jueves, 17 de marzo de 2011
Buen trabajo
'Buen trabajo' (1999), de Claire Denis, es una obra de fragor y rutinas de cuerpos. Su constitución es 'mineral', como el árido paisaje, entre arrecife y desiertos, pétreos o salinos, en el Este de Africa, en el Golfo de Djibouti, en el que se desenvuelven los cuerpos de un grupo de legionarios. Lo es su misma narrativa, afilada, entrecortada, ajena a cualquier dramaturgia convencional, a cualquier tentación psicologista. Lo son las emociones y los ideales. El comandante (Michel Subor) es presentado como alguien que siempre ha carecido de ideales. A un nuevo recluta ruso, decepcionado por la pérdida de ideales de su ejercito, le pregunta qué ideales. El sargento instructor Galoup (Denis Lavant)vive en un fragor de emociones, atrapado en los arrecifes y desiertos de su interior atrapado en una coraza pétrea. Un interior enmarañado: Podando una maraña de ramas se dice que la libertad comienza con los remordimientos. Galoup siente una progresiva inquina por otro nuevo recluta, Sentain (Gregoir Colin), que ejerce como revulsivo animador entre sus compañeros, quebrando la formación pétrea de rutinas, de subordinación, de cuerpos que cumplen su función, e incluso, consigue las simpatías de su comandante.
'Buen trabajo' es una obra de silencios. Los personajes casi no conversan entre ellos, los soldados son ante todo acciones, marchan, realizan los ejercicios que instruye Galoup, se bañan en el mar, pican piedra como si fueran presidiarios, planchan, erran en la noche de la ciudad, en las calles o en la discoteca. Las palabras del comandante son sentenciosas, contrapunto. Las palabras que rigen son las de la voz interior de Galoup, reflejo de su 'distancia', de su separación y escisión, de ese conflicto que le va emponzoñando porque Sentain se ha convertido en un 'cuerpo' perturbador en el escenario de rutinas, inercias, que él dominaba, y él se va sintiendo el 'cuerpo' extraño, distanciado del resto. Hay un plano a través del visor de un prismático en el que se ve a los soldados disfrutando, riendo, en un baño. Es su mirada, alejada del resto, absorbida por su progresivo resentimiento.
'Buen trabajo' es una obra de fragmentos, de miradas, gestos y acciones que hacen cuerpo de unas entrañas, la de un absurdo, la de la dedicación de estos hombres fuera de (su) lugar, un purgatorio asumido que no cuestionan, seres ya no exiliados sino apartados en una periferia de la vida, centrados en unas rutinas que son la única seña de identidad de su sinsentido. Como su narrativa afilada hace cuerpo de la 'desconexión' de este descentrado narrador, Galoup, al que sólo restará un exilio ya fuera de rutinas en las que sostenerse y afirmarse, su posición, su lugar, su función, ya sólo restará la agitación de su cuerpo, ese fragor ya extraviado, como refleja ese plano final bailando en una pista de baile.
'Buen trabajo' (Beau travail, 1999), es una obra extraordinaria de la cineasta francesa Claire Denis, que supuso su consagración. Una obra heterodoxa y radical, tan abstracta como intensa, que capta la fisicidad de las acciones, su materia, a la vez que su entraña, en una feliz conjugación entre cuerpo y alegoría. Es una muy libre variación sobre 'Billy Budd' de Herman Melville, guionizada por la propia cineasta y Jean Pol Fargeau. La fotografía es de Agnes Godard, que hace sentir la materia de las emociones y cuerpos desde una ajustada distancia que contempla sus superficies insinuando lo que late en su interior. Diez obras ha realizado esta cineasta que, sino yerro, no han sido estrenadas en nuestro país.
La receta es previsible, más Claire Denis, por favor, excelsa cineasta. Ninguna estrenada, efectivamente, una opción caprichosa pues obras como "Vendredi soir" y muy especialmente "35 shots of rum" podrían tener mucha pegada, "Beau travail" no es quizás la que más éxito o calado popular pudiese alcanzar, pero quién sabe. La maldición termina esta primavera con el estreno español de "White material".
ResponderEliminarJusto ayer me enteré de ese próximo estreno de 'White material'. Como con otros grandes cineastas como Desplechin o Kurosawa parece que por fin la distribución se hace eco de su cine. A ver si al menos el DVD compensa esas ausencias. Y de un modo o del otro que obras de, por ejemplo, Bruno Dumont nos lleguen...Aunque son tantos...
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