martes, 5 de julio de 2011
Río sin retorno. La naturaleza del otro. La canción de Marilyn
Entre las canciones que interpreta durante la narración Marilyn Monroe está la que da título a esta notable obra de Otto Preminger, 'Río sin retorno' (1954). No es dificil apreciar lo que le interesó a Preminger para implicarse en su primer western, al que fue asignado por la 'cabeza' del estudio, Darryl F Zanuck (pese a que el productor Stanley Rubin no veía muy claro que fuera un género en el que Preminger pudiera desenvolverse con la adecuada habilidad). En el cine de Preminger, un cine de interrogantes, las certezas siempre son difusas, huidizas, movedizas. Dependen del ángulo, de la capacidad de discernimiento, de la confianza, de la intuición. Los juicios fácilmente se pueden emborronar por defecto o por exceso (de confianza). Hay que considerar las circunstancias, hay que saber percibir la naturaleza del otro. En 'Rio sin retorno', Harry (Rory Calhoun), pese a ser salvado por Matt (Robert Mitchum), de las caudalosas aguas del rio en el que navegaba en un balsa junto a su novia Kay (Marilyn Monroe), es capaz de robarle el caballo y el rifle, y dejarle junto a su hijo, Mark (Tommy Rettig), expuestos a la amenaza de los indios, y hasta de dejar a Kay con ellos, pese a que les promete que en cuanto asegure la propiedad de una mina que ha ganado en una partida depoker volverá y devolverá el caballo y el rifle así como le pagará por ello. Lo hace por necesidad, y Kay confía en que es así, que le determina en sus actos las circunstancias, no porque su naturaleza sea miserable. Por otro lado, durante el viaje en el rio de padre e hijo con Kay en la balsa, Mark se entera de que los años de ausencia de su padre fueron debidos a que estuvo en la cárcel por haber matado por la espalda a un hombre, aunque Matt lo justifica en que lo hizo para salvar a un amigo. La duda se suscita también, ¿mató por la necesidad de una circunstancia o porque su naturaleza es miserable y traicionera?. Al final se dirimirá quién realiza unas acciones extremas impelido por las circunstancias y quién por su mezquina naturaleza ( y no hay como que el que juzga se vea en esa posición para verlo con claridad).
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