jueves, 1 de marzo de 2012
Alexandre Desplat - My Week With Marilyn. La melancolía de lo finito
Otra muestra de que el talento ( o la sensibilidad) de Alexandre Desplat es de otra galaxia, esta composición ( el resto de la banda sonora, excelente, es de Conrad Pope), para 'Mi semana con Marilyn' (2011), de Simon Curtis. No sé si la responsable de que la película me dejara en un inesperado estado melancólico, el de la sensación de que hay acontecimientos excepcionales en la vida que no se repetirán jamás, que hay experiencias que se vivieron en determinado momento, y que ya terminaron, que serán recuerdo, que el tiempo es fugaz, y se nos va de las manos mientras igual en nuestra mente estamos presos de fantasías o banales preocupaciones, que todo tiene su fin. Quizá porque no esperaba que me dejara un especial calado, en una prototípica producción de la (discreta) ortodoxia británica, la representante este año de 'El discurso del rey' (aunque esta tenía 'estridencias' formales poco pertinnentes, caso de sus grandes angulares; Hooper estuvo más afortunado en otra obra previa sobre 'coronas', 'The damned united'). Y sí, todo esimpecable en esos aspectos caligráficos, de diseño, de vestuario, dirección artística etc. Todo fluye gratamente, sin especiales brillos de ingenio, en su primer tramo, el centrado en el rodaje de 'EL príncipe y la corista', aunque me parece menos logrado el segundo tramo, el de la relación entre Marilyn y el joven asistente de dirección (que vivió esa fascinante semana, recuerdo que luego trasladaría al papel), quizá porque no se da esa química necesaria entre los actores, y el romance no alcanza las elevaciones que quizá pudiera haber logrado, quizá porque el 'personaje' de Marilyn nunca me ha fascinado especialmente, ni como no va más erótico ni como el emblema del talento genuino ( que bien se encarga de subrayar el personaje de su 'opuesto', Laurence Olivier), con lo cual la excepcionalidad de la relación de esa semana adquiere cotas de contacto con lo divino ( y es ahi donde me quedo fuera, o no me subyuga).Pero quizá fuera la música, o quizá mis propias proyecciones, pero sí me dejó ese poso melancólico de fuga de tiempo conjugada con exultante plenitud del momento que hzo que al final la proyección 'corporeizara' por ejemplo esa magia de la que carecen ( o se quedan cortitos) otras obras, relacionadas con el homenaje a lo cinematográfico, que las buscan denodamanete como 'La invención de Hugo' o 'The artist'.
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