lunes, 26 de noviembre de 2012
Primavera en otoño, la brisa de las emociones
Clint Eastwood y William Holden durante el rodaje de la estimable 'Primavera en otoño' (Breezy, 1973), cuya guionista, Jo Heims (que había escrito el guión de 'Escalofrío en la noche', 1971) había planteado pensando en Eastwood como el prot
agonista, pero este se veía demasiado joven para el personaje, y se lo ofreció a Holden, doce años mayor. La obra, que sabe evitar no caer en ciertos clichés (del hippismo, o del retrato de la adolescencia, por ejemplo) es un interesante antecedente de la magna 'Los puentes de Madison' (1995), Breezy (Kay Lenz) es el personaje errante que alterará la vida asentada (anquilosada, estática,enquistada en el hábito, los rituales) de Frank (William Holden), agente inmobiliario que vende otros hogares, que trabaja entre diversas casas, como matiene relación con diversas mujeres con las que prefiere mantener siempre las distancias, no dar pie a la intimidad, al compromiso, a crear una raiz emocional. Breezy en cambio, simplemente, se deja fluir, como la brisa (como su nombre indica) sin ponerse presas, lo que siente, lo expresa, y se lanza (espontánea, y, aunque adolescente, en ciertos aspectos más adulta que él). Frank (magnífico Holden) tendrá que forcejear, debatirse, consigo mismo, romper con lo que era su cómodo hábito en una vida de superficies. Y, posteriormente, tendrá que enfrentarse, como también le ocurrirá al personaje de Meryl Streep, con el peso de la imagen social, la opinión de los otros, el verse reflejado en cierta mirada predominante, aquella, por ejemplo, que le hace sentirse vulgar, cual 'viejo verde', por querer mantener una relación con una chica más de treinta años menor. A diferencia del personaje de Streep, Frank superará ambos obstaculos. Hermoso el uso dramático,simbólico, que hace de un perro atropellado (como él atropellaba los sentimientos) y que adopta, como consolidación y declaración de lo que siente por Breezy, y expresión elocuente de una añoranza, de un anhelo de recuperar, lo que ha estado a punto de estropear por sus miedos, en el hermoso final de una película delineada con delicados trazos.
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