domingo, 5 de diciembre de 2010
Steven Spielberg, entre mandíbulas
Steven Spielberg entre las mandíbulas del tiburón mecánico durante el rodaje de 'Tiburón' (Jaws, 1975). Es una imagen que condensa las muy encontradas sensaciones, diría que extremas, que el cine de Spielberg me ha provocado. Y que también se concretan en un plano de esta obra, notable por otro lado, que desluce el conjunto, o cuando menos me incita a no revisarla pese a apreciar o admirar su dominio narrativo, y una serie de brillantes secuencias que están entre lo mejor que ha rodado Spielberg. El plano, maldito, en cuestión es aquel en el que vemos cómo el cazador interpretado por Robert Shaw es triturado por el tiburón en el asalto final. Puede parecer extremo ( y quizá lo sea) pero me parece que es de esos pequeños detalles, que uno cree innecesarios, que empañan una película, y que revela cómo Spielberg solía tender en ocasiones al trazo efectista o grueso. Me parece un tratamiento indigno con uno de los personajes, sino el más, más carismáticos de su filmografía, o con un relieve dramático más poderoso ( no es la caracterización o el relieve de sus personajes una de las mayores virtudes, en general, de Spielberg). Su presentación, arañando la pizarra, es portentosa, y protagoniza una de las secuencias más admirables del cine de Spielberg, aquella en la que narra su experiencia durante la guerra cuando varios hombres, tras naufragar su barco, se encontraron rodeados y diezmados por los tiburones. Que a su muerte, por tanto, le dé ese tratamiento, ese plano tan explicito, cortocircuita el dramatismo del momento para el personaje, y me resulta una falta de 'respeto' hacia el mismo. Pero esta faceta de la sensibilidad de Spielberg es la que se amplificó en dos obras tan groseramente maniqueas como 'La lista de Schindler' (1991) y 'Salvar al soldado Ryan' (1997), cuyo extremo opuesto es la magnífica 'Munich' (2005), en la que priman las sombras y se difuminan los límites. Hay, a mi parecer, un antes y un después en la obra de Spielberg con 'Inteligencia artificial' (2001). A partir de ésta su mirada se hace más descarnada, más turbia y oscura, menos complaciente. Las certezas parecen difuminarse, y da las que me parece son sus mejores obras, o las que particularmente más admiro, quizás con la excepción de 'La terminal' (2004) en la que el tratamiento suaviza en demasía las aristas de su sustancioso planteamiento, y la última entrega de las andanzas de Indiana Jones, del 2008, que con todo me parece la más atractiva de la serie, la menos mecánica, que alcanzó simas de esperpento en la tercera e infausta entrega. Tampoco quiero decir que la obra de Spielberg careciera de interés antes de la citada 'Inteligencia artificial', aparte de Tiburón'. Aún irregulares, 'Encuentros en la tercera fase' (1977), 'ET' (1982), contienen secuencias esplendidas, sobre todo aquellas en las que da rienda suelta a su dominio de las texturas siniestras, de las que hacía gala también en algunas brillantes secuencias aisladas de las dos partes de 'Parque Jurásico' que él dirigió. Con 'El diablo sobre ruedas' (1971) siempre he tenido la sensación de que su metraje estaba inflado,y que su exacerbado montaje fragmentado le sustraía tensión, quedando más como alarde de quien acaba de descubrir la sala de montaje y juega con los diversos planos como con un tente.
Mis cinco preferencias en la filmografía de Steven Spielberg: 'Inteligencia artificial' (2001), 'Munich' (2005), 'Minority report' (2002), 'La guerra de los mundos' (2005) y 'Atrápame si puedes' (2002).
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