lunes, 20 de agosto de 2012
Esa pareja feliz
'Esa pareja feliz' (1951), de Luis García Berlanga y Juan Antonio Bardem, puede verse tanto como precedente como borrador de lo que su actor protagonista, Fernando Fernán Gómez, desarrollará o afinará, como escritor y director, en 'La vida
por delante' (1958) y 'La vida alrededor' (1958). Cáusticas comedias, con la sonrisa amable como vaselina, sobre la vida mundana de una pareja enfrentada a la supervivencia, a entre la proyección y edificación de ilusiones, el anhelo de un bienestar de estabilidad (material), y una realidad de apreturas. En las obra de Fernán Gómez, el artificio se dejaba en evidencia ya con el recurso de los personajes dirigiéndose a cámara, al espectador. La ficción no es la realidad, pero la realidad tiene algo de ficción, y al fin y al cabo la ficción desentraña lo real entre su juego de reflejos. Pero ficción, o fantasía, y realidad, suelen entrar en colisión, cuando la pantalla de los anhelos y de las ilusiones no acaba de materializarse (de 'compulsarse' con la realidad). En la obra de Bardem y Berlanga (en el rodaje, el primero se dedicaba a dirigir a los actores, y el segundo se centraba en el aspecto técnico) esa distancia está señalada en el interior del relato. En la secuencia estamos 'dentro' de una película, representante de un cine y mirada institucional, ese cine de 'época' característico del cine español de la época, ajeno a la realidad, ensalzamiento de unos ideales a través de un pasado ejemplarizador ( un escaparate promocional, en suma), pero pronto, en pocos planos, advertimos que estamos en un rodaje (o dicho de otro modo, que lo que esas películas representan y promueven y quieren 'vender' es pura falacia).
Entre sus técnicos, como tramoyista, trabaja Juan (Fernando Fernán Gómez).
En una secuencia posterior, en el cine, entre la proyección y edificación de ilusiones, el anhelo de un bienestar de estabilidad (material), y una realidad de apreturas mientras ven una película emblemática del cine romántico, de unos ideales que nutren anhelos, la excelente 'Tú y yo' (1939), de Leo McCarey, le desentraña la 'confección de los sueños', qué es un travelling, que los actores no rodaron en tal espacio sino que el fondo es una transparencia. Y es que los sueños que se venden están muchos veces confeccionados con transparencias, aunque luego en el día a día, a ras de realidad, sea dificil lograr sostenerse para meramente sobrevivir, pagando facturas y alquiler. Juan es inventor, mantiene su perseverante ilusión, pero no hay modo de inventar con una realidad que más bien parece un engranaje en el que ser una mera pieza más, un tramoyista más, que mueves focos o telones. Otro telón o transparencia con los que seguir alimentando las ilusiones del ciudadano común ( o lo que es lo mismo, darle esa 'zanahoria' para que siga moviéndose sobre la rueda, y siga consumiendo, y haga que el 'molino' o sistema pueda seguir funcionando) es el concurso 'esa pareja feliz' del que son 'afortunados' ganadores Juan y Carmen, 'cenicientos' por un día que pueden disfrutar del paraíso de unos lujos, de consumir lo que todos anhelan, poder comprar lo que se quiere, recibir regalos, cenar en restaurantes de lujos, asistir a salas de fiesta etc.
Ese incentivo que se ha seguido realizando en las décadas posteriores, alimentar nuestro anhelo adquisitivo para que sigamos moviendo la rueda del sistema. Esas practicas promocionales que sirven para que no se mire demasiado las precariedades que se sufren, y más bien se enfoque a un ilusorio horizonte, aquel en el que te puede tocar algún día un premio. Rituales maquilladores, como el de 'ponga un pobre en su mesa', en 'Plácido' (1961). Si en esta asistíamos a esa cruel pantomima mientras el personaje de Cassen desesperaba por lograr no perder la furgoneta que le propiciaba sus escasos suministros materiales, en 'Esa pareja feliz', Juan, que el mismo día pierde su empleo, tiene que resolver el no ser timado por un compañero ( o esclarecer si lo está siendo o no). La censura en su momento intentó amortiguar su vitriolo imponiendo un 'desenlace feliz o risueño'. La película tardaría dos años en estrenarse, aprovechando el tirón del éxito de la siguiente obra de Berlanga, de la que se apeó Bardem, 'Bienvenido, Mr Marshall', otra aguda disección sobre las tramoyas y transparencias (la vida por delante) con las que distraer de mirar a un precario presente (la vida alrededor).
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