martes, 27 de abril de 2010
La noche es nuestra
En ocasiones, advertimos en una obra recién estrenada ecos o resonancias de un cine pretérito, ya sea el estilo de un cineasta o los mimbres de una película específica...Algunas veces no es más que un mero reciclaje, o un juego referencial, o intento de reproducir unos estilemas, sin saber que sólo recrean el pálido reflejo de una cáscara...O quizás sí lo saben, pero ejercen el saqueo sin escrupulos, por mero regusto de vanidad o por descarada busqueda rentabilidad pecuniaria...Los hay que poco tienen que decir, y se ahogan en sus propios artefactos formales.Claro que también nos encontramos con obras que más que recrear prosiguen una senda, ejemplificando cómo se pueden haber asimilado unas enseñanzas, creando una estilo propio...No son remedos, sino personales variaciones de un reconocido, y reconocible, patrón, en el que, punto importante, se ha sabido 'integrar' lo que no es sólo una cuestión de formas, sino también de espiritu, de mirada. Este es el caso de 'La noche es nuestra' (2007), de James Gray, quien ya había dado muestras de su particular talento en 'Little odessa' (1997) y, especialmente, 'La otra cara del crimen (The yards, 2000)...Hay una forma de narrar, de trabajar la duración de los planos, lenta y pausada, dándoles la respiración necesaria, que entre los jovenes del cine norteameticano de hoy quizás sólo tenga parangón con M Night Shyalaman, y que evoca a directores como Sidney Lumet, Paul Schrader o, y aquí establecemos la relación entre eco y origen, con el Coppola de 'El padrino'...
Uno puede rastrear reveladoras concomitancias entre ambas dramaturgias. Si 'El padrino' comienza con una celabración familiar, alrededor de la boda de la hija del Don, combinada con muestras de esa 'otra' actividad en la sombra, los entresijos de una organización económica fuera de los márgenes de la legalidad (aunque equiparable en modos y sustancia a los legales), en 'La noche nuestra' nos encontramos con dos celebraciones públicas, una, en la discoteca que regenta Bobby (Joaquin Phoenix), y otra, la reunión de los policías del distrito, homenajeando a su hermano, Joseph (Mark Wahlberg), y en la que hay también un 'aparte', en el que Joe, junto al padre de ambos, (Robert Duvall) y otros superiores del Cuerpo, intentan convencer a Bobby, en todo un revelador espacio, una iglesia, de que se conciencie que está en el lado equivocado, permitiendo, aunque sea sin saberlo, que en su discoteca tenga su centro de operaciones un importante mafioso traficante de drogas. Bobby, como el Michael Corleone (Al Pacino) de 'El padrino', cada uno a su modo, está fuera, o ajeno a esa 'organización'...Michael esperando realizar una carrera 'legal', y Bobby despreocupado ante las demandas para que se involucre de modo comprometido, uno está al margen de esas actividades familiares, el segundo las rechaza, a él le dan igual, no va con él, si tienen conflictos con un traficante (no se siente 'responsable' aunque le facilite su espacio, por lo menos sin intervenir para evitarlo)...Ambos vivirán, o 'sufrirán', según el ángulo con el que se mire, un proceso en el que irán progresivamente, no sólo, involucrándose, sino incluso tomando el relevo y asumiendo la responsabilidad dentro de esa 'organización'.
En el camino, para llegar a ese punto, Michael, primero, ve cómo atentan contra la vida de su padre, lo que le llevará a implicarse, e inclusive, a matar, y tras que su hermano, Sonny (James Caan), sea asesinado, tomar las riendas de la 'organización', y realizar la pertinente 'limpieza' de enemigos...Bobby ve cómo atentan contra la vida de su hermano, Joe, al que hieren en la cara de un disparo, determinándole a colaborar, cual infiltrado, para conseguir las pruebas de inculpación de los traficantes, responsables de ese intento de asesinato, y ya cuando su padre es asesinado, irá aún más lejos, tomando la decisión de integrarse definitivamente en la 'organización', esto es, hacerse policía, y efectuar también una 'limpieza', aunque sea, en este caso, dentro de los márgenes del 'Orden'.En ambos casos, la 'mujer' también se queda 'fuera'... Kay en aquel magnifico plano final de 'El padrino', tras que su marido le haya mentido sin rubor a su pregunta de si ordenó asesinar a su cuñado, ve cómo cierran la puerta tras la que Michael, a partir de entonces, regirá ese mundo clandestino al que no tendrá acceso...En 'La noche es nuestra', Bobby 'sacrifica' en su dolorosa senda a la mujer que quiere, Amada (Eva Mendes), quien no entiende ni acepta que quiera llegar a formar parte del Cuerpo de policía, poniendo, por añadidura, en peligro sus vidas, esto es, transformando su vida en un 'espacio vulnerable' lejos de la feliz y recreativa ociosidad de su vida anterior...
