miércoles, 20 de julio de 2011

Mark Twain, memoria emocional y películas de infancia

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Mark Twain y lindo minino. Si no yerro ni feldespato creo que nunca me sumergí en las páginas de un libro de Twain, pero, sin duda, su universo, desde mi infancia, a través de tebeos, series de televisión y películas, se ha convertido en una de las más entrañables influencias en la forja de mi memoria emocional. Desde aquella serie de finales de los 60, The new adentures of Huckleberry Finn, con aquellas recurrentes imagenes siniestras en un cementerio, que tanto me impactaron, del asesinato que comete el indio Joe, el cual les perseguía a Finn y Tom Sawyer para vengarse por el hecho de que testificaran contra él. Y la emoción que me embargó en las secuencias finales de 'The adventures of Mark Twain' (1944), de Irving Rapper, con el gran Fredric March encarnando al escritor, con una notoria catarata lacrimal, cuando Twain muere con la nueva llegada del Cometa Haley (había nacido coincidiendo con su ciclica venida, y había vaticinado que moriría cuando volviera a cruzarse con la tierra; aunque en la realidad por un día se equivocó). Una obra que no he logrado ver desde niño, pero que reposa en mi memoria como un muy preciado tesoro.

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