miércoles, 21 de noviembre de 2012
Cinderella man
Un año después del estreno de 'Million dollar baby' (2005), de Clint Eastwood, llegó a las pantallas otra obra centrada en el universo del boxeo, 'Cinderella man', de Ron Howard, que podría verse, a la vez, como complemento y reverso de la anterior. Complementaria porque también retrata unas circunstancias precarias, las que se vivían en los años posteriores a la Depresión del 29, y porque el cuadrilátero también se convierte en metáfora y correlato del combate que se realiza más allá, en la llamada vida real. Y reverso, porque, al contrario del crudo nihilismo de la obra de Eastwood, se retrata el vital afán de superación del protagonista, Jim Braddock (un imponente Russell Crowe), quién sufrió, como tantos otros, los reveses consecuencia de la crisis económica, con sus consiguientes dificultades para mantener a su familia (incluso les cortan la electricidad, lo que conlleva perder a sus tres hijos, ya que no puede mantenerlos en esas condiciones, llevándole a suplicar un préstamo de dinero en el club de boxeo), circunstancias determinantes para que aceptara participar en combates en míseras condiciones, que provocaron la rotura de su mano derecha y el abandono de los mismos, así como recurrir a un trabajo de estibador en el puerto.
Pero el azar le ofrece una oportunidad cuando se cae del cartel, a un día del combate, el oponente de un aspirante al título. En principio, sólo supone la posibilidad de ganar un dinero extra, porque nadie espera que gane el combate, dada su edad, ya alrededor de los 35, y dado que lleva años lejos del ring y sin entrenar. Pero lo gana, porque, cosas de la vida, el trabajo de estibador, en el que no podía utilizar su mano derecha rota, provocó que fortaleciera su brazo izquierdo, que se ha convertido en una poderosa arma también. Añadido a su principal cualidad, fuera y dentro del ring, la de gran 'encajador'; sabe encajar los golpes como nadie. Y se encuentra ganando combates uno tras otro, hasta luchar por el título, contra una auténtica bestia parda (casi una encarnación de los crueles y duros tiempos que vivía), un boxeador, Max Baer (Craig Bierko), que no tiene piedad alguna, disfruta con su arrogante poderío, y hasta ha llegado a matar a dos contrincantes con sus fulminantes golpes (aunque hay quien consideró exagerado el retrato de ‘mala bestia’ de Baer; sí mató a uno, pero no se probó lo del segundo, además de que tenía bastante de creación de ‘personaje escénico’). Braddock sabe que con una desmesurada fuerza de la naturaleza sólo se puede usar dos cosas, saber encajar, y ser lo suficientemente artero para evitar sus crueles 'trucos'. Y vence, por puntos, aguantando ese vendaval. Jim Braddock, por ello, se convirtió en todo un símbolo en aquellos años en donde el desempleo y la precariedad económica era tan crónicos, un ejemplo de que uno podía enfrentarse y superar unas condiciones adversas ( y no hay duda de que podría serlo también en nuestros días).
Ron Howard realiza su mejor obra hasta la fecha, logrando no 'licuar', excesivamente, las rugosidades del relato como le había ocurrido, en la previa colaboración con Russell Crowe, 'Una mente maravillosa' (2001), en la que director y actor se extraviaron en una sobredosis de tics de planificación e interpretación. Algo usual en el cine de Howard, errar el planteamiento estilístico (o simplemente, no lograr dotarle de la necesaria hondura o densidad, no superando la más rutinaria convencionalidad expresiva), como ya evidenció en las dos obras en las que los protagonistas se enfrentaban a figuras o situaciones anómalas y excepcionales, una sirena en ‘1,2,3 Splash’ (1984) o extraterrestres en ‘Cocoon’ (1985), de ahí lo cojitranco de su frustrado intento de abordar lo ‘maravilloso’ en ‘Willow’ (1988). Su filmografía abunda en obras renqueantes o anodinas, como ‘Un lugar muy lejano’ (1992), ‘Detrás de la noticia’ (1994), ‘Apolo 13’ (1995), ‘Rescate’ (1996), a años luz de la adaptación previa, ‘Ransom’ (1956), de Alex Segal, ‘Ed TV’ (1999), o ‘El Código Da Vinci’ (2006) y secuela ‘Ángeles y demonios’ (2009), sus dos obras más plúmbeas, lo que ya es decir. Pero también hay que señalar sus obras estimables: ‘Llamaradas’ (1991), escindida entre un drama fraternal no muy sugestivo y unas excelentes secuencias de incendios (con una subtrama de intriga que transitaba lo siniestro con eficacia), un peculiar western, ‘Desapariciones’ (2003), y la aplicada e incisiva ‘Frost Nixon’ (2008), dos obras que aunque quizá no logren extraer todo el potencial dramático tampoco lo diluyen.
¿ ‘Cinderella man’ suaviza sus contornos a la hora de reflejar un paisaje tan precario, sin sumergirse del todo en sus sombrías corrientes? Quizá. Desde luego fue todo un fracaso comercial; no ofrecía una imagen precisamente complaciente, y sí más bien incómoda, ya sea sólo como reflejo de los tiempos presentes ¿Alcanza la hondura emocional de la obra de Eastwood? No, pero ¿cuántas lo logran? Desde luego, logra hacer vigorosa narración de los resortes vitales de este voluntarioso luchador (en el que la interpretación de Crowe es crucial), cuyo impulso de acción enfrentándose a las circunstancias resulta de lo más contagioso y alentador.
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