viernes, 24 de febrero de 2012
Los invasores, la resistencia de la razón
Vivien Leigh visita a Laurence Olivier durante el rodaje de 'Los invasores' (49th paralel, 1941). Mientras admiraba esta tercera colaboración del tandem Powell-Pressburger (producida y dirigida por el primer,escrita por el segundo; añádase a David Lean como montador o Frederick Young en tareas de dirección de fotografía), pensaba en que podía constituirse, entre otras cosas, en lección ejemplar para lo que, en cierto modo, Steven Spielberg intenta pero no consigue en 'Caballo de guerra', una esctructura narrativa episódica con un elemento vinculante. Pero si Spielberg no logra extraer fuerza dramática, ni definición, suficiente del caballo (o muy puntual), mucho menos, sobre todo, de los diversos personajes humanos con los que se cruza, que no alcanzan la necesaria entidad. No ocurre así en 'Los invasores', tanto con el elemento vinculante, el grupo de seis soldados alemanes que sobreviven al hundimiento de su submarino, en Alaska, y recorren la tierra canadiense, hasta la frontera con Estados Unidos, mientras van pereciendo o son capturados uno a uno, hasta que queda el oficial al mando del grupo, el teniente Hirth (Eric Portman), un nazi convencido, como la mayor parte de sus hombres (exceptuando el que interpreta Nial McGuinnis, años después siniestra figura en 'La noche del demonio' de Tourneur). Como con los peronajes con los que se encuentran, los tramperos que encarnan Laurence Olivier y Finlay Currie, la colonia de alemanes cristianos liderada por Anton Walbrook ( en donde el encarnado por McGinnis encuentra una lugar idilico como panadero;algo no aceptado por sus compañeros, que le ejecutarán); el escritor de obras de aventuras en la naturaleza que encarna Leslie Howard,de acampada en un lago, o el soldado canadiense que encarna Raymond Massey. Narrada con un brío y vigor impecable, brilla, entre otras, en secuencias como el aterrizaje forzoso en un lago que tiene que realizar el grupo de alemanes, o en la ejecución en fuera de campo del personaje de McGinnis, y cómo sabiamente rehuye cualquier discurso sermoneador ( ejemplar cuando Hirth suelta un discurso a los pacíficos granjeros cristianos, y se encuentra con una absoluta indiferencia y un conmovedora y elocuente réplica crítica del lider).
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