domingo, 16 de enero de 2011
Mi refugio
Hay películas que parece que se musitan. Es el caso de esta obra de delicados trazos, 'Mi refugio' (2009), de Francois Ozon.Sus trazos parecen tenues, como si su singladura fuera un deslizamiento entre emociones entrevistas. Parece desprovista de trama, como parece desprovista de peso. Porque precisamente es el relato de un tiempo de tránsito, de desprendimiento de un peso, de la trama de una dependencia. Es un sutil relato a media voz de un transformación, de un nuevo nacimiento, del reinicio del viaje en la vida tras detenerse en la estación de la orilla de la misma, y recuperar el sentido del movimiento, la capacidad de las emociones de volver a despegar. En sus primeras secuencias describe Ozon una relación varada, fuera del tiempo, como un extasis atascado, un vínculo de hondas raíces que ha quedado atrapadas en las mismas. Mousse (Isabelle Carre) y Louis (Melvin Poupaud) habitan el silencio de su habitación, cautivos de su dependencia a la heroina. Viven en otra dimensión, lejana de este tiempo, como esas breves imágenes oníricas en las que se abrazan en un espacio blanquecino sin contornos. Pero su dependencia les vence, y Louis fallece de sobredosis. Mousse no, para su perplejidad, ¿Por qué él muere y ella no?. Y además le informan de que está embarazada. El peso, el recuerdo, del hombre que amó.
El resto del relato transcurre en una villa en la costa, en la que le visita el hermano gay de Louis, Paul (Louis Ronan-Cheisy). No es réplica, es lo mismo pero no es lo mismo, Paul es gay y no es realmente hermano, sino que fue adoptado. Su presencia se convierte en recuerdo, y a la vez posibilidad de recuperar el habitar la vida, crear de nuevo afecto, relacionarse con lo que fue para que ahora pueda ser lo que será. Gestos, miradas, paseos por el pueblo y por la playa, silencios que hablan, o que quisieran de nuevo hablar, el cuerpo de Paul vuelve a hacerla sentir que en su mirada late un cuerpo que quisiera volver a sentir que lo es. Mousse no sabe qué hacer aún con lo que se gesta en su cuerpo, y en la relación con Paul se gesta su propio despertar. A veces, a media voz, a través de superficies tenues que insinúan corrientes que se agitan en volver a reconocerse se relatan hermosos cantos a esa necesaria transformación cuando nos hemos quedado detenidos, varados, en la orilla de la vida, y empezamos a sentir que el horizonte no está en el pasado sino en el incierto porvenir que es camino que nuestros pasos de nuevo crearán.
'Mi refugio' (Le refuge, 2009), de Francois Ozon, es una sutil y sensible obra tramada alrededor de ausencias y presencias, de dependencias y transformaciones, de pequeños gestos y pequeñs acciones, una de las obras más interesantes de un cineasta que ha dado obras sugerentes y muy diversas como '5 x 2' (2004), '8 mujeres' (2001) o 'Swimming pool' (2003).
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