lunes, 5 de julio de 2010

The dead girl

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Hay películas que se multiplican en reverberantes espejos, no hay un centro, sino que el relato se quiebra, discontinuo, y en espiral, como la realidad que refleja, como la sugerente ‘The dead girl’ (2006), de Karen Moncrieff. La obra se trama, con disolvente y elusiva eficacia, sobre la intemperie vital, a través de cinco relatos consecutivos que giran alrededor de la vida y muerte de un personaje, Krista (Britanny Murphy), cuyo cadáver en avanzado estado de putrefacción es hallado en un prado (cuerpo, muerte y naturaleza: aún no hay identidad: es un cuerpo que se convertirá en transferencia o metonimía para otros). Parte del descubrimiento de su cadáver en el primer relato, para concluir con el relato de la vida de ese personaje los días anteriores a su muerte. Esta se convierte en eco y reflejo de y para otras vidas. Vidas que se revelan tan ausentes o carentes en vida, ya sea la mujer que descubre su cadáver, Arden (Toni Collette) atrapada en una opresiva relación con su madre (interpretada por Piper Laurie, que parece retomar su papel en 'Carrie'), o la médico forense, Leah (Rose Byrne), que cree reconocer en ella a su hermana desaparecida años atrás, o la esposa, Ruth (MaryBeth Hurt), anegada en su vida de inercia conectada a la televisión, que empieza a entrever que su marido puede ser ese asesino de jóvenes.
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Es en estos relatos donde cobra más fuerza la narración, por esa condición diferida; unas realidades entrevistas que confrontadas a un cuerpo ya ausente insinúan su misma condición ausente en vida, como si carecieran ya de cuerpo, ancladas en la enajenación, una relación absorbente, o el dolor de un pasado. Como ese garaje donde el asesino conserva las pertenencias de la muerta, estas vidas revelan como están sostenidas sobre un espacio clausurado y cerrado que determina su vida sin movimiento (vida presa de un fuera de campo que es ausencia en vida). Por el contrario, los dos últimos relatos, aun no careciendo de interés, al no estar tejidas sobre esas sombras entrevistas en esas vidas periféricas, sino sobre la iluminación de la identidad de aquel cuerpo, primero a través de la relación de la madre, Melora (Marcia Gay Harden) con una amiga, Rosetta (Kerry Washington), también prostituta, y luego sus avatares vitales antes de ser asesinada (como su tumultuosa relación con el personaje que interprets Josh Brolin), no poseen esa turbadora ruptura de eje de mirada, y se hacen algo más convencionales, o quizás por comparación menos sugerentes. Pero no por ello deja de constituirse en un sugestivo ejemplo de genuino cine alternativo que hace de sus elecciones de lenguaje fructífera, y disidente, creación de sentido. Nos empuja a mirar la realidad de frente, y con otros ojos. Aunque revelen el lado sombrío o precario de la vida su mirada es luminosa.

'The dead girl' (2006) es la segunda y muy sugestiva obra de Karen Moncrieff, que también escribe el guión, y que ha dirigido también algunos episodios de 'Dos metros bajo tierra'. En su excelente reparto también destacar a Mary Steenburgen, Bruce Davison o Giovanni Ribisi. Una obra que, en sus mejores pasajes, transita turbadores y siniestros senderos con desazonante sutilidad.

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