domingo, 25 de julio de 2010

Gregory Peck, Señor y Caballero

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Pocas encarnaciones en la pantalla del genuino Caballero como Gregory Peck. Del Caballero justo e integro, cuyo imperecedero emblema será una de sus grandes creaciones, el Atticus Finch de 'Matar a un ruiseñor' (1962), de Robert Mulligan. Aunque también sabía transitar las sombras más esquinadas como, pese a las reticencias previas a que fuera el actor ideal para el papel, su capitán Achab de 'Moby Dick' (1956), de John Huston, como también entre turbulencias emocionales o turbiedades morales se movían personajes como el protagonista de la excelente 'El vengador sin piedad' (1958), de Henry King, el oficial de la estupenda 'Almas en la hoguera' (1949), también de King, el escritor enfrentado a su vida desperdiciada en la sombría 'Las nieves del Kilimanjaro' (1952), de King, o el abogado de la magnífica 'El proceso Paradine' (1948), de Alfred Hitchcock, con quien ya había trabajado, y en el territorio de la ambiguedad, en 'Recuerda' (1944). Y, desde luego, no era muy ejemplar su personaje de la esplendida 'Duelo al sol' (1946), de King Vidor, quizá su personaje sórdido y hasta abyecto.
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Poco que ver con su periodista de 'Vacaciones en Roma' (1953), de William Wyler, un personaje que le había llegado de rebote por la negativa de Cary Grant ( ironizaba después con el hecho de que ésto hubiera ocurrido más de una vez), o el periodista que se hace pasar por judío para experimentar en sus propias carnes el antisemitismo que hay en la sociedad, en 'La barrera invisible' (1947), de Elia Kazan. Memorable es su interpretación en la excepcional 'El pistolero', portando en su semblante el cansancio de acarrear una fatalidad, la de que cualquier pistolero quiera matarle sólo porque alcanzaría notoriedad por haber vencido al número uno. O la de la extraordinaria y cruda 'Yo vigilo el camino' con uno de los finales más desoladores de la historia del cine. O en el sombrío melodrama 'Las nieves del Kilimanjaro Y supo desenvolverse en los territorios de la comedia como en una de las mejores obras de Vincente Minelli, 'Mi desconfiada esposa' (1957).O en la aventura como la exultante 'El mundo en sus manos' (1952) o la muy sugerente 'El hidalgo de los mares, ambas, de Raoul Walsh. O en el terror como en una de las últimas grandes muestras del terror, en 'La profecia' (1978), o en 'El cabo del terror' (1962), de J Lee Thompson, superior a la versión de Scorsese.
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Poco conocidas son, en el terreno bélico, notables obras como 'Días de gloria' (1944), de Jacques Tourneur, 'La cima de los héroes (1959), de Lewis Milestone o 'Llanura perdida' (1954), de Robert Parrish. O ya en el drama, aunque quizá no brillante, pero sí interesante, 'El hombre del traje de gris' (1956), de Nunally Johnson, que depara algunos de sus mejores momentos como actor ( y constato que aún no he podido disfrutar de la obra de Henry King, de 1959, 'Días sin huella'). Sin olvidar su protagonista en uno de los más grandes westerns, 'Cielo amarillo' (1948), de William A Wellman, o de otras incursiones en este género, como en obras no carentes de atractivos como 'Círculo de fuego' (1971), de Hnery Hathaway o 'Sólo el valiente' (1951), de Gordon Douglas y, sobre todo, 'La noche de los gigantes' (1967), de Robert Mulligan. Sin duda Peck, era un gigante. Todo un gigante caballero.

1 comentario:

  1. De las películas que he visto, que no son todas las que mencionas, siempre me han gustado sus interpretaciones, incluso en la que denostan tanto, como en "El proceso Paradine". Creo que a pesar de dar el tipo como caballero, como bien dices, se ha adaptado a papeles muy diferentes, también de malo malísimo, como en "Los niños del Brasil".
    Abrazos

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