lunes, 17 de mayo de 2010
Una chica afortunada
Iróníco es el título original de esta deliciosa comedia, 'Una chica afortunada', 'Easy living' ( vida fácil). La eterna cuestión, el tener esa vida fácil, despreocupada de apreturas materiales. Mary (Jean Arthur) es una oficinista a la que le cae un dia un abrigo de pieles en la cabeza, lanzado por un millonario harto del derroche de su esposa. A partir de aquí, una cadena de equívocos, en la que comerciantes y dueños hoteleros pensarán que es la amante del millonario, JB Ball (Edward Arnold), en cuestión, y por ello le permitirán disponer de todos los lujos que desee, y que hasta ahora era inimaginable pudiera acceder.
Más ironías: en su camino se encuentra con John ( Ray Milland) al que conoce trabajando de camarero en un self service, al que despiden por ayudarla, y del que se sentirá atraida, desconociendo que realmente es el hijo del millonario. Y si todos piensan que es la amante del millonario, en cambio, compartirá con John una noche en el hotel del modo más inocente, pero asentando la mutua atracción amorosa, ajena a conocimientos sobre posiciones materiales mutuas, ya que él parece pobre cuando no lo es, y ella viceversa. Apariencias, equívocos, con los que se juega de modo brillante, y, además, destilando un acido e irreverente comentario sobre unos hábitos y valores predominantes, en aquellas circunstancias sociales.
Como en otras excelentes comedias de Leisen de esos años, caso de 'Candidata a millonaria' (1935) o 'Medianoche' (1939), signo de los tiempos ( estamos en los años posteriores a la depresión del 29), destaca la configuración de los personajes femeninos como mujeres sujetas a una posición social o laboral precaria, enfrentadas a la posibilidad del acceso al otro extremo de los privilegios económicos. Más que como convencional trazo de la mujer aspirante a los lujos de la sociedad, como solución a sus penalidades o carencias.También destacar los ácidos apuntes sobre la hipocresía o mezquindad moral, conjugada con la envidia, ejemplificado en las aviesas reacciones de aquellos que miran con desprecio a Mary cuando piensan que es la 'amante' del millonario. Y cómo no resaltar los grandes momentos cómicos, de puro slapstick, como cuando el millonario cae rodando por la escalera de su mansión, ante los pies de su mayordomo, o esa extraordinaria secuencia, digna de entrar en cualquier antología de la comedia, del self service, cuando John comienza a abrir las compuertas de la comida, propiciándose una auténtica batalla campal entre los clientes por conseguir la comida gratis, en una auténtica 'ordalía' de colisiones y resbalones.
'Una chica afortunada' (Easy living, 1937), es otra estupenda comedia de Mitchell Leisen, con gran guión de Preston Sturges, y con una fabulosa Jean Arthur. Pura delicatessen.
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