miércoles, 24 de octubre de 2012

Sam Jaffe, un toque de excéntrica distinción

 No pueden ser más dispares los personajes más populares que interpretó Sam Jaffe, el zar Pedro en su debut, en Capricho imperial (1934), de Josef Von Sternberg, el gran lama de Horizontes perdidos (1937), de Frank Capra, Gunga Din en la película de mismo título dirigida por George Stevens en 1937 o Doc, el cerebro del atraco en La jungla de asfalto (1950), de John Huston. Desde luego, singulares. Este excelente actor, de nombre auténtico Shalom Jaffe (judío de ascendencia rusa), que también trabajó con Rouben Mamoulian en Vivamos de nuevo (1934), tuvo una carrera intermitente. A veces, de modo voluntario, de 1939 a 1947, cuando reaparecería como el jefe de grupo de unos resistentes franceses, en 13, rue madeleine, de Henry Hathaway, o como un doctor de aires einstenianos en La barrera invisible, de Elia Kazan, ácida llamada atención sobre el antisemitismo arraigado en el país. Trabajaría con William Dieterle en The accused (1948) y Soga de arena (1949). Tras Ultimatum a la iterra (1951), en la que interpretó a otro personaje einsteniano, sufrió el estigma de la lista negra del Comité de actividades norteamericanas, por sus simpatías comunistas. En Francia trabajo con HG Clouzot en Les espions (1957) y volvería a trabajar en Estados Unidos con Huston en El bárbaro y la geisha (1958) y luego con William Wyler en Ben Hur (1959). Fue protagonista, junto a Vince Edwards, de la serie Ben Casey (1961-1965). Su carrera oscilaría entre el cine y la televisión. En cine, participaría en Guía del hombre casado (1967), de Gene Kelly, Horror en Dunwich (1970), de Daniel Haller, La bruja novata (1971), de Robert Stevenson, o Los siete magníficos del espacio (1980), de Jimmy T Murakami, . En televisión en series como, entre otras, Bonanza, Night gallery, Kojak, Las calles de San Francisco o Colombo. Su última aparición fue en Río abajo (1984), de Jose Luís Borau. Falleció ese año, con 93 años.

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