sábado, 3 de julio de 2010
Las aventuras de Sherlock Holmes
'Las aventuras de Sherlock Holmes' (1939), de Alfred L Werker, antes conocida como 'Sherlock Holmes contra Moriarty' (título con el que se estrenó en su momento en España), es la segunda producción de la Fox, tras 'The Hound of Baskerville' (la cuál no se estrenó en España por la alusión que se realiza a la adicción a las drogas de Sherlock. Si ésta no carece de atractivos, la realizada por Werker resulta aún más estimulante. Hay que reseñar que no adapta una obra de Conan Doyle sino que está inspirada en una obra de teatro de William Gillette, cuya influencia fue determinante en la configuración de los rasgos icónicos más perdurables de Holmes y Watson (el actor Nigel Bruce, que lo encarna, caracterizó su personaje más acorde al de la obra teatral que al de las novelas de Doyle). Aunque desde luego se pueden advertir ecos de obras de éste como 'El signo de los cuatro' (venganzas gestadas tiempo atrás; detalles exóticos en los crímenes, allí una cerbatana,aquí bolas de la Patagonia). El punto de partida es un desafío, un duelo que plantea Moriarty (George Zucco) contra Holmes (Basil Rathbone).
En las primeras escenas Moriarty ha logrado ser declarado inocente de un crimen (Holmes llega tarde, con pruebas que le incriminan, tras darse el veredicto). Holmes, como señala, admira la inteligencia de Moriarty, su Nemesis o reverso, aunque preferiría hacerlo conservada en formol. Moriarty, bien definido por cómo cuida su invernadero de plantas ( y cómo amonesta a su lacayo por por propiciar que una muerta por no cuidarla según sus instrucciones), planea una artera trama para realizar el mayor robo posible imaginado distrayendo la atención de Holmes. Sabe cómo funciona su mente,y sabe que hará más caso de la primera 'zanahoria' que le pone, un inquietante dibujo de un hombre al que le cuelga del cuello un ave semejante a una gaviota, y que recibe como amenaza Ann (Ida Lupino), cuyo padre murió en extrañas circunstancias diez años atrás, que de la segunda, una amenaza de robar un rubí hindú que será entregado en la Torre de Londres.
Lo siniestro( las calles veteadas de brumas; extraños crímenes en el que la víctima es golpeada a la vez que estrangulada; robos aprovechándose de las inciertas sombras; figuras entrevistas inquietantes en jardines; posibles maldiciones; los acordes perturbadores de una especie de flauta que propicia alguna de las secuencias más inquietantes) se conjuga armoniosamente con lo humorístico (Watson tumbado en la nocturna y brumosa calle, en el lugar donde murió la víctima del extraño crimen, mientras Holmes investiga en el jardín adyacente buscando pistas, es interpelado por un perplejo viandante sobre si está enfermo o le ocurre algo, y Watson para quitárselo de encima le replica que está muerto; los intentos de Holmes de acabar con las moscas buscando la nota adecuada de su violín, que en la última secuencia es resuelto por Watson mediante un expeditivo golpe de periódico (quizá sirvió de inspiración para aquella hilarante secuencia de los guisantes en 'Asesinato por decreto' (1979), de Bob Clark). Por último destacar el ingenioso momento, en la fiesta de la mansión de la familia de Ann, en la que un cantante, con traje rayado y canotier, interpreta una bufa canción, para después revelarse que era el propio Sherlock.
'Las aventuras de Sherlock Holmes' (The adventures of Sherlock Holmes, 1939), de Alfred L Werker es las segunda, y estimulante, de las catorce que protagonizaron Basil Rathbone y Nigel Bruce. Tras ésta, con guión de William A Drake y Edwin Blum, y estupenda fotografía de Leon Shamroy, Fox se desentendería de estos personajes, y la Universal compró sus derechos para producir las siguiente, ya ubicando a ambos personajes en la década de los 40.
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