sábado, 9 de octubre de 2010

Johnny Guitar

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Unas explosiones, las que realiza una empresa ferrocarril abriendo espacios entre las montañas para construir las vías férreas, abren las imágenes iniciales de ‘Johnny Guitar’ (1954), de Nicholas Ray, ante la presencia de un recién llegado a esas tierras, el hombre que da título a la obra, Johnny (Sterling Hayden). Una pareja, Johnny y Vienna (Joan Crawford), besándose ante una cascada es la imagen cierra la película. Un hombre que irrumpe como esas explosiones, porque es el pasado el que irrumpe así, y el desarrollo de la historia relatará la apertura de unas vías, las del sentimiento amoroso, las de una relación interrumpida en el pasado, cinco años atrás. Para que fluyan, al fin, las aguas de la emoción, la catarsis que ha pasado por un trance de enfrentamientos, incendios y muertes violentas. Es admirable cómo en las primeras secuencias Ray, y el afinado guión de Philip Yordan, logran definir tanto a los personajes como a los conflictos latentes, que estallarán a lo largo del relato, en un escenario, el Salón que regenta Vienna, apartado del mundanal ruido ( como la sensibilidad y carácter de Vienna, fuera de lo corriente, forjada tras sufrir mil sinsabores), mediante sucesivas entradas de los diferentes personajes en litigio ( emocional, de un modo u otro), que tiene algo de teatral, pero en su sentido escénico más reflexivo.
El Salón es como un escenario que representa algo para cada uno de los personajes, del mismo modo que la conducta de los personajes tiene algo de escenificación inconsciente: las relaciones sentimentales también son un teatro que domina a las propias emociones, como la impulsividad de la emociones tienen algo histriónica expresión.
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Eso es sobre todo remarcable en la antagonista de Vienna, Emma (Mercedes MacCambridge), ranchera que se opone a la llegada del ferrocarril, a diferencia de Vienna, porque transtornaría su dominio (es más que consersadurismo contra progreso, es cerrazón frente a apertura, rechazo de lo 'otro' que se ve como amenaza, mientra que en el mismo europeo nombre de Vienna se ejemplifica lo contrario: Hay una lectura política añadida, Emma y sus huestes de rancheros representan a la Caza de brujas de McCarthy, aquella siniestra persecución inclemente del diferente y progresista que sufrió aquellos años). El empecinado afán de Emma por intentar incrimininar a Vienna en las actividades delictivas de los que han atracado la diligencia (de lo que ha sido testigo desde las alturas Johnny), y además achacando éste hecho a Kid (Scott Brody) y sus tres compañeros, no es sino el reflejo, o transferencia despechada, de saber que Kid, el hombre que ama, a quien ama o desea es a Vienna. Tensión bien manifiesta cuando llega éste con sus amigos, y sobre todo el momento, que resulta una humillación para ella, cuando Kid la saca a bailar al son de la música de la guitarra que toca Johnny. Con el cual, por su parte, Kid también establece su particular lid, porque advierte, susceptible, una complicidad especial entre Johnny y Vienna, que Johnny sortea con templanza, aunque sufra también las repetidas provocaciones de uno de sus amigos, Bart (Ernest Borgnine), que terminan en pelea (Borgnine aquellos años, encasillado en el bruto obtuso, sufrió repetidas palizas, como en 'Veracruz' (1954) o 'Conspiración de silencio' (1955).
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Pero la templanza de Johnny también tiene sus claroscuros, o no es tal como parece. Cuando el joven Turkey (Ben Cooper), otro de los amigos de Kid, hace sus ingenuos alardes con la pistola ante Vienna, Johnny sale de la cocina disparando sobre la pistola del joven. Esa acción es reflejo de un pasado, de lo que era fricción entre Vienna y Johnny ( realmente un afamado pistolero que intenta dejar atrás ese pasado con esa sustitución simbólica de la pistola por la guitarra), y de su pasado amoroso interrumpido, escanciado con lírica sutilidad en sus afamados diálogos nocturnos en la cocina, en la que brotan las brasas desesperación por lo no realizado y aún anhelado, el dolor que no se había cicatrizado y la inseguridad de que el otro siga queriendo del mismo modo (sobre todo, en Johnny). Cuando la violencia estalla, propiciada por Kid (ya que piensan que ellos realizaron el atraco por qué no realizar un atraco de verdad antes de abandonar esas tierras; y encubre también su despecho por lo que ha entrevisto entre Vienna y Johnny), el negro, de las vestimentas de la la jauría dirigida por Emma ( con un tocado que semeja al de una monja), combate contra el blanco, el vestido que porta Vienna cuando les recibe en el Salón tocando el piano; su templanza contrasta con la furia desatada de Emma: Sobrecoge el portentoso primer plano de satisfacción casi infantil de Emma tras incendiar el salón). Que el conflicto se dirima en una zona escondida, oculta, que se cruza tras una cascada, el lugar donde encontraron la mina Kid y sus amigos, no es sino el consecuente desenlace de un relato de emociones retenidas, frustradas, interrumpidas o congestionadas que estallan, unas para destruirse, otras para liberarse.

‎'Johnny Guitar' (1954), de Nicholas Ray es un western tan poco convencional como 'Encubridora' (1952), de Fritz Lang. Una fantasmagoría, un melodrama romántico, en el que retornan los fantasmas del pasado para hacerse cuerpo. Gran guión de Philip Yordan, de exquisitos diálogos, que adapta la obra de Roy Chanslor, y fascinante fotografía de Harry Stradling, con la que Ray vuelve a demostrar su excepcional capacidad de trabajar dramatica y simbólicamente con los colores.Como anécdota, Crawford, que impulsó este proyecto, no encajó bien que McCambridge interpretara a su antagonista en vez de Claire Trevor, y la hizo la vida imposible, como desperdigar su vestuario por la carretera. Por otro lado, Crawford exigió que sus primeros planos nunca fueran rodados en exteriores,sino en estudio,para controlar la iluminación

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