martes, 11 de mayo de 2010

Fredric March, la quintaesencia del actor

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Fredric March es una de las más grandes personalidades que ha dado el cine. Hay quien le calificó de la quintaesencia del actor, y quizá no andaba desencaminado, dada su versatilidad, su variedad de registros, su refinada sutilidad, aparte de su elegancia y su carisma. Este extraordinario actor, que inició su andadura en los veinte tras decidir decidirse a abandonar su trabajo en la banca después de su sufrir un ataque de apendicitis, en los 30 demostró sus admirables cualidades como actor, ya fuera en dramas o en comedias, y, además, en una serie de grandes películas: Fue la Muerte en la fascinante 'La muerte de vacaciones' (1934) de Mitchell Leisen ( compárese interpretación y película con la de Pitt y 'Conoce a Joe Black) o el doctor Jeckyll y Mr Hyde en 'El hombre y el monstruo' (1931) de Rouben Mamoulian, que le reportó su primer Oscar. Como demostró sus dotes en la comedia en dos joyas como 'Una mujer para dos' (1933) de Ernst Lubitsch o 'La reina de Nueva York' (1937) de William A Wellman, con quien colaboraría en un notable melodrama, 'Ha nacido una estrella' (1937),aunque aún más destacados son dos olvidados melodradamas, 'The dark angel' (1935) de Sidney Franklin,y 'Vimamos de nuevo' (1935), de Rouben Mamoulian. Como títulos a recuperar en esta década, son dos de ambientación bélica 'El águila y el halcón' (1933) de Stuart Walker y 'Road to glory' (1936) de Howard Hawks, la aventurera 'Corsarios de Florida' (1938) de Cecil B De Mille, o melodramas que adaptan conocidas novelas como 'Anna Karenina' (1935), de Clarence Brown o 'Los miserables' (1936), de Richard Boleslawski. En los 40, década en la que su presencia se hizo menos frecuente en pantalla, centrado en el teatro,protagonizó obras que necesitan revalorizarse como 'Así acaba la noche' (1940) o 'Victory', según la obra de Joseph Conrad, (1940), ambas de John Cromwell,la simpática 'Me enamoré de una bruja' (1942), de René Clair, y la entrañable 'Las aventuras de Mark Twain' (1944) de Irving Rapper, como su tour de force en 'Act of murder' (1948) de Michael Gordon, inusitada en la época por centrarse en la eutanasia. En 1946 ganará su segundo Oscar con una de sus películas más populares 'Los mejores años de nuestra vida' (1946) de William Wyler.En 1951 fue aclamado su interpretación en 'La muerte de un viajante' (1951) de Lazslo Benedek, y en este década brilló en obras como la interesante 'La torre de los ambiciosos' (1954) de Robert Wise, o en 'Horas desesperadas' (1955) de William Wyler y 'Alejandro Magno' (1956) de Robert Rossen. En los 60, hasta los inicios de los 70, sus apariciones serían escasas pero magistrales, como 'La herencia del viento' (1960) de Stanley Kramer, el interesante drama médico 'Vivir es lo que importa' (1961), de Phil Karlson, la esplendida 'Hombre' (1967) de Martin Ritt, en la que bordaba un personaje antipático y mezquino, como había hecho en la obra de Wise con un rígido personaje de cuadriculada mente, o en las magníficas prestaciones para John Frankenheimer en 'Siete días de mayo' (1964), en la que hasta eclipsaba a Burt Lancaster y Kirk Douglas, y 'The iceman cometh/El repartidor de hielo' (1973), tras la cual, como su gran compañero de reparto, Robert Ryan, moriría. Qué mejor colofón para uno de los más grandes actores que ha dado el cine

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