viernes, 9 de abril de 2010

Cartas a mi amada

Photobucket
'Cartas a mi amada' (1945) de William Dieterle, está envuelta en los velos de una atmósfera de misterio, entre la indescifrable condición del destino y la brumosa presencia de unos decorados, transposición no sólo de un pasado enigmático sino de una mirada que anhela materializar los fantasmas de su deseo. En las primeras secuencias, desde el frente, Alan (Joseph Coten) escribe, cual Cyrano, para un compañero, sus cartas de amor. Pero él mismo se está enamorando de esa mujer por cómo se expresa en sus cartas. En cambio, al compañero no le importa la falsedad de cómo se está ‘representando’, las cartas son un mero instrumento para seducirla, y da igual si no corresponden a su propia voz. Al volver del frente, Alan, aun prometido, no supera ese amor que ha sentido por un fantasma encarnado en unas palabras que siente sinceras, siente próximo el yo intimo de esa mujer. Y descubrirá que el compañero murió, y nadie sabe dónde está su esposa, Victoria. Más aún, fue asesinado, y quizá por ella. Alan se siente responsable ya que cree que todo fue resultado de la decepción que sufriría ella al saber que no se correspondía la persona con quien había escrito las cartas.
Photobucket
El destino, las coincidencias, el azar, entrarán en juego. Ambos se conocerán sin saber quiénes son el uno y el otro, y se sentirán atraídos. Pero cuando Alan descubre que es Victoria,ya con los rasgos de Jennifer Jones la mujer de las cartas, descubre también que ella después de aquellos trágicos acontecimientos, ha perdido la memoria. De la misma forma que se enamoró de sus palabras, Alan se enamora de esta mujer que no recuerda su pasado, que ha perdido la memoria, como si fuera una mujer distinta, una mujer casi recién nacida, y que por eso puede comportarse espontáneamente, y expresar y declarar sus sentimientos de modo tan directo y sin vergüenza hacia él. Y ella, sin saberlo, siente hacia él lo que había sentido con aquellas cartas. ¿El recordar quebrará este lazo de amor verdadero que se ha creado, y que ambos habían sentido con sus cartas? ¿Pesará demasiado el sentimiento de culpa de él por las consecuencias trágicas que provocó con sus cartas, la decepción sentimental de ella con respecto al hombre que no era quién creía que era? ¿Descubrirlo para ella se convertirá en un lastre demasiado gravoso para poder amar de nuevo?
Photobucket
Dieterle dota de una tenúe atmósfera de misterio, de deslizamiento en una realidad de duermevela, en el que la posibilidad del amor puro contrasta con la violencia, no sólo de la guerra que Alan ha vivido, sino con las mezquinas actitudes que enmarañan, y nublan (como los decorados del film, sobre todo el de la casa donde ocurrió el crimen), con sus falsedades y egoismos las relaciones, una realidad inestable y frágil entreverada por el vaho de las ilusiones que desean hacerse cuerpo. Las incógnitas se desvelarán, como las sombras que se irán adueñando de la obra se difuminarán, como ese hermoso premonitorio plano, tras que ella se haya roto el tacón de un zapato, que encuadra el pie de ella recomponiéndoselo y la cámara asciende para que apreciemos cómo se están dando su primer beso. Perdieron pie, cautivos de ausencias, hasta que se hicieron presencia por un perseverante apoyo que no tuvo miedo de las brumas lo incierto.

Este notable melodrama de William Dieterle, 'Cartas a mi amada' (1945) cuenta con un guión de Ayn Rand, que adapta la novela de Chris Massie. En la fotografía el gran Lee Garmes ('Scarface', 'El expreso de Shangai','El proceso Paradine'). Cotten y Jennifer formarían de nuevo pareja romántica a las ordenes de Dieterle en la sublime 'Jennie' (1948)

No hay comentarios:

Publicar un comentario