martes, 9 de octubre de 2012
Inland empire
¿Quiénes son esos tres personajes que portan unas descomunales cabezas de conejo, y que se desenvuelven cual autómatas por lo que parece un escenario, mientras, con circunspectas pausas, mantienen diálogos triviales? ¿A dónde conduce la puerta? ¿Es una entrada o una salida? ¿Y qué conexión tiene con la protagonista, Nikki (Laura Dern), de 'Inland empire' (2005) de David Lynch? La conexión no es aparente. No la podemos encontrar en el habitual discurso lógico. Estamos en el otro lado del espejo. O entre las turbulencias de los fantasmas de la mente de Nikky, y lo que vemos no es más que un dislocado reflejo de lo que bulle y forcejea en su mente. Lynch es Lewis Carroll. Seguimos al conejo, y ya nos hemos desorientado. Porque es difícil lograr que nos digan la hora, pueden ser las nueve menos cuarto pero ser medianoche. Pero no habrá experiencia parecida que el dejarse llevar, y sumergirse, en este universo, de vivencia pura y dura de la percepción alterada. El celuloide se ha hecho carne y sensación. Sensaciones transfiguradas. Rupturas del eje de la mente. Ya lo adelantó en 'Carretera perdida' (1999), otro prodigio. Lynch va un siglo por delante del resto. Pero hay que dejar las matemáticas de lado, o por lo menos, la euclidiana (la productora de Lynch, por cierto, se llama Asymmetrical productions). Aquí, las conexiones son otras, y debemos cambiar nuestra forma de sentir, interpretar y percibir la realidad (desde luego, interrogarla). Sí, el mundo es muy extraño. Y nosotros. A veces, hay que volver las cosas del revés para verlo con claridad. Y dejarse llevar por la música en el aire.
Las baldosas amarillas de ‘El mago de Oz’, por ejemplo, pueden ser las del paseo de las estrellas de Hollywood: Enlace con Mulholland drive, 2004: sus protagonistas, Naomi Watts y Laura Harring ponen voces a dos de los seres escénicos con cabeza de conejo: Enlace con ‘Corazón salvaje’ (1991): quien encarnaba a la bruja en aquella singular variante de la fábula oziana, Diane Ladd, aquí interpreta a una repelente presentadora de televisión. Aunque en ‘Inland empire’ (el imperio de tierras interiores), Dorothy parece multiplicada en diversas mujeres, que pueden ser la misma y todas. Por eso, Nikki se contempla en ciertos momentos a sí misma, o quizá se diversifique, desdoble, multiplique, en distintos rostros, reflejos, réplicas, del mismo modo que podemos estar en un set de rodaje o una mansión en Hollywood, en unos desconchados, mugrientos y sórdidos pasillos y habitáculos o en las solitarias calles nevadas de Polonia, en un teatro oscuro (que puede estar en todas partes porque está en su cabeza) en el que Nikki se ve a sí misma en la pantalla, o en medio de ese extraño escenario con seres con cabeza de conejo que parecen actuar en una sitcom con risas enlatadas que se parece a otras por las que transita Nikki y puede ser la habitación en la que una chica llora mientras contempla esa sitcom, y a la que debe llegar, como si fuera la última casilla, Nikki para abrazarse y besarse con ella como si hubiera logrado rescatarla ( o quizás a sí misma).
Nikki exclama en mitad de una escena de rodaje, cuando está interpretando a Sue Blue, que lo que dice se parece a una de las líneas de diálogo del guión que está rodando, como si creyera que lo que experimenta es real. Se pierde foco sobre lo que es real o ficticio, del mismo modo, que en digresión absurda (o excéntrica) el director, Kingsley (Jeremy Irons) entabla un diálogo imposible para lograr que el foquista mueva el foco y lo coloque en la distancia donde lo necesita (la película se abre con la luz de un proyector y el sonido de un gramófono: una voz presenta AXXoN N, ‘el programa de radio más largo de la historia’). La película que están rodando parece que se rodó antes en Polonia, pero no se terminó porque murieron, o fueron asesinados, los actores protagonistas. El marido de Nikki amenaza a su partenaire, Devon (Justin Theroux), instándole a que no intente nada con su esposa. Cuando Nikki se acuesta con él, aunque no sabemos si sabe si con Devon o con su personaje Billy, entraremos ya definitivamente en la mente (extraviada) de Nikki, en el espacio en donde las conexiones sinápticas son otras, las del sueño, según indica la pintada que hay en la puerta del callejón de la entrada de atrás del set de rodaje (Axxonn: Axon: una prolongación larga y delgada de las neuronas que conduce el impulso nervioso) por la que Nikki entra y se ve a sí misma en una situación que habíamos visto desde ese otro ángulo secuencias atrás, ensayando con el director y partenaire.
Aunque no quiere decir que hasta ese momento estuviéramos precisamente en la realidad. En un mundo de reflejos no todo es tan claro. Hay, en esos primeros pasajes, intercalada una secuencia en la que el personaje de Julia Ormond, con aspecto zarrapastroso, es interrogada por un policía; ella le dice que va a matar a alguien, y le enseña cómo tiene un destornillador clavado en el vientre. Secuencias más adelante, Nikki retorna a la mansión pero quien tiene los rasgos de quien dice es su marido es Billy (de apellido Side, ‘lado’), el personaje de Devon, y su esposa, Doris, está encarnada por Julia Ormond. En las secuencias finales es Ormond, con su aspecto zarrapastroso, una de las prostitutas del paseo de las estrellas, quien clava el destornillador en el vientre de Nikki (o Sue, o todas).
Reflejos, réplicas, desvíos: nadie logra decir qué hora es. Mientras, en el viaje o inmersión, nos encontramos con números musicales (El ‘Locomotion’ de las chicas prostitutas); rostros que se deforman ( como un hervor de múltiples rostros confundidos) cuando Nikki se enfrenta a su fantasma o sombra; seres con cabeza de conejo que buscan la abertura, o sea, el agujero; puertas que se cruzan en ambas direcciones; identidades fracturadas, multiplicadas, difusas; mujeres maltratadas, abandonadas, maridos posesivos y violentos o prostitutas y actrices en Hollywood. Nikki muere sobre una de las estrellas de Hollywood, junto a unos indigentes que duermen ahí, hasta que apreciamos que la cámara asciende. Era parte del rodaje. Aunque ya no hay certeza de cuando es rodaje, o cuando estamos fuera o dentro de la mente de Nikki, o quiénes son los personajes ficticios y los reales. Quizá es que realmente el conejo quería cruzar a nuestro lado.
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