En las imágenes finales, otra nueva celebración policial, como la del principio, Bobby cree entrever el rostro de Amada entre la multitud congregada, pero no, no es ella...Las elecciones que ha realizado también ha supuesto perdidas... El final es tan sombrío o desolador como el de la obra de Coppola...Pero no son estos ecos de construcción dramaturgica los que le dan el estimulante valor a 'La noche es nuestra', son sólo un ejemplo de cómo realizar unas inteligentes variaciones sobre un patrón sin convertirse en remedo.
No es en su guión o dramaturgia donde podemos apreciar sus fundamentales cualidades sino en su estilo, en su forma de trabajar el tempo narrativo, o la iluminación y colores que dota de esa patina tan doliente como casi espectral, o en un trabajo de montaje depurado atento principalmente al proceso interno entre planos, a las emociones en juego...O, dando un ejemplo, en cómo saber sostener un plano sobre el rostro de un personaje cuando en él se están dirimiendo emociones o pensamientos encontrados, instantes cruciales...Si Coppola, en la escena del restaurante, realizaba aquel travelling, acompañado de estridentes ruidos de un tren, hacia el rostro de Michael, mientras escuchaba las palabras de Solzello (Al Lettieri), antes de decidirse a disparar sobre éste y el comisario de policia (Sterling Hayden), aquí, en este caso, y también en un bar, sostiene el plano, en lento acercamiento, sobre Bobby, mientras éste escucha al traficante ruso que le está reconociendo cómo fue él quien ordenó disparar sobre su hermano.Un momento crucial que determinará un drástico giro en sus decisiones vitales, y ese trance de emociones se palpa en el rostro de un magnifico Joaquin Phoenix...Es un ejemplo de una virtud extendida en el film, desde ese primer plano de Bobby saliendo de la oscuridad, para dar placer a Amada, que se encuentra acariciándose tumbada en el sofá, acompañándo con su mano los movimientos de ella en su entrepierna, toda una explosión de sensualidad, hasta ese último espartano y gélido plano de los dos hermanos diciéndose que se quieren, como dos figuras que parece que han perdido su condición carnal...
Cada plano revela su necesidad y pertinencia, cuánto dura y por qué su elección...Y aunque parezca, por las elecciones efectuadas por Bobby, que alienta un cierto ánimo conservador (algunos lo denominarían tufillo), no todo parece tan claro, más bien prevalece lo difuso o lo difuminado, como esa lluvia que cae cuando atentan contra én el coche,o las sombras que presiden el laboratorio clandestino de los traficantes, o ese campo de altas espigas, entre humo, en el que tiene lugar el enfrentamiento final...
Como Michael, en 'El padrino', Bobby ha optado por su familia, y por tanto, por la 'organización' de la que ellos eran o son destacados representantes, tomando su relevo, ya que el padre ha muerto, y su hermano, Joe, ha decidido dedicarse a tareas administrativas, ya que en el último enfrentamiento armado descubrió que el trauma de haber sido disparado en la cara no lo había superado, el miedo le venció, por lo que opta por una dedicación menos arriesgada, considerando además que es padre de tres hijos...A la inversa que Bobby, quien ya no tiene vida privada, pues ha perdido a Amada...Todo este proceso de 'construcción' de un heroe está pautado por ese 'pathos' desolador y doloroso, en el que al final ya es meramente un uniforme, pues sus emociones se han desgarrado por el camino...Esa violencia interior de las emociones quebradas vibra en una modulación y unas composiciones de plano atentas a ese proceso intimo que vive Bobby, prendidas de su remolino interno... Asi es que las secuencias manifiestamente violentas, como el tiroteo en el laboratorio clandestino de drogas, o la persecución y atentado en el coche, bajo la lluvia, cobran tal fuerza y están tan cargadas de tensión, desusada en el cine de hoy...
No, no son alambicadas muestras de virtuosismo de montaje congratulado con el indiscriminado destrozo de elementos del decorado, y trufado de explosiones y choques...Son abruptas y 'físicas', se palpa el miedo y la ansiedad, y el destrozo o el choque de los cuerpos ( como ese plano del cuerpo de Bobby cayendo, tras lanzarse por la ventana para evitar que la policía disparé sobre él, y chocando contra una verja)...No hay música enfática sobrecargando de forzada tensión un mecano de montaña rusa, sino que es utilizada como crispado contrapunto...Si hablábamos de ese ruido de trenes en el momento en el que Michael iba a disparar en el restaurante, como si fuera su propia mente en tensión, vease el empleo de esos rasposos acordes en el atentado en el coche bajo la lluvia, como si acompasaran el desvalido pánico de Bobby ante una situación tan imprevista e incontrolable como angustiosa...Sí, 'La noche es nuestra' está tejida sobre patrones ya conocidos, incluso puede que convencionales, y no profundamente elaborados, pero son sus afinadas y rigurosas elecciones formales las que dotan de una complejidad y una conmovedora hondura emocional a esta oscura y doliente visión de la construcción de un heroe...Quizás más que el canto de una Gesta, sea un Lamento por lo que hay que perder por el camino para lograr realizar esa Tarea.
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