viernes, 9 de septiembre de 2011
Louis Jourdan y Joan Fontaine. Las miradas distantes. Carta de una desconocida
Joan Fontaine y Louis Jourdan en una hermosa imagen promocional de la inmensa 'Carta de una desconocida' (1948), de Max Ophuls.Pocos cineastas como Ophuls han explorado la cartografía del sentimiento amoroso, la materia de sus resortes, procesos y proyecciones mentales, la inferencia de la fantasía o modelo sobre el que la realidad debe plegarse o ajustarse. O sobre las diversas conductas, costumbres, reglas y sanciones sociales alrededor de la expresión de ese sentimiento. El concepto de honor se convertía en perturbación para la realización del genuino amor en ‘Liebelei’ (1933). La protagonista que daba nombre a ‘Lola Montes’ (1955) se convertía, por la singularidad de su poco convencional vida amorosa, en objeto central de una representación circense. En ‘Atrapados’ (1949) diseccionaba el reverso del cuento de Cenicienta, enfrentando a la fantasía con la realidad, a través de un millonario trastornado y egocéntrico y un médico comprometido en su vocación con las clases humildes.Y en ‘Madame De…’ (1951) las terribles consecuencias de una conducta sostenida sobre el capricho, la irresponsabilidad de una forma de habitar los sentimientos sobre la puesta en escena, y al que el azar, siempre incontrolable, le devolvía una funesta imagen en el espejo. 'La signora di tutti' (1934), ‘Almas desnudas’ (1949), ‘Le plaisir’ (1952) y ‘La ronda’ (1953) son otras memorables exploraciones de las complejas, y hasta paradójicas, entrañas o corrientes de ese sentimiento llamado amor, que puede habitarse desde la sugestionada proyección de un anhelo abstracto a la complicidad de una conversación afín, cuando no, contradictorias o complicadas por los propios seres humanos, quienes llegan a hacerlas intrincadas con la maraña de sus representaciones, convirtiéndolo en un laberinto donde colisionan perspectivas, actitudes y condicionamientos sociales.
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