunes, 31 de diciembre de 2012
6 Merrie melodies de ayer y de hoy: Las miasmas del poder 2012
J Edgar, Clint Eastwood. Una narración construida sobre una falaz versión, la de quién practica el abuso del poder,un dominio del escenario que es dominio de la información, manipulación de la imagen conveniente, y la extorsión sobre cualquier 'desliz', factible de verguenza, sostenida sobre el miedo al quebranto de la imagen pública.Eastwood nos introduce en su mirada.
Cesar debe morir, Hermanos Taviani. La obra de ‘Julio Cesar’ de Shakespeare, representada en una cárcel, por unos ‘condenados’, unos convictos, se convierte en lúcido reflejo no sólo de las vidas concretas y conflictos de esos mismos presos, en cuya trama ven la que conforma su propia vida, sino que este relato de ambiciones y traiciones se erige en reflejo de esta sociedad de voraz adicción al poder, al éxito, a las conspiraciones y alianzas, entraña de la acerada e inclemente competitividad.
Adiós a la reina, Benoit Jacquot. Sidonie representa la voluntad servil que sólo aspiraba a ser cómo quien le fascinaba. O esa voluntad tan sugestionable del pueblo llano que sólo aspira, realmente, a invertir las posiciones (en las jerarquías del poder). Por eso, el fracaso de las revoluciones, el fracaso de una transformación radical.
Los idus de marzo, George Clooney. Las miserias de los tejemanejes políticos, y las heridas de la ilusión. La desoladora constatación, primero, de una imposibilidad, que la integridad no sólo no prevalezca, sino que difícil que encuentre algún resquicio en un escenario de conveniencias, y segundo, que la lucha para no quedar al margen, y quizás poder hacer factible las ilusiones genuinas ( o al menos seguir en el escenario), implica convertirte en algo semejante a un espectro.
Más allá de las colinas, Cristian Mungiu. El ‘padre’ de la comunidad religiosa(otro reflejo de un patriarcado social ciego y ajeno, como ya se reflejaba en la anterior obra), busca quitarse el problema de cualquier modo, porque no quiere tenerla entre las mujeres que conforman su comunidad para seguir con la rutina de sus rituales que no sabe de horizontes ( su orgullo al decir que nunca ha estado en el extranjero, ‘más allá de las colinas’) y no hay manera de colocársela a nadie, sea con algún familiar, que no tiene, o en otra institución, no encuentra otra solución que hacer exorcismo, para ‘acallar’ al ‘cuerpo extraño’. No refleja sino su impotencia e incapacidad tanto de comprender como de buscar soluciones razonables.
Cosmopolis, David Cronenberg. La limusina podría ser la mente de este billonario, emblema del empresario de este capitalismo depredador que nos domina. Es el espacio móvil de su delirio paranoico desquiciado, o la representación del enajenamiento ya agudo de quien habita el mundo como si este girara alrededor de él, una pantalla que pudiera manipular a su capricho o conveniencia.
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