martes, 17 de abril de 2012
Alexandre Desplat (Antología)- Coco, de la rebeldía a la leyenda de Chanel - L'abandon
Una de las piezas más exquisitamente bellas de Alexandre Desplat, composición inicial de su excepcional banda sonora para 'Coco, de la rebeldía a la leyenda de Chanel' (2009), de Anne Fontaine. Como escribí en mi artículo sobre la película, en la revista Dirigido, 'Coco se resiste a ser sometida, como reflejan sus desaforadas carreras por la campiña, montando a pelo un caballo. Y deja clara su rebeldía en su mismo aspecto, en cómo ella misma se diseña, con su aire andrógino o sus austeros vestidos, con su corte de pelo a lo garcon, sus canotiers despojados de ostentosas plumas y su vestimenta masculina. En suma, su aprecio del menos es más, ya que todas las mujeres van adornadas con un ‘demasiado de todo’, no deja de ser un insumiso acto de resistencia a convertirse en una mujer florero. Coco no es ningún figurín. Es diferente, y rompe moldes. Una mujer con estilo, elegante, que aprecia la sencillez de formas, y transforma los modos de (re)presentarse, disidente y directa.
Y la pregunta es: ¿Se puede decir lo mismo de la obra de Anne Fontaine? ¿Lo consigue cuando declara que pretendía ser fiel al estilo, o la mirada, de Coco, potenciando unas formas sin florituras ni lirismos, haciendo del menos es más, de la destilación de la elegante distinción y de la sencillez, fructífera figura de estilo? A mi parecer, la singularidad del estilo de Chanel se troca en limitada convención, la sencillez en encorsetada funcionalidad. Cocó se resiste a transigir, pero la obra de Fontaine sí lo hace. Más allá de las afortunadas ideas, que se convierten en puntuales destellos de lo que pudiera haber sido, y de un eficaz uso de la narración elíptica en determinados segmentos o secuencias, la obra transita sobre la indefinición y la reverencia de unos moldes demasiado tradicionales, demasiado correctos. Por un lado, utiliza tanto la cámara en mano como realiza suaves travellings, y alterna focales largas o cortas, y, por otro, aunque pretenda rehuir el deleite por la pasarela escenográfica, no consigue que lo que le interesa, la interioridad de las emociones en juego, se imponga sobre la suntuosidad de un impecable interiorismo de decorados y vestuarios (la tiranía de los contornos, de lo accesorio, que precisamente Coco busca transgredir con su aprecio por el menos es más). Demasiada indefinición, demasiadas contradicciones, demasiado de todo. Coco rechazaba los corsés, pero no parece que sea así el estilo de esta obra. Una refinada vitrina, pulcra, demasiado pulcra, donde parece faltar oxígeno dramático
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