martes, 8 de junio de 2010

Un golpe de gracia

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¿Y si un pequeño país cuya extensión no supera la extensión de 30 kilometros decidiera invadir Estados Unidos? Esta es la premisa de esta difrutable y excéntrica sátira, 'Un golpe de gracia' (1959), de Jack Arnold, y es la acción a la que alude su título original, 'The mouse that roared' (El ratón que rugió). El comienzo marca tono: la efigie de la Columbia se baja de un pedestal, y un ratoncito le sigue. Una voz en off nos orienta en un mapa para ubicar este país, El Ducado del Gran Fenwick, pero, claro, es tan pequeñito que cuesta encontrarlo entre los Alpes (se hace necesaria la lupa). Esta regido por la Gran Duquesa Gloriana y gobernada por el primer Ministro el Conde de Mountjoy, in olvidarnos del oficial militar ( de un país que no tiene ejercito), Bascombe, y los tres personajes están interpretados por Peter Sellers, una forma de definir la endogamia en el país (o, como se dice, que literalmente el fundado era el padre del pueblo). El motivo de esa invasión a Estados Unidos viene dado por el hecho de que una empresa californiana ha 'copiado' su principal fuente de ingresos, su característico vino. Pero realmente no es que se quiera declarar la guerra, es que se espera rendirse al día siguiente, para así recibir la ayuda monetaria al país vencido.
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Hay en todo ésto una aguda sátira a las circunstancias históricas, al duelo entre los dos bloques, al temor a una invasión o que lancen una bomba atómica (como se reflejaba en las obras de ciencia ficción en esos años).
No casualmente este 'ejercito' invasor en Nueva York, que está vaciado por unas pruebas de alarma por una bomba nueva será confundido por unos invasores extraterrestres por su vestuario medieval (hay quién dicen que visten un telón de acero). Pero antes de ésto ya ha sido hilarante cómo este 'ejercito' cruzaba la aduana, cogía un autobús, y después una especie de gabarra (en la que Bascombe sufre continuos mareos), y desde la que lanzan flechas al Queen Elizabeth.
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Perplejos se sienten cuando se encuentran con un Nueva York desértico (introducido con agudeza por una serie de imágenes de calles vacías y de animales en el zoo). La casualidad propicia que en vez de rendirse consigan la famosa nueva bomba (que tiene forma de balón de rugby), secuestren al científico y a su hija, interpretada por Jean Seberg, y a un obtuso general y cuatro policías. No hay que dejar de mencionar el uso humorístico de la música: los acordes de la Cabalgata de las valkirias de Wagner acompasados a la lenta gabarra, o la melodía de 'El puente sobre el Río Kwai). O ese diálogo entre el general y la Duquesa: Él le recuerda la convención de Ginebra. Ella replica que qué encantador, que nunca la ha escuchado, además ella toca el clavicordio.

'Un golpe de gracia' (The mouse that roared, 1959), es una irreverente y deliciosa sátira sobre la Guerra fría, inspirada en las novelas de Leonard Wibberly. Una obra que no desmerece de otras de su director más conocido por 'El increible hombre menguante' o 'La mujer y el monstruo', y cuya filmografía, no lo suficientemente conocida, atesora otros títulos interesantes como 'Sangre en el rancho'.

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