Es una de las más bellas secuencias que he presenciado, esta sucesión de travellings cenitales (acompasados con 'Tammy' cantada por Debbie Reynolds, y ocasionales fragmentos de diálogos de películas), en 'El largo día acaba' (1992), el gran Terence Davis. O cómo reflejar esa sensación en la infancia de 'vida suspendida' entre espacios de rituales, unos en los que esparcir los sueños que parecen en fuga en la realidad, otros en los que sentirse cautivo como en un frasco de formol.
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