jueves, 17 de junio de 2010
Fred McMurray, Mr Nice guy
Fred MacMurray es otro caso de actor al que no se le ha reconocido con justicia su talento, quizá porque pese en él su cierto, aunque muy relativo, encasillamiento en comedias suaves y papeles de tipo agradable, y, sobre todo, las películas que protagonizó para la Disney en la última étapa de su carrera, en los 60. Pero merece recordársele en personajes más rugosos o graves, incluso poco simpáticos, como los que protagonizó en 'Siempre hay un mañana' (1956),de Douglas Sirk como ese hombre que descubre que su vida se asemeja más a la de un robot, y que quizá dejó pasar las buenas ocasiones de su vida en vez de haber optado por una vida conformista, o los personajes canallescos de en 'Perdición' (1944), y 'El apartamento' (1960), ambas de Billy Wilder.Su fructífera relación con Mitchell Leisen puede condensar su diversidad de registros en bien diferentes papeles en obras tan estimulantes como 'Recuerdo esa noche' (1940), 'Candidata a millonaria' (1935), 'Ella y su secretario' (1942), 'No hay tiempo para amar' (1943) o 'Comenzó en el trópico' (1937). A destacar también sus interpretaciones en la excelente 'El camino del pino solitario' (1936), de Henry Hathaway, 'Above suspicion' (1943), de Richard Thorpe o 'La casa número 322' (1953), de Richard Quin
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