miércoles, 26 de mayo de 2010
Así acaba nuestra noche
En el territorio del melodrama norteamericano no es usual la mención de las obras de John Cromwell a la hora de realizar una antología, quizás por no disponer de un toque personal llamativo, o carecer de una aureola autoral, relegado a la condición de impersonal artesano. Pero aunque fuera ésto, un artesano, en su obra podemos descubrir una serie de muy notables y sugerentes melodramas, como es el caso de 'Así acaba la noche' (1941). En la que, además, podemos constatar cómo ya se habían aplicado recursos de estilo luego aplaudidos en 'Ciudadano Kane' (1941), de Orson Welles, como la presencia de los techos en los encuadres, la interposición de los objetos en los mismos, las fugas de perspectivas, entre otros. Crucial fue la colaboración de William Cameron Menzies en la dirección artística (que influía sobremanera en el diseño del mismo encuadre) o de William H Daniels en la fotografía, de rugosa negrura, dominada por unas sombras que parecen esculpidas. Ese trabajo espacial en el encuadre se funda en el contraste. Ya que los personajes principales son como 'fantasmas errantes' que buscan una libertad que les es vedada, esa opresión se refleja en las lóbregas sombras que parecen emborronarles o en esos encuadres cargados de tensión que parecen encerrarles. En la secuencia inicial nos presentan a los protagonistas masculinos, tras realizar un plano nocturna con grua sobre una serie de edificio, que están escondidos en la misma habitación, compartida por varios prófugos de la Alemanía nazi. Steiner (Frederic March) y Kern (Glenn Ford) son dos de esas sombras errantes que carecen de pasaporte, y que transitan de un país a otro, hasta que son detenidos y expulsados a otro país. Es lo que les sucede ahora en Austria.
Steiner es un disidente enfrentado al gobierno nazi, que fue recluido en un campo de concentración del que se fugó. Brenner (Erich Von Stroheim) es la sombra que le persigue para que delate a los compañeros de la organización clandestina. Kern es un joven de veinte años, cuya madre era judía, que desespera por este absurdo que le ha convertido en alguien desposeido de todo privilegio, alguien exiliado de poder crear una vida ordinaria por su estigma. La narrativa de la obra es discontinúa, según los encuentros y desencuentros de ambos personajes en su diáspora por Checoslovaquia, Suiza o Francia, alternando los puntos de vista. Esto pudiera parecer que afectara a la intensidad emocional pero más bien aporta una distancia que incide en la trágica condición de éstos personajes, y amplifica la perspectiva reflexiva, el ahogo existencial. Hay que reseñar aquí que se adapta la obra de Erich Maria Remarque, a quien se deben las novelas que adaptaron grandes películas como 'Tiempo de amar, tiempo de morir' (1958), de Douglas Sirk, 'Tres camaradas' (1937), de Frank Borzage, 'Sin novedad en el frente' (1931) y 'Arco de triunfo' (1946), ambas de Lewis Milestone. Pero la emoción también surge con gran intensidad como en la memorable secuencia en la que Steiner relata, mediante flashback, a Kern su pasado: El tiempo en que estuvo encerrado en la habitación de un amigo (en el que uso de esos techos cerniéndose en el encuadre coadyuva a la sensación de prisión), y, sobre todo, el encuentro con su esposa, Marie (Frances Dee) a la que no ve en dos años, que puede entrar en una antología del género: Un largo travelling de retroceso sobre un primer plano de Marie, y Steiner tras ella, hablándola, diciéndola que se divorcie de él para que no la presionen; el impetuoso montaje de sus piernas mientras corren dando la vuelta al mercado para coincidir en un túnel y poder verse por un momento los rostros; los primeros planos de ambos, de una intensa fuerza emocional.
Tras esa secuencia, se sucede otra, dominada por la nocturnidad, en la que Steiner consigue un pasaporte falso, y una mujer (tras apagar la luz) le insta a que la bese, pero Steiner tras hacerlo, diciendo el nombre de Marie, se marcha, desapareciendo como una sombra en otro túnel (como la sombra de Marie en el del flashback) silbando feliz. Será el personaje de Kern quien centra la atención de la narración, y tiene su sentido añadido: Steiner es alguien que tiene pendiente el reencuentro con su amor; Kern, además de forjarse como adulto, vivirá la forja de un amor luchando contra las circunstancias, cuando conozca a Ruth, judía, y también 'sombra errante'. Hay que señalar aquí el salto de perspectiva tras su primer diálogo, en el que en un flashback nos relatan como su anterior novio la rechazó al saber que era judía, como si eso ante todo supusiera una verguenza para él, afectando a su imagen social. No deja de ser interesante el hecho de que una feria, en la que acabaran trabajando ambos, se convierta en un espacio fundamental, como contraste grotesco sobre una circunstancia trágica. Sin olvidar ese gran plano en picado, en el que se remarcan las perspectivas en fuga, en el momento en el que Steiner se libera de la opresión que le ha perseguido.
'Así acaba nuestra noche' (1941), constata de nuevo el talento de este notable cineasta que dio tan sugerentes melodramas como 'Su milagro de amor' (1945), 'Mi corazón te guía' (1947), 'Argel' (1937) o 'The fountain' (1934), entre otros. Asombroso reparto con grandes interpretaciones de Frederich March, Glenn Ford, en uno de sus primeros papeles,Margaret Sullavan y Frances Dee.
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