domingo, 8 de agosto de 2010
Genealogías de un crimen
Quizá no seamos nosotros quien tejemos las historias, quienes las hacemos, sino que éstas nos poseen a nosotros. Quizás recreemos sin saberlo historias del pasado, como si nos habitaran fantasmas o quizás somos fantasmas cual eco de un repertorio que se repite una y otra vez. Esas son algunas de las sugerencias o refexiones que suscita una experiencia fantástica tan singular como 'Genealogías de un crimen' (1997), de Raúl Ruiz. Sumergirse en el universo de este apasionante cineasta chileno, es sumergirse en un mundo más que sin dirección, con múltiples direcciones, que pone de manifiesto la condición movediza de la realidad ( y de su percepción o forma de habitarla). Penetrar en sus juegos de reflejos, de máscaradas, entre el absurdo y lo fronterizo, es asumir la condición de mirada exiliada. El extrañamiento no asienta una mirada cierta, sino la desestabilización. Los ángulos son diversos, como si habitáramos el mundo de Escher combinado con Ionesco o con Pirandello ( o el cine de Has, véase 'El mansucrito encontrado en Zaragoza').
¿Desde dónde enfocamos, como dice Bresson, desde el objeto o desde la sensación? Por eso los objetos violentan el encuadre cobrando relevancia dentro de ellos, interpuestos a veces en el foco, como las sombras, en cierto pasaje, se revelan como ese espacio incierto en el que la mirada especula con lo que pudo ser o puede ser, porque las historias buscan dar el sentido. Pero,claro, quizá las historias nos poseen, y condicionan el discernimiento, porque estamos hechos de lenguaje heredado, de presunciones de juicio. Una historia se nos narra en 'voice over' mientras la cámara encuadra a una mujer tras las ventanas de su casa. El cristal interpuesto, la pantalla entre la mirada y el objeto. Esa historia breve narra cómo un joven chino realizó un crimen, fue acogido por una mujer, hasta que se descubrió que era el fantasma de lamuerta y mató al joven.
En la narración, nos encontramos con Solange (Catherine Deneuve), abogada, que ha perdido todos los jucios, y a la que encargan defender a un joven, Rene (Melvin Popaud), que ha matado a su tia. La narración cobra una condición de cajas chinas o muñecas rusas.
René le plantea el juego de que uno actúe como el otro, para saber meterse en la piel del otro. Solange lee el diario de la muerta; en principio, las sombras recrean la evocación, pero después es Solange la que 'encarna' a la muerta en los flashbacks. Domina ella la historia, metiéndose en la piel del otro, o es el fantasma de esa historia la que la posee? Y más, si sabemos que ella perdió a un hijo en una accidente. ¿Hay una interrelación de transferencias con rene?. Hipótesis de interpretación recreando cuadros vivientes, un hombre que realiza una genealogía de crímenes históricos, de interrelación de tiempos con el presente, como ecos de espejos que se repiten con otros rostros. La identidad se difumina, la realidad es un temblor de sombras. Pero queda el juego, la fascinante imaginación, que es pura interrogante, del arte de Ruiz.
'Genalogías de un crimen (Genealogies d'un crime, 1997), es una fascinante oportunidad para cruzar el umbral del más sugerente y sustancioso fantástico. La obra de Ruiz , desgraciadamente, poco conocida, es un mundo aparte en el cine de hoy. Se pueden ver ecos de su cine en los guiones del Charlie Kauffman, sin los cuáles el cine de Spike Jonze muestras sus limitaciones, como Michel Gondry no ha logrado realizar una obra de la envergadura de 'Olvidate de mí'. Ruiz es un cineasta más poderoso que éstos, también aún muy lúdico ( o recupera ese placer de jugar con el lenguaje) su universo es también más turbio o tenebroso.
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