Piper Laurie, la emoción exiliada

Dentro de una antología de memorables personajes femeninos estaría el que creó Piper Laurie en la excepcional 'El buscavidas' (1961), Sarah, ese personaje fronterizo, exiliado, que ha perdido el paso en la vida (su cojera no es sólo física), y que establece con Eddie (Paul Newman) una relación que es un 'contrato de dos soledades', es la doliente encarnación de la integridad y del anhelo artístico sin concesiones, ni a los otros ni a la propia vanidad, voz de la conciencia de Eddie. Piper Laurie había comenzado en el cine a principios de los 50, pero confinada en papeles livianos, de chica risueña y dulce, en obras de género poco relevantes, entre las que destacaban 'Have you seen my gal' (1952), de Douglas Sirk, o 'El jugador del Missisipi' (1953), de Rudolph Mate, 'Mujeres culpables' (1957), de Robert Wise. Encontró su posibilidad de que reconocieran sus dotes dramáticas con la producción televisiva de 'Días de vino y rosa' (1958), de John Frankenheimer. Pero tras 'El buscavidas' decidió retirarse del cine, retornando 15 años después interpretando a la madre de la protagonista en la mediocre 'Carrie' (1976) de Brian De Palma,en la que, sin dificultad, fue lo mejor de la película. Fue una de las protagonistas de la gran serie 'Twink Peaks' (1989-90), fue nominada por tercera vez a los Oscars, tras las obras de Rossen y De Palma, por 'Hijos de un dios menor' (1986), de Randa Haines, y participó en la más aceptable obra de Robert Rodriguez, 'The faculty' (1998), en 'Cruzando la oscuridad' (1995), de Sean Penn o, en una aún más inquietante variación de su personaje de 'Carrie', en la muy interesante 'The dead girl' (2006), de Karen Moncroff.