Lee Remick y Blake Edwards en una pausa de rodaje de 'Días de vino y rosas' (1962), la cuál quizá sufra de cierta sobredosis de efectismo y tremendismo dramático. Algo habitual en estas incursiones en las simas de adicciones alcoholicas o de otras sustancias, desde la penosa 'Leaving las vegas' (1995) de Mike Figgis a la adusta y rígida 'Días sin huella' (1945) de Billy Wilder. Me quedo con el tratamiento de mirada despojada y descarnada de Jacques Becker en 'Los amantes de Montparnasse' (1958) o Robert Rossen en 'El buscavidas' (1961).
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