viernes, 7 de enero de 2011

Los espigadores y la espigadora

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Esta sociedad del hiperconsumo hace de lo que se cosecha ingente desperdicio, esta sociedad sostenida sobre una inercia, la de que podemos disponer de todo se refleja en su tenebroso reflejo, enormes cantidades de alimento aprovechable se convierte en basura. Esta es una sociedad del desperdicio. También el desperdicio del tiempo, y de la mirada, la de no saber aprovechar lo que vivimos, la de no saber captar lo que hay a nuestro alrededor, como si la mirada estuviera de paso por la superficie de la vida, sin saber recolectar los momentos, el presente. Este magnífico documental, o ensayo reflexivo, de Agenes Varda 'Los espigadores y la espigadora' (2000) comienza con una conocida pintura de Jean Francois Millet, 'Las espigadoras', y termina con otro cuadro menos conocido, 'Las espigadoras en la tormenta', que se tiene olvidado en un almacén entre otros tantos cuadros, un cuadro que no se expone. Varda teje su mirada de 'espigadora' exponiendo la tormenta que no se expone en nuestra realidad, en nuestra sociedad, el reverso de la pantalla de la sociedad de hiperconsumo, que es el desperdicio.
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Ahora ya no existen esas recolectoras o espigadoras (entonces, un trabajo exclusivo de mujeres) sino personas que aprovechan todo lo que se desperdicia con las nuevas técnicas de cosecha, toneladas de patatas, o de tomates o manzanas que de otro modo se pudrirían en los campos, y de paso reflejar la vida de estas personas en la periferia de la sociedad, los que se han quedado al margen, sin trabajo y viviendo en caravanas, o viven en las bajas escalas de la distribución de riqueza. O los que conscientes de cómo se desperdicia la comida, la aprovechan. Esto se amplía a la vida urbana, donde los hay que viven de lo que se abandona en la basura, no sólo porque carezcan de capacidad adquisitiva, sino por convicción, como el hombre que reconoce que tiene su trabajo estable pero, por sentido ético, se alimenta de todo la comida aprovechable que se puede encontrar en las basuras. Quienes tiene consciencia de la importancia del reciclaje (algunos hasta haciendo arte con ello). O el hombre que cada día recorre el mercado 'recolectando' manzanas y pan y a las tardes voluntariamente da clases de francés a inmigrantes ( todo un modelo de consciencia y generosidad en esta sociedad ensimismada enquistada en el hábito de ante todo recibir) Varda radiografía esta realidad, tras los escaparates en los que permanece enajenada esta sociedad, con estos disidentes que que combaten la desidia que sostiene a esta sociedad, ignorante y ajena a todo lo que desperdicia.
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Por otro lado, Varda lo amplia a sus reflexiones sobre el tiempo, sus manos arrugadas en las que se percibe la huella del tiempo, y su mirada recolectora que capta los detalles, que celebra lo asombroso en lo cotidiano, como unas patatas en forma de corazón o la danza de la tapa de la lente de su cámara. Varda hace de su mirada celebración y revelación, exponiendo lo que nuestra mirada vaga no está dispuesta a discernir atrofiada en la comodidad de ese espejismo de disponibilidad permanente que le vende esta sociedad. La mirada epigadora de Varda es la tormenta que nos despierta de esa inercia al pairo en la que estamos apoltronados.

‎'Los espgadores y la espigadora' (Les glaneurs et la glaneuse, 2000), es un extraordinario documental,ensayo y diario y personal, sobre las inconsecuencias e incoherencias de esta sociedad del hiperconsumo y el desperdicio, narrada con un vivaz ritmo que también alienta el despertar de la mirada ante lo invisible de una realidad camuflada bajo el conveniente escaparate de la inagotable disponibilidad (los subterráneos de la sociedad de la opulencia).

